España gana el balón en un saque lateral. francis silva

Tonga anima la fiesta del rugby en Málaga

El equipo oceánico gana por demolición a la selección española (6-40), ante más de 5.500 espectadores en un partido de gran nivel

Sábado, 5 de noviembre 2022, 22:32

Málaga se convirtió nuevaemente este sábado en la capital española del rugby, un deporte que levanta pasiones en gran parte del planeta y que en ... España tiene aún por delante mucho espacio para crecer. Más de cinco mil aficionados pudieron disfrutar de un partido internacional y no fue un encuentro cualquiera. Lo protagonizaron dos selecciones en franco proceso de crecimiento que pelean por dar el salto a la elite mundial del deporte oval. Tonga, que aspira a convertirse en una de las sorpresas de la Copa del Mundo que se celebra en Francia en 2023, demostró que no está muy lejos de conseguirlo. A la selección española, con un equipo llamativamente joven, le queda todavía mucho trabajo.

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Como suele pasar en una disciplina a la que jugadores y aficionados consideran más una forma de vida que un deporte, la fiesta se inició desde muy temprano en los jardines que separan al Martín Carpena del estadio Ciudad de Málaga. No todos los días se disfruta de un partido de nivel internacional y por eso el público se presentó desde casi dos horas antes del puntapié inicial.

El disfrute de los pequeños

Los más pequeños fueron quienes más disfrutaron. Más de medio millar de jugadores de las divisiones infantiles de todos los clubes españoles habían sido convocados para una actividad matutina organizada por el Club de Rugby Málaga –coorganizador del partido junto a la Federación Española de Rugby– y dieron todo el colorido y ambiente a los momentos previos al inicio del partido.

Igual que sucedió en el último partido internacional de la selección española en Málaga, celebrado hace seis años, las gradas del Ciudad de Málaga estuvieron prácticamente colmadas. Cuando se les da la oportunidad, los aficionados al rugby claman por que su deporte deje de ser invisible. Las 5.500 entradas vendidas son una prueba de ello. Al finalizar el partido, el capitán del equipo español, Jon Zabala, agradeció el calor del público y celebró el alto nivel de la organización durante toda la semana de preparación que la selección pasó en Málaga. «Tuvimos todo lo que necesitábamos, no nos podemos quejar de nada», subrayó.

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El partido mostró a dos equipos que se encuentran en momentos radicalmente diferentes. Los tonganos se preparan para jugar su novena Copa del Mundo, mientras que España, que no estará en Francia 2023, tiene como objetivo un horizonte más lejano, febrero de 2025, cuando se disputará la primera fecha clasificatoria para el próximo Mundial.

El 6-40 que el marcador señaló al final de los 80 minutos podría invitar a pensar que el partido tuvo poca historia, pero no fue así. Mientras le aguantó el físico, el joven equipo español plantó cara a una selección que lo superaba en experiencia y, sobre todo, en talla física. Como Zabala reconocería tras el partido, los delanteros sólo pudieron mantener la intensidad en el primer tiempo durante los primeros 30 minutos para sucumbir en los diez finales. El mismo escenario se repetiría en la segunda mitad. No en vano fue en la recta final del partido cuando los tonganos convirtieron una victoria más o menos ajustada en una goleada.

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Tres ex 'all blacks'

Las reglas de Rugby World, la entidad que rige este deporte a escala mundial, son muy flexibles a la hora de fijar normas sobre quienes pueden integrar un equipo nacional. A diferencia de lo que sucede en el fútbol, quien ha participado de una selección puede jugar para otra si cumple determinados requisitos. Tonga, que sufre el éxodo permanente de sus nacionales a las adineradas ligas de Australia y Nueva Zelanda, ha podido repatriar a exintegrantes de los poderosos All Blacks, la selección neozelandesa, nacidos en el pequeño archipiélago polinesio.

Entre ellos a Malakai Fekitoa, integrante de la selección que ganó la Copa del Mundo en 2015 y considerada como el mejor equipo de rugby de todos los tiempos. Fekitoa y otros dos antiguos 'all blacks' jugaron en Málaga para su país de origen, lo que da una idea del nivel de la selección a la que se enfrentaron los jóvenes españoles. Aun así, lo que acabó decantando el encuentro no fue la calidad técnica ni la disposición táctica de los equipos, igualados en orden y disciplina, sino el poderío físico. En ese capítulo la superioridad tongana fue aplastante.

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Los tonganos abrieron el marcador apenas iniciado el encuentro a través de un golpe de castigo lanzado por una de sus figuras, el apertura William Havili, formado como muchos de sus compañeros en la exquisita escuela neozelandesa, pero en la siguiente jugada los españoles empataron a través de su apertura, Gonzalo Vinuesa. Poco después, Havili volvía a adelantar a los suyos a través de un golpe de castigo.

Condenados a jugar sin la pelota y con el marcador en un ajustado 3-6, la selección española pudo inquietar a sus adversarios a través de embates aislados como el protagonizado por el zaguero John Wessel Bel a la media hora de juego. Poco después llegaría el primer ensayo del equipo oceánico, que consiguió apoyar el balón tras la línea de marca gracias al empuje de sus delanteros. Tras un sendo intercambio de golpes de castigo, el primer tiempo acabaría en un 6-18 que aún permitía que la afición albergara la esperanza de una remontada española.

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El segundo tiempo no empezó del todo mal. La defensa española consiguió contener a base de entusiasmo e intensidad los embates de la poderosa delantera tongana, aunque tanto estoicismo empezó a pagarse con lesiones. Primero el capitán Jon Zabala y poco después el talonador Santiago Ovejero tuvieron que abandonar el campo prematuramente. El primero tuvo que enfrentarse mientras estuvo en el campo con su par en la melé, el pilar tongano Ben Tameifuna, una fuerza de la naturaleza que reparte 144 kilos de músculo en sólo 1,82 metros.

A partir de los 15 minutos del segundo tiempo parecía que España se atrevía a jugar. En las pocas pelotas que consiguió, hiló jugadas de ataque que levantaron el entusiasmo en la grada, pero aquello no fue más que una efímera ilusión para los aficionados. En los diez minutos finales, comenzaron a caer los ensayos tonganos. Todos por el trabajo de su delantera.

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En el minuto 70, Salomone Funaki apoyó el balón tras la línea de marca española, seis minutos después lo hizo Halaleva Fifita, y en la última jugada del partido repitió Funaki. Para Tonga fue una victoria por demolición que dejó huella en el marcador pero no en el entusiasmo del público, que al final del partido regaló una larga ovación con la que agradeció el esfuerzo de ambos equipos. No todos los días la afición malagueña del rugby puede darse el lujo de disfrutar de un espectáculo de primer nivel.

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