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ALBERTO GÓMEZ
Miércoles, 4 de abril 2018, 00:24
El deporte no se libra de la brecha salarial entre hombres y mujeres. La celebración del ANA Inspiration, primer 'major' del año, ha servido para poner en marcha distintas actividades destinadas a reclamar la equiparación de ingresos en los circuitos masculinos y femeninos. Hasta el desierto de California, donde se disputa el torneo, se desplazaron la semana pasada atletas de diferentes especialidades que, de la mano de la actriz y activista Ashley Judd, comentaron sus experiencias y reivindicaron igualdad también en el ámbito del deporte profesional. Para la mayoría de las participantes en los coloquios que tuvieron el club de Mission Hills como escenario resulta frustrante obtener un rendimiento económico muy escaso a unos logros similares a los de sus compañeros masculinos cuando el esfuerzo y la dedicación son los mismos. Deportes como el tenis, el hockey o el atletismo llevan años de ventaja sobre el golf en materia de igualdad salarial.
Hace más de cuatro décadas, la tenista estadounidense Billie Jean King aceptó el reto de su colega Bobby Riggs, que pese a sus 56 años aseguró ser capaz de ganar a cualquier mujer, crecido por su conocida misoginia y por haber derrotado meses antes a la australiana Margaret Court, por entonces número uno mundial. King dio la vuelta a la historia y arrolló a Riggs por 6-4, 6-3 y 6-3 en una exhibición seguida por 90 millones de telespectadores. Más que un partido de tenis, aquello fue un golpe en la mesa para que las deportistas fueran consideradas tan profesionales y tan capacitadas para la competición y sus exigencias como los hombres. La conquista de King resulta fundamental para entender por qué el tenis es el único deporte que ha alcanzado la igualdad salarial entre hombres y mujeres en sus torneos más importantes, incluidas las cuatro pruebas del Grand Slam.
El golf aún está lejos de igualar los premios de sus campeonatos, pero la proyección de los circuitos femeninos, especialmente el americano, ha aumentado de forma extraordinaria en los últimos años, de forma similar a la popularidad que el tenis adquirió en los noventa. En España, sin embargo, el golf sigue arrastrando la etiqueta de ser un deporte elitista y excesivamente complicado. «Es mucho más caro hacer surf o esquiar. Falta cultura deportiva, conocimiento. Hace dos meses, antes de ir a los Juegos Olímpicos, me preguntaron si esto era un deporte», cuenta sorprendida Marta Figueras-Dotti, precursora del golf español y referente europeo.
El auge de este deporte resulta evidente en Estados Unidos y algunos países asiáticos, donde el impacto económico y mediático de los torneos femeninos aumenta cada año, un crecimiento que en el sur de Europa es mucho más discreto, aunque en algunos países como Francia, donde se disputa uno de los cinco 'majors' de cada año, las mujeres ya atraen a los campos a miles de aficionados. Empieza a ser hora de derribar barreras.
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