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Mismos apellidos, metas diferentes

Natalia de Miguel sueña con ser olímpica en remo y su hermana, Celia, quiere ser policía aunque sin dejar de lado este deporte

marina rivas

Viernes, 12 de julio 2019, 00:29

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Se llevan escasos cuatro años, pero viéndolas juntas cuesta diferenciar quién podría ser la mayor. Eso sí, aunque ambas transmiten una gran pasión por el deporte y son disciplinadas con sus respectivas metas, sus aspiraciones reman hacia destinos muy opuestos. Los seguidores de la actualidad del deporte malagueño habrán escuchado en más de una ocasión el nombre de Natalia de Miguel, en este momento la mejor remera que ha exportado Málaga y, en concreto, el Real Club Mediterráneo, antes de pasar al Labradores sevillano.

La joven de 24 años es la única representante de la provincia (hombre o mujer) en la selección española absoluta de remo y está becada en el Centro de Alto Rendimiento de Sevilla, donde también estudia INEF y trabaja como monitora de remo para el club. Bronce en los Juegos del Mediterráneo de Tarragona el pasado 2018 y asidua con el combinado nacional en el doble scull de peso ligero, desde hace prácticamente un año, Natalia vive por y para un objetivo: «Mi cien por cien va para el remo ahora mismo, porque quiero ser olímpica y no lo veo imposible. Con mi pareja de embarcación (Rocío Laó), estamos avanzando físicamente y si, además de eso llegamos bien psicológicamente, creo que podemos lograrlo», se sincera. Para ello, la forma más cercana de clasificación es quedando este verano entre las siete mejores del Mundial de Linz (Austria), para el que ya ha sido convocada.

La mayor compite desde este viernes en la tercera Copa del Mundo, en Roterdam, y la menor está como entrenadora en el Nacional de remo olímpico

Objetivos diferentes

En la cara contraria de la moneda y, aunque su nombre no sea noticia con tanta asiduidad, está su hermana de 20 años, Celia de Miguel. A pesar de su juventud, sorprende su madurez y todas las cosas que compagina al mismo tiempo: estudia Enfermería, oposita para ser policía, entrena a un grupo de infantiles del Real Club Mediterráneo y también compite a nivel regional y nacional. «Mi objetivo no es ser internacional. Veo el sacrificio de mi hermana de vivir por y para esto y no me veo igual. Yo quiero ser policía, por mucho que me guste competir en remo», asegura la menor de las hermanas.

Celia compite en diferentes modalidades, especialmente en remo olímpico, pero en embarcaciones para cuatro o más personas. Ambas llegaron a competir juntas cuando compartían club e incluso lograron un título nacional junto a María Galván y Ángela Rodríguez, pero era otra etapa. Natalia necesitaba despegar a nivel deportivo y Celia no necesitó marcharse de casa para conseguir sus metas. Así, mientras en este momento la mayor está compitiendo en la tercera Copa del Mundo, en Rotterdam, la menor se encuentra en el Campeonato de España de remo olímpico como entrenadora de su grupo de remeros del club. «Sí que me haría ilusión que volviéramos a remar juntas en las competiciones de clubes y que yo pudiera volver al Club Mediterráneo, pero de momento estoy contenta con mi actual club y también me dan trabajo allí. Además, por el momento voy a seguir en Sevilla. También tengo a mi novio allí», explica la internacional. Su pareja, Jaime Canalejo, también es medallista internacional en remo con la selección.

El que las hermanas se hayan ido distanciando es cuestión inevitable del tiempo. Sin embargo, aprovechan cualquier momento libre para ponerse al día por teléfono o consultarse cualquier cosa sobre ellas o la familia, sobre si su padre logró acabar aquel ironman y su madre sigue con la rutina de gimnasio. Y es que el deporte es algo que sus padres les inculcaron desde pequeña. Una lo vive desde un segundo plano y manteniendo otra meta laboral, y otra decidió convertirlo en su modo de vida. «Creo que lo más complicado ahora es trabajar bajo presión. Ahora estamos con un psicólogo para que nos ayude a sacar nuestro potencial en competición», explica Natalia, que añade otro aspecto sacrificado: «Tener que dar siempre un peso para el bote es un estrés extra. Si he subido algún kilo tengo que quitarme las cenas o hacer un proceso de deshidratación. Me abrigo y me pongo a sudar para perder o hago una comida al día en la jornada previa a la competición». Se trata de sacrificios que ella misma ha elegido sabiendo que su meta no es otra que llegar a la élite.

Natalia y Celia, en las instalaciones del Real Club Mediterráneo.
Natalia y Celia, en las instalaciones del Real Club Mediterráneo. M.R

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