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Alex Honnold, en plena escalada libre a la cima de El Capitán. Abajo, su sonrisa tras alcanzar la cumbre. / NATIONAL GEOGRAPHIC
Un gato en la pared

Un gato en la pared

'Free solo', que refleja la mayor escalada sin cuerdas de la historia, bate récords en su estreno. Alex Honnold trepó los 914 metros de El Capitán sin margen de error

ANTONIO CORBILLÓN

Viernes, 12 de octubre 2018, 00:36

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Es el equivalente a la llegada a la Luna para la escalada mundial. «Una revolución hecha por un extraterrestre. Lo más parecido a bajar de dos horas en una maratón», se maravilla Tente Lagunilla, veterano escalador e himalayista (editor de www.arasdecielo.com). El 3 de junio de 2017, Alex Honnold (Sacramento, EE UU, 1985) se levantó antes del amanecer en su furgoneta adaptada con la que viaja a las grandes paredes verticales del mundo. Se puso su camiseta roja favorita, sus pantalones de nylon, sus pies de gato y la bolsa de magnesio para evitar la humedad en las manos. Se acercó a la base de El Capitán, la pared de granito lisa como la piel de un bebé de 914 metros que reina en las 'muelas' del parque Yosemite (California). Miró hacia arriba y comenzó a trepar hacia la historia de los retos humanos.

En algo menos de cuatro horas hizo cumbre sin ayuda alguna de cuerdas o arneses, con la determinación de un niño camino de un tobogán. Esperó a llegar arriba antes de que alguien se lo comunicara a su madre. Aquella hazaña de la escalada solo integral o 'free solo' (en inglés) sitúa a Honnold en el olimpo del deporte, en general, de todos los tiempos.

Con una diferencia que aclara Lagunilla. «Un atleta o un ciclista que persigue algo extremo, si no lo ve claro, se para o baja de la bici y está en la ducha en 20 minutos. Al alpinista extremo nadie puede ayudarle. Está solo y es la vida o la muerte. Eso los separa del resto». El documental que refleja lo que para cualquiera sería una locura se ha estrenado estos días en Estados Unidos. 'Free solo', producido por National Geographic, es la cinta de no ficción más vista del año y dará el salto a Europa en breve.

La simple contemplación del 'trailer' de promoción produce escalofríos. Se ve el fibroso cuerpo de Honnold pegado a las 'chimeneas' (hendiduras) como si fuera un trozo de musgo, caminar en puntillas sobre cornisas más estrechas que una caja de cerillas y, en algunos pasos con forma de nariz, quedarse colgado del abismo y sostenido por dos dedos de cada mano. Pulida y suavizada por los graciares durante miles de años, la cara de El Capitán no ofrece respiro. «Es como caminar sobre cristal», reconoce su conquistador, que había subido 80 veces antes con cuerdas. Tenía infinidad de notas escritas y calculado cada paso, cada giro, incluso con marcas de tiza para cada apoyo.

Un cerebro sin miedo

Como en otros deportes, la diferencia entre los grandes y los mitos no está en el cuerpo sino en la cabeza. «Mucha gente que escala con cuerdas tiene sus condiciones (las de Honnold). Pero lo suyo entre los montañeros se llama 'coco'», insiste Lagunilla. Un reto que marca la balanza suprema de un deporte: perfección o muerte.

Antes de asumir la escalada a pelo de El Capitán, Alex aceptó someterse a una resonancia magnética. Los neurocirujanos descubrieron que la parte del cerebro asociada al miedo, su amígdala, no se activaba cuando le mostraban imágenes violentas. El niega que sea inmune al pánico. «Sé que estoy en peligro, pero sentir miedo ahí arriba no me va a ayudar. Así que lo pongo a un lado y lo dejo ahí», ha explicado en las entrevistas que ha concedido durante la promoción de la película. A esa templanza ayuda la obsesiva preparación de sus retos. «Han sido diez años de entrenamiento y desensibilización», insistió.

Los cuatro cámaras, todos escaladores profesionales, reconocen que las pasaron canutas para seguir el vertiginoso camino de Alex. Además de hacerse invisibles e insonoros para el escalador, su mayor obsesión (también la del protagonista) era «no tener un encuadre suyo en caso de caída», explicó el codirector, Jimmy Chin.

Alex Honnold ya había realizado un intento previo a finales de 2016 pero se bajó de la montaña antes de una hora al percibir malas condiciones climáticas. Muy respetado por su humildad, colegas suyos como Peter Croft, el primero en hacer un integral solo en una pared de 300 metros, se preguntan «después de esto, que puede ser lo siguiente».

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