Triunfo incontestable del Iberoquinoa Antequera ante el Ikasa

La escuadra de Lorenzo Ruiz saltó muy concentrada a la pista, y aunque le costó abrir el marcador -casi cuatro minutos, con un acierto de Adrián Santamaría-, en defensa rayaba a un alto nivel, hasta el punto de tener a su contrincante los primeros seis minutos sin marcar y con un único gol en los nueve iniciales del primer acto.

Solo ahí hubo un amago de respuesta local, pero, tras un tanto de Morandeira ya camino del ecuador del primer tiempo que estrechaba el electrónico (4-5, min. 13), el Iberoquinoa Antequera decidió meter la directa. Anuló a su rival y colocó un parcial 0-4 rubricado por Nacho del Castillo. Ahí se rompió el encuentro, porque los forasteros ya manejaron el marcador a su antojo, hasta el punto de acumular hasta una diferencia de siete tantos (6-13, min. 27), con el propio extremo y Nacho Soto llevando la voz cantante en la anotación. Solo dos minutos de sesteo final, con un tanto local de Jaime Fernández tras exclusión de Cristóbal Ortega, impidieron una mayor sangría.

El segundo acto arrancó con un cierto intercambio de goles que no le iba mal a los pupilos de Ruiz, muy cómodos sobre la pista (11-15, min. 33). Tras un momento de exclusiones, Antequera se marcó otro parcial 0-3 con la aportación de Morales y Podadera, para recuperar su máxima ventaja. El encuentro estaba perfectamente controlado y pronto, tras dianas de Soto y Alberto Castro, llegaría una nueva máxima, ocho tantos (13-21, min. 41).

El avance de los minutos no hizo sino confirmar la clara superioridad ante un rival sin capacidad para frenar la riqueza ofensiva antequerana, con finalizaciones nítidas por los extremos o consecuciones de siete metros con el juego de pivote. Además, a ello se sumaban unos erráticos porcentajes de lanzamiento en el bando anfitrión, incluso en acciones claras que acabaron fuera de la meta de Alarcón.

Así, el electrónico fue estableciendo máximas distancias, de nueve, diez y hasta once goles (18-29, min. 55) tras un parcial 0-4 con un atinado Podadera. Fue un final plácido que permitió incluso economizar esfuerzos para nuevas batallas.