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Con seis años le apodaron 'Burrito' por su parecido con el mito argentino Ariel Ortega, al que llamaban así, y a sus 34 le siguen ... conociendo de la misma forma. De la barriada de Girón, al lado de la Heladería Inma, Francisco David Ruiz Serrato, formado en las inferiores del mítico y extinto Caja Segovia, jugó durante diez temporadas en la élite antes de decidir volver a su casa para estar cerca de la familia. Hoy por hoy cuenta cuatro años en el equipo de su tierra, con el que ha conseguido ascensos, descensos y hasta una Copa del Rey estando en Segunda. Un poco de todo. Esta temporada se erige como el máximo goleador del equipo y también como faro de una escuadra que sueña con volver a Primera en uno de sus años más complicados.
–¿Cuál es su valoración personal de lo que va de temporada? A nivel personal y a nivel colectivo.
–Creo que está siendo una temporada buena, pero aún así creo que podría haber hecho bastante más. Estoy teniendo muchas ocasiones, también en el momento del portero-jugador, que no entran. Podría llevar cinco o seis goles más, tranquilamente. A nivel colectivo hemos tenido varios altibajos. Nos costó entrar en la categoría porque tenemos gente muy joven y notamos mucho al principio las lesiones de Mario Almagro y Santi. Luego entró Álvaro, que es muy joven y no tenía experiencia, y ha dado el callo. Y ahora tenemos la lesión de Nico Rosental. Ahora nos está costando meter goles y crear ocasiones, pero ahí estamos, en puestos de 'play-off'. Nadie daba un duro por nosotros.
–¿Está ante una de las mejores temporadas de su carrera? Es el máximo goleador del equipo.
–(Ríe). No, no. Creo que en detalles estoy marcando la diferencia en varios aspectos, pero creo que puedo dar muchos más. Ha habido un tramo en el que no he estado, también por cuestión de lesiones. No ha sido de gravedad, pero si he jugado con molestias.
–¿Cómo fue el verano? Con el cambio de denominación y la desvinculación con la UMA.
–Fue un palo duro para nosotros. Hubo incertidumbre con el tema de los cobros y el año pasado pasamos de ser campeones a irnos a entrenar a Moclinejo. Desestabiliza mucho y se notó en el rendimiento individual de cada uno. Cuando no hay una regularidad en los pagos, la gente ya no piensa en el equipo, piensa en «si desaparece, ¿qué hago?». Levantarnos nos ha costado mucho. Por eso este año es de transición.
–Sin embargo, apostaron por quedarse.
–Los que hemos apostado somos la gente de Málaga y los madrileños Álvaro y Mario Almagro. Estamos dando un buen nivel y vamos a hacer todo lo posible para que Málaga tenga un equipo en Primera División.
–Han demostrado, pese a las dificultades, ser un equipo ganador.
–Somos un equipo que compite hasta el final. Lo dejamos todo, pero hay veces que no nos da. El otro día perdimos contra un equipazo, pero nos exigimos ganarle. Ellos (el Alzira) eran profesionales y cobraban una media alta de dinero. Nosotros, con gente joven, competimos hasta el final, aunque se nos fuera el partido por detalles muy pequeños.
–¿Son los 'play-off' un objetivo o un premio?
–Es un premio que, cuando lo tienes tan cerca, se ha convertido en objetivo. Al principio, nadie nos dijo de entrar en los 'play-off', pero cada día estamos mejor y estamos con opciones. Desde que hemos entrado no hemos salido.
–¿Cómo son Tete y Crispi en el día a día?
–Son gente tranquila. Nos exigen mucho. Son gente de la casa, que saben manejar muy bien el grupo. Eso es lo más importante para la gente joven.
–¿Qué le ha dado la madurez que no tenía de joven?
–Bueno, con los compañeros sigo siendo el mismo, no me siento el veterano, digamos. En tema táctico sí es verdad que le exijo mucho a los más jóvenes y también a los más veteranos. Si damos todo y todos sabemos lo que tenemos que hacer, podemos incluso ascender. Sabemos que es difícil, pero está a nuestro alcance.
–¿Y físicamente? ¿Está igual que cuando tenía 23 o 24 años?
–No. (Risas). Cada vez cuesta más, sobre todo las recuperaciones. Antes estaba acostumbrado a hacer siete sesiones y ahora son cuatro. Encima, nosotros tenemos a gente trabajando y en el ritmo se nota. Jugamos contra profesionales y nosotros somos semiprofesionales.
–En verano de 2021 decidió volver al equipo de tu tierra, que estaba en Segunda, tras toda una carrera en la élite. ¿Qué pasó ahí?
–Mi familia. Echaba de menos estar con ellos. Mi mujer ya estaba embarazada de mi segunda hija y eso me tiró mucho. Ahora he tenido ofertas muy buenas para poder irme, pero ni me lo he pensado porque siento que este es un proyecto en el que tengo que estar.
–¿Quién es Burrito en lo personal?
–Bueno, como sabrás, he montado mi escuelita de fútbol-sala. Hemos avanzado muchísimo en dos años.De ser un club como el Playas de Málaga, que había bajado un poco porque ya no había tantos niños, a tener el doble. Hemos crecido un montón. El nivel ha subido mucho. Yo estoy entrenando a seis equipos, que en parte es una locura. (Risas). Me encanta esto y me estoy sacando el nivel dos de entrenador para formarme y, algún día, poder ser entrenador en la élite.
–¿No se dedica a nada más aparte del fútbol-sala?
–No, soy de los pocos profesionales que hay en el equipo, y aparte puse en marcha el proyecto de mi escuela para dar formación a los jóvenes, porque el fútbol-sala está muy desaparecido en combate. Hay gente con buenas cualidades, pero sin formación ni ayuda.
–¿Hay compañeros colaborando en la escuela?
–Sí, he fichado a Nico Rosental. Estaba solo y le propuse eso. Yo también he jugado fuera y la rutina de casa-entrenamiento-casa, a veces, se hace pesada. Hay veces que no tienes el día o que echas de menos a la familia.
–Eso es un gesto de líder. ¿Se siente así? No solo por su veteranía, también por su carácter y su personalidad.
–Al final intento ayudar a todo el mundo. Me involucro en todo lo que puedo. Yo soy así. Intento ayudar a los más jóvenes, aunque a veces también les echo el 'puteo' (ríe), pero porque soy muy exigente conmigo mismo y también con los demás.
–También es padre.
–Sí, de un niño y una niña. De siete y un año y medio.
–¿Un sueño cara al futuro?
–Hacer grande mi escuela. Codearnos con grandes clubes, pero con gente joven. Quiero estar en la formación de los pequeños. Enfrentarnos a las grandes canteras. Y ojalá que pueda entrenar algún día en Primera División. Es un reto lejano, por eso es importante formarme para lograrlo.
–¿Le quedan muchos años en la élite?
–Yo se lo digo a esta gente: si sigo metiendo goles, no me pueden echar. Si ascendiéramos, tendría que tratarme más como un profesional y delegar en la escuela. En Primera habría que cuidarse más. Siendo padre y con la escuela, tengo menos descanso del que debería.
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