Javier Fernández, en lo más alto del mundo

El triunfo en China se labró en la segunda jornada. Después del programa corto Javi Fernández contaba con 92,74 puntos, por detrás de los 95,20 de Yuzu Hanyu. En condiciones normales habría vencido el primer japonés que había sido campeón del mundo en dos ocasiones, el vigente campeón olímpico y compañero de preparación del español en los exigentes entrenamientos de Brian Orser en Toronto. Pero en su turno del programa libre el asiático falló dos veces uno de las piruetas más complicadas de este deporte: un salto con cuatro vueltas en el aire. El madrileño también erró en una ocasión la difícil maniobra pero clavó su otro intento con una magnifica combinación que se unió a su impecable patinaje y su originalidad al ritmo de la ópera bufa de Gioachino Rossini. «A veces quiero algo totalmente diferente a lo que he hecho. Este año en el programa largo tengo 'El barbero de Sevilla' porque quería algo español que estuviera relacionado con España pero no sonara a una música española porque todos los de danza tenían obligatoria un pasodoble. Vivo buscando, innovando cosas nuevas», había avanzado a Colpisa al comienzo de la temporada. Los jueces valoraronen Shanghaí la ejecución, belleza y las novedades del español con un total de 273,90 puntos, por los 271,08 de la gran figura del patinaje artístico.

Tardó en percatarse Javi Fernández porque la exigencia del programa libre ya le había dejado exhausto en la pista mientras las numerosas seguidoras del atleta (las 'Nandezgirls') le lanzaban flores y peluches. Fatigado y sudoroso esperó en la sala de espera con su amigo Hanyu al otro lado del cristal -le había animado durante su actuación- y sólo la tensión del momento retrasó el disfrute de su título cuando el público vitoreó el resultado oficial que le concedía el primer puesto. Ya en el podio recibió el primer reconocimiento de parte del campeón olímpico con un abrazo intenso de fraternidad y de distinción de su máximo rival. Después, en lo más alto contuvo las lágrimas al escuchar el himno.

Todos los condicionantes agrandan la hazaña del madrileño que abandonó el barrio obrero de Cuatro Vientos para explorar los límites de su talento en Rusia, Estados Unidos y finalmente en Canadá. En el hielo de Shanghái fructificaron los esfuerzos de unos padres que renunciaban a las vacaciones para que su hijo tuviera una oportunidad, la visión de su entrenador Brian Orser y la indudable personalidad de un atleta con un estilo más deportivo que colabora activamente en su detallista puesta en escena. El triunfo supone un nuevo impacto en la moral del madrileño de 23 años. En condiciones similares Hanyu suele recibir mejores puntuaciones por sus dotes artísticas, pero superarle por una vez en una gran competición internacional supone otro objetivo superado por el optimista español. En lo sentimental también le permitirá cumplir su deseo de popularizar el deporte sobre hielo en su país porque el campeón del mundo es español, el próximo Gran Prix -torneo que reúne a los mejores del año- volverá a celebrarse en Barcelona y además la victoria del madrileño ofrece a España tres plazas en el concurso individual para el mundial del próximo año.

No obstante, Javi Fernández se sintió emigrante de nuevo. Saboreó el éxito lejos de su casa y de su familia. El triple campeón de Europa (Zagreb 2013, Budapest 2014 y Estocolmo 2015) y dos veces bronce mundial (London -Canadá- 2013 y Saitama 2014), tardó en poder compartir la alegría con los más cercanos porque su hermana, aquella que le inició en el patinaje, y sus padres tuvieron que esperar a que atendiera a Miguel Cardenal, presidente del Consejo Superior de Deportes, y a los medios de comunicación españoles. Después, el patinador que entrena en el el pabellón Invernia de Valdemoro (Madrid) se desprendió del mal sabor de boca que le dejó el cuarto puesto en los Juegos Olímpicos de Sochi, cuando también era uno de los favoritos. «¡Ya es mía!», tuiteó con varias fotografías en compañía de la medalla que nunca ganó un español. «Mis fuertes suelen ser los saltos», suele comentar para describir su estilo. El último ha sido el más increíble. Le ha elevado a un lugar privilegiado desde el que proclamó a todo el mundo: «¡En lo más alto del mundo! Gracias una vez más por vuestro apoyo».