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FERNANDO MORGADO
MÁLAGA
Viernes, 28 de junio 2019, 00:19
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La gran afluencia ayer a la despedida del exinternacional español Miguel Ángel Falasca fue una buena prueba de la talla personal y deportiva del jugador y entrenador de voleibol nacido en Argentina y afincado en Málaga desde los 15 años. Poco antes de las cuatro de la tarde comenzaban a llegar a Parcemasa, en Málaga, amigos y compañeros de Falasca de su etapa de la selección española y de algunos de los clubes en los que militó -en España, Bélgica, Italia, Polonia y Rusia- para acompañar a los familiares en el último adiós al deportista, reconocido por muchos como el mejor colocador de la historia del voleibol español.
Su hermano, Guillermo Falasca, y su amigo y excompañero en la selección, José Luis Moltó, llegaron a Parcemasa junto al féretro de Miguel Ángel Falasca, fallecido en la madrugada del pasado 22 de junio en un hotel de Monza, en Italia, donde entrenaba al equipo femenino del Provictoria Pallavolo Monza. Tampoco quisieron faltar al acto civil y al posterior entierro otros internacionales que defendieron la camiseta de España junto a Falasca, algunos de los cuales protagonizaron con él la consecución del oro en el Europeo de 2007. Rafa Pascual, Venancio Costa, Guido Giscombe, Cosme Prenafeta, Alfonso Flores, los hermanos Jorge y Quique de la Fuente, Manuel Sevillano, Carlos Carreño, Juanjo Salvador y Luis Pedro Suela fueron algunos de los que viajaron ayer hasta Málaga, donde residía la familia Falasca. «Miguel Ángel nació jugador de voleibol. En la selección lo vimos evolucionar y su llegada, como colocador con un gran físico, junto con una generación nueva y con ganas nos hizo pensar a todos que podíamos completar un equipo histórico. Era un líder que nos ha regalado su talento. La rabia es que aún le quedaban muchas cosas que dar a este deporte. Si alguien se merece un reconocimiento del voleibol español, es él», aseguró Rafa Pascual, el mejor jugador de la historia del voleibol del país. Juanjo Salvador también coincidió con Falasca en el combinado nacional desde 1991, cuando aún eran júniors con un futuro prometedor. «Era un jugador metódico, un estudioso, pero también un compañero que siempre te hacía sentir a gusto», comentó Salvador, que guarda buenos recuerdos de la experiencia vivida junto a Falasca en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000.
Por su parte, otra leyenda de la selección, Javier Buendía, apenas podía contener las lágrimas al hablar del deportista nacido en Mendoza, con quien compartió sus inicios en Málaga. «A menudo decía que yo era su ídolo y creo que éramos muy parecidos, porque también era un competidor nato y muy humano. Ha dejado una gran huella», apuntó. El presidente de la Federación Española de Voleibol, Agustín Martín, también estuvo presente, ya que Falasca era «un hombre muy vinculado a proyectos federativos». «Tenía algo especial. Era un líder inteligente y un apasionado de este deporte», añadió.
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