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Deschamps, tras la victoria ante Bélgica. AFP
Deschamps y el reto de emular a Aimé Jacquet

Deschamps y el reto de emular a Aimé Jacquet

El seleccionador francés llegó en 2012 con el objetivo de reiniciar a un equipo sumido en el fracaso, y desde entonces ha llegado a dos finales

jACOBO CASTRO

Madrid

Martes, 10 de julio 2018, 22:53

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El 23 de Junio de 2012, el fútbol francés tocó fondo. Un doblete de Xabi Alonso mandaba a los galos a casa en los cuartos de final de la Eurocopa. Se repetía un España – Francia en la misma ronda del torneo doce años después. En aquel año 2000, los galos contaba con una generación campeona del mundo, que buscaba seguir haciendo historia, mientras que los españoles trataba de encontrar su lugar en el panorama internacional. Por supuesto, 'les bleus' se llevaron aquel partido. En 2012, los papeles se intercambiaron. Francia era la que buscaba reencontrarse ante un equipo español que dominaba el fútbol mundial. Aquel triste final en Donestk era un claro aviso a Francia: había que reiniciarse.

Desde la final del Mundial 2006, Francia había coleccionado fracaso tras fracaso. Se mezcló el fin de una generación (Henry, Thuram, Makelele, Vieira), con otra que no terminaba de arrancar, donde destacaban jugadores como Ribery, Benzema o Nasri. Había que buscar nuevos futbolistas. Jugadores jóvenes que, llegado el momento, estuviesen preparados. La Euro de Francia, que se disputaría en 2016 parecía una buena meta. Pero, ¿cómo hacerlo? En el pais galo conocía el camino.

En 1993, tras el fracaso francés en la Eurocopa del 92, y a cinco años de albergar un Mundial, Aimé Jacquet se hizo con las riendas de la selección. Su tarea era clara: preparar un equipo campeón para 1998. Lo logró. Aquella selección fue campeona del mundo. Había que repetir aquel proceso. ¿Pero quién podía llevarlo a cabo? Fue entonces cuando surgió un nombre: Didier Deschamps. Había sido el capitán de aquel equipo de leyenda y conocía el modelo. Además, tenía algo a favor: era un entrenador con gran experiencia. Entre otras cosas, en 2003, había llevado con un equipo limitado como el Mónaco a la final de una Champions. Fue el elegido.

Aire fresco en la selección

Deschamps empezó a contar con jugadores jóvenes que venían destacando y que habían sido campeones en categorías inferiores de la selección. Quería encontrar jugadores que se amoldasen a lo que él tenía al lado en la selección del 98: una estrella que dominase los tiempos entre líneas como Zidane, un centro del campo sólido como el que formaban él y Karembeu, y una línea defensiva impenetrable, con jugadores más defensivos que ofensivos en los laterales. Sus intenciones se tradujeron en hechos: adiós a Ribery o Nasri. Savia nueva. Griezmann, Varane o Pogba a escena.

Los primeros dos años fueron complicados pero se resolvieron de manera satisfactoria. Tras una fase previa donde se enfrentó a España, Francia se clasificó para el Mundial de Brasil. Allí Deschamps comenzó a esbozar lo que quería. Tras superar la fase de grupos y los octavos sin problema, la Alemania que terminaría siendo campeona mandó fuera los franceses. Era el primer golpe, sin duda, pero la cosa había cambiado. Nadie sabía como iban a acabar las cosas, pero Deschamps había empezado a mostrar como quería empezarlas. En aquel Mundial ganaron importancia dos ideas que acabaría siendo claves en la nueva Francia: un centro del campo fuerte con tres jugadores de gran despliegue físico, en aquel caso Pogba, Matuidi y Sissoko; y la aparición de un talento emergente que acabaría por sepultar a Benzema, el supuesto lider de aquella selección. Ese talento era francés pero hablaba español. Antoine Griezmann.

Euro 2016, la confirmación de un modelo

La Eurocopa de 2016 fue la confirmación del plan maestro de Deschamps. Con Benzema fuera por temas extradeportivos, Francia se presentó en su torneo confirmando lo que había apuntado en el Mundial dos años antes. El centro del campo galo arrasaba físicamente con sus rivales, la defensa no sufría en exceso, y arriba, por fin, había encontrado a ese jugador que daba vida entre líneas. Griezmann se había confirmado. Tras llegar a la final superando a la Alemania campeona del mundo, nadie dudaba que Francia había vuelto. Pero en el fútbol solo el resultado da la razón. Portugal, con muy poco, se llevó la Eurocopa venciendo en la final por 1-0. Era un fracaso que no se correspondía con lo que apuntaban los franceses. Fue un momento de cabeza fría. Las sensaciones eran buenas. No había que dar por finalizado el proyecto Deschamps. Había que aprovechar la inercia.

El Mundial de Rusia puede ser la llegada de Deschamps a lo que comenzó a buscar hace seis años. Su defensa, con dos centrales de primer nivel, se vio completada, con respecto a las anteriores citas, con un central jugando de lateral izquierdo: Lucas Hernández. El centro del campo continúa siendo esa muralla física, uniendo a la pelea a un hombre imparable, Ngolo Kanté, que dio incluso mayor solidez. Por último, arriba, Deschamps buscaba una estrella y encontró dos. Porque a la gran calidad de Griezmann, erigido en estrella de la selección gala, se ha sumado un talento con el que jamás contó la Francia del doblete. Una fuerza de la naturaleza llamada Mbappé. Deschamps conocía el camino, y ya tiene a Francia en el mismo lugar donde la llevó como jugador hace veinte años. Un nuevo ciclo, una nueva generación. Jacquet consiguió el primer mundial para Francia. Deschamps quiere coronar su obra con el segundo.

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