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Miércoles, 13 de marzo 2019, 00:15
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Aguantando las lágrimas, con la voz entrecortada y visiblemente emocionado. Así decía adiós en la madrugada del lunes Francis Alonso a la temporada en la NCAA –la Liga universitaria de Estados Unidos– y también a cuatro sobresalientes años de competición en la Universidad de Greensboro. La derrota de su equipo en la final de la Southern Conference ante Wofford (58-70) deja a Alonso fuera del 'March Madness', el torneo final de temporada, al menos de manera directa. La única opción que le queda a su universidad de competir en la 'locura de marzo' es rec ibir, el próximo domingo, una invitación del comité universitario.
«Haber estado aquí cuatro años ha sido una oportunidad para toda mi vida. Compartir vestuario con jugadores y entrenadores como los que he tenido ha sido una experiencia para aprender y que no voy a olvidar nunca. Me han dado una oportunidad para crecer como jugador y como persona y siempre voy a estar agradecido», decía el jugador en la rueda de prensa posterior a su eliminación.
A la espera de conocer si llega esa invitación para el torneo final o si su equipo disputa otros eventos de postemporada de menor entidad, el jugador de 22 años y formado en el Unicaja tiene que empezar a pensar en su futuro como profesional. Es difícil extrapolar el nivel de un jugador en la competición universitaria al de la competición entre profesionales. Si Alonso puede llegara jugar en la NBA, algo realmente complicado, o si puede tener una presencia importante en el baloncesto europeo lo dirá el tiempo.
Pero el excanterano de Los Guindos quiere apurar todas las opciones en Estados Unidos antes de escuchar ofertas de España. El jugador quiere participar en algunos de los entrenamientos previstos para los jugadores de último año y tener la oportunidad de trabajar con alguna franquicia de la NBA e incluso tratar de jugar las ligas de verano. El siguiente paso sería regresar a España y escuchar ofertas para debutar como profesional. El Unicaja le sigue la pista y tiene derecho de tanteo sobre él si quiere jugar en la ACB, al igual que en el caso del marbellí Rubén Guerrero. El jugador ya ha dicho públicamente que le haría mucha ilusión jugar en el primer equipo de su tierra. El problema es que sus buenos años en la universidad, donde se ha consumado con un excelso tirador –ningún jugador español ha anotado tanto como él en la NCAA– no han pasado desapercibidos por otros clubes, que podrían pujar por él.
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