Jesús Jiménez: una mayoría de edad en el club de su vida

Todo empezó como una elección de las actividades extraescolares de su colegio, el San Vicente de Paul, en el barrio Cruz de Humilladero, cuando tenía 10 años. A partir de ahí, Jiménez no se ha separado del hockey. La evolución era palpable y dio el pistoletazo de salida como profesional a los 15 años, cuando inició su andadura con el equipo 'sénior' en el CD Málaga 91 y jugó con la selección española sub-16 y, dos cursos después, con la sub-18. Ya empezaba a ser complicado decirle adiós a este deporte. «Al vivir tantas cosas no te das cuenta del tiempo. Yo desde que empecé a los 10 años no recuerdo plantearme cambiar de rutina», recuerda.

Sus primeros pasos fueron en el Málaga 91, y a los 23 años llegó al club que le robaría el corazón, el Hockey Benalmádena. Pronto empezaría a vivir buenos momentos en este equipo. «Cuando llegué venía de disputar dos fases de ascenso a División de Honor B. Volví a jugar una con el Benalmádena, y tampoco subimos. Al segundo año sí lo logramos y fue un paso muy importante para el equipo y para mí, ya que era el cuarto año consecutivo que luchaba por ello», argumenta Jiménez. Ahora el capitán del conjunto benalmadense no pone «ni un pero» a sus dieciocho temporadas. «Ha habido años mejores, años en los que toca arrimar el hombro... Pero desde que llegué he estado a gusto», reflexiona.

La pasada temporada sí que hubo un momento de plantearse la continuidad en el equipo. El jugador asegura que hay tres momentos clave en una carrera deportiva, «el que juegas por inercia, el que te llena y el que tiene gran parte de pasión y de responsabilidad». Y en ese último es en el que se sitúa el capitán, con el '4' a sus espaldas durante todos estos cursos. «Tenía 40 años y el año pasado pensé en irme, pero no veía que fuese el momento. El equipo estaba fraguando algo bonito con un grupo joven... No era el momento de irme», asegura Jiménez. Y para esta nueva temporada, que arrancaron hace dos domingos, esa opción no había pasado por su cabeza ni la de ningún compañero del club. «No quería terminar así, tal y como acabó todo. Ni me lo planteé», confirma rotundamente refiriéndose a la crisis de la Covid-19. También hay un punto importante que el malagueño considera que ayuda a que pueda seguir jugando al hockey: su trabajo. «Me lo puedo permitir laboralmente. Soy administrador de una empresa de infusiones y tés y tengo mucha flexibilidad. Eso me ayuda mucho», asevera.

El equipo benalmadense ya ha arrancado este nuevo curso con dos partidos en la División de Honor B, y Jesús Jiménez siente este comienzo como algo «raro». «Estuvimos dos meses entrenándonos sin contacto... Lo especial va a ser cuando vayamos a un partido y no haya protocolo. Mientras tanto, todo es raro. Es seguro la temporada más atípica que vamos a vivir», apunta. Pero en lo que se refiere al equipo, el capitán lo tiene claro: este grupo tiene mucho potencial. «Hay calidad para ascender, pero conozco la categoría muy bien y eso no es suficiente», argumenta.

Aquella temporada 2010-11 el Benalmádena logró estar en la máxima categoría tras el ascenso a División de Honor A. «Ese año fue, junto con el ascenso a B después de cuatro años intentándolo, uno de mis mejores logros. Aunque te llena jugar en esa categoría, al final vives mucho más el momento del ascenso. Pero jugar en ella fue muy chulo», añade Jiménez. A partir de ahí, el equipo ha ido manteniéndose entre descensos y ascensos en la que es su categoría por excelencia, que es en la que compiten actualmente. Otra de las evoluciones y los logros que el capitán ha vivido en el club ha sido el cambio de las instalaciones. Ahora juegan en el campo municipal El Retamar, conocido como La Estupa y donde incluso equipos holandeses vienen a entrenarse en las épocas de frío. «Antes jugábamos en un campo de fútbol, y ahora tenemos uno con materiales específicos para el hockey», resume.

El Hockey Benalmádena tiene en Jesús Jiménez un espejo donde mirarse. La humildad, la competitividad y el equipo van de la mano de este capitán malagueño, que asegura que nunca va a perder la relación con este grupo después de más de 25 años jugando al hockey cada fin de semana. «Tengo mucho cariño a los jugadores y al club. Siempre voy a estar vinculado con ellos. Desde el primer día que me vaya voy a estar ahí ayudándoles», confiesa con nostalgia el capitán.