Migue Fernández

Esta vez sí, el Rincón vivió el sueño completo de la Copa

El club rojillo llenó el primer anillo de La Rosaleda y disfrutó de la cita en su máximo esplendor llegando a fantasear con poder superar al Espanyol

Sábado, 12 de noviembre 2022, 23:37

Esta vez sí, el Rincón vivió la experiencia de la Copa del Rey en todo su esplendor. Hace dos años ya hizo historia al medirse ... al Alavés en primera ronda del torneo, pero aquella vez coincidió desafortunadamente con los momentos más duros de la pandemia y La Rosaleda no se pudo abrir al público. En esta ocasión, el humilde conjunto de la Axarquía, líder actualmente del grupo 2 de División de Honor (el sexto escalafón del fútbol español), pudo disfrutar del 'pack' completo.

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La plantilla, formada por trabajadores y estudiantes, pudo sentirse como un grupo de profesionales desde el inicio hasta el final. Un merecido premio tras la odisea recorrida para llegar hasta este partido (tuvo que conseguir siete victorias consecutivas en la temporada pasada para jugar a Copa Andalucía y luego ganar en Montilla con una tanda de penaltis de infarto). El esfuerzo volcado honra más aún el verse de nuevo, apenas dos años después, en la Copa del Rey ante un Primera como el Espanyol.

Aunque parezca sencillo de conseguir porque lo han logrado de forma muy consecutiva, conviene no acostumbrarse a estos acontecimientos porque es imposible predecir cuándo podrán llegar hasta aquí de nuevo. Por eso el club tenía la misión de organizar una jornada inolvidable y que en parte también reparase aquella primera vez sin aficionados y simpatizantes en las gradas. Impulsados por la colaboración del Ayuntamiento de Rincón y del Málaga C.F., la entidad rojilla firmó una noche mágica más allá del partido en el terreno de juego.

Si no hubiera sido por el color rojo del equipo rinconero, que tiñó parte del estadio de Martiricos, habría sido más difícil no confundirse por momentos con el ambiente habitual de las mejores citas del Málaga. Entre otras cosas porque se cumplió con casi todos los detalles de la liturgia habitual de los encuentros profesionales gracias a que gran parte del municipio se volcó. Para empezar, miles de personas se agolparon en las inmediaciones de La Rosaleda para recibir al autobús de la plantilla rinconera.

Una vivencia que los propios jugadores compartieron en directo en sus redes sociales particulares. Luego, una vez dentro del campo, los asistentes se multiplicaron hasta prácticamente llenar el anillo inferior del estadio. Casi ocho mil personas que animaron desde el primer segundo y reaccionaron con cada acción favorable del Rincón, por pequeña que fuese, como un logro. El entusiasmo era tal que la grada retumbaba como si estuviera lleno, con 30.000 gargantas.

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Ayudó a este ímpetu general la gran afluencia de jóvenes gracias a la asistencia de clubes deportivos de base de la localidad del área metropolitana de malagueña. Vinieron en grandes grupos y vestidos con sus uniformes para ser el gran pulmón de la grada.El famoso cántico de «¡A por ellos!», acompañado con una ola del público, sonó apenas alcanzados los primeros 11 minutos de partido, cuando se comprobó que el equipo rinconero podía sostener el sueño de dar el 'pelotazo' al asentarse bien ante un rival evidentemente superior sobre el papel en todos los sentidos. Tampoco se querían perder la fiesta algunos de los seguidores del Espanyol repartidos en Tribuna, integrados también en el ambiente, como si todos fueran del mismo equipo. Aunque lo más llamativo del conjunto catalán es que había un grupo de niños de la escuela que tiene el club en Albolote, Granada.

Uno de los momentos de mayor decibelios fue antes del descanso, cuando el Espanyol sufrió la expulsión de Dani Gómez. Se celebró como un gol y dio paso a los «¡Sí se puede!». Algunos que veían imposible la gesta empezaron a creer. Aunque esto duró poco. Con la expulsión de un jugador del Rincón y el punto de velocidad que impuso el Espanyol hacía ver lo inevitable. Fue el momento del «¡Que nos quiten lo 'bailao'» en una noche inolvidable que acabó con una emotiva vuelta al campo y los intentos de hacerse con algún obsequio como recuerdo de la noche.

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