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Mari Ángeles, Laura y Sara Dueñas. GEMA MORÓN
Las 'Dueñas' del Waterpolo Marbella

Las 'Dueñas' del Waterpolo Marbella

Laura, de 22 años; Sara, de 17, y Mari Ángeles, de sólo 12, compiten juntas en el máximo exponente malagueño de este deporte, en la segunda categoría nacional

marina rivas

Viernes, 29 de enero 2021, 00:17

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Si ya resulta poco habitual encontrar a una pareja de hermanos o hermanas compitiendo a nivel nacional, aunque sea en diferentes disciplinas. Imaginen lo inusual de poder ver hasta tres, de edades dispares, compitiendo juntas y en el mismo equipo. Laura, de 22 años; Sara, de 17, y Mari Ángeles Dueñas, de tan sólo 12, acumulan casi el 55% de los goles del Waterpolo Marbella, el máximo exponente de la provincia en esta modalidad acuática, que actualmente atraviesa su mejor momento con su tercer puesto en el grupo A de la Primera División, el segundo escalón estatal. Aunque su distintivo va más allá, porque las Dueñas, que llevan prácticamente toda sus vidas unidas a este club, son ya parte del sello de la casa y cada una cuenta con un distintivo en el equipo. La mayor es la capitana, la mediana, la máxima goleadora (24 esta campaña), y la pequeña es la benjamina del combinado.

Esta es, además, la primera campaña en la que comparten filas, dado el ascenso de Mari Ángeles y el regreso de Laura, tras su paso por quirófano por continuas molestias en el hombro en los dos últimos años. Es curioso, pero las tres hermanas heredaron el mismo problema (de su madre), su hiperlaxitud; esto es, cuando los ligamentos de las articulaciones cuentan con un rango de movimiento mayor al habitual, lo que trajo consecuencias negativas en el rendimiento de la capitana.

Aunque también heredaron algo positivo tanto de su madre como de su padre: su pasión por el deporte. Ambos compitieron en artes marciales. Él, Ricardo Dueñas, incluso fue campeón del mundo de kick boxing. Su historia es curiosa, porque ambos, madrileños, se trasladaron a Marbella hace ya más de 20 años por el trabajo de él, entonces miembro de la seguridad de Jesús Gil; ahora, policía. No siguieron el camino de los tatamis, pero sí el de la competición y, aunque reconozcan tener sus pequeñas diferencias entre semejantes dentro del agua, todas coinciden en lo positivo que resulta formar parte del mismo equipo. «Las tres tenemos mucho carácter, Sara a veces no distingue entre capitana y hermana y Mari Ángeles es algo más tranquila. Pero lo positivo es que nos entendemos muy bien las tres y para mí es ilusionante el estar jugando y ver que también están mis hermanas en el agua», asegura Laura, también entrenadora de la cantera del club, que reconoce que sus hermanas están llamadas a superar su nivel deportivo: «Yo, por edad y proyección, creo que no podría aspirar ya al alto nivel, pero creo que ellas sí que podrían tener posibilidades de llegar a un equipo superior».

La mediana, Sara, estudiante de segundo de Bachillerato, se plantea incorporarse a algún equipo madrileño de poder estudiar el próximo año en una Universidad de la capital. Quiere seguir ligada al deporte, pero en su opinión, la mejor de las tres es la última generación. «La pequeña creo que va a ser la mejor, juega mejor que mucha gente con sólo 12 años, y ya está marcando y todo», afirma. Y, como la mayor, que se desempeña como boya, coincide en los pros y los contras de ser compañeras de equipo y hermanas. «¿Los contras? Quizá chocamos más entre nosotras que con el resto. A veces me cuesta acatar órdenes de mi hermana, aunque también considero que es la mejor capitana que podríamos tener; de los 'pros' destacaría que me siento más cómoda y apoyada jugando con ellas, saben hacerme volver a mi lugar cuando me desconcentro», señala.

Sara lanzó el testigo de futura promesa a la pequeña de la casa, aunque Mari Ángeles todavía no sabe si podrá ser capaz de recogerlo. Eso sí, de las tres, quizá es la que sueña más en grande con este deporte. «Para mí el waterpolo es vida, lo practicaría todos los días, en el futuro sí que me gustaría llegar a una Primera División (en este caso División de Honor) y llegar alto», apunta la joven, en Segundo de la ESO. Con sus 12 años no es sólo la más pequeña del equipo, sino también de las benjaminas de esta categoría absoluta. De hecho, de no ser por el parón en los equipos de base (por la pandemia), compaginaría el primer equipo con el infantil. «El salto es muy grande, pero voy a por todas. No me importa que las rivales sean más grandes», valora. Sabe que, por edad, le toca acatar órdenes, incluso de su hermana, como capitana, pero es consciente de que forma parte de su aprendizaje: «A nadie le gusta que le manden, pero soy la más pequeña y entiendo que si me riñan o me tienen que corregir, que es para mejorar».

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