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Zahara pasó la noche del martes en el Museo Picasso. SUR
VIOLETA

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Línea de fuga ·

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Domingo, 25 de noviembre 2018, 00:06

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Su madre le acaba de hacer las coletas con dos gomillas justo del mismo color mostaza de la sudadera con pompones que quisimos reservarle para los días de fiesta, pero que se pone a diario porque le encanta. Y canta. Lleva días cantando una canción sin que seamos capaces de identificarla mientras mueve los brazos y las manos en una extraña coreografía. Ha heredado mi impaciencia y a veces se desespera, porque ella sabe que se explica muy bien, pero nosotros seguimos sin saber qué canción quiere que le pongamos en la tele para seguir ensayando.

Hasta que hace un momento ha dicho «la puerta violeta» y hemos cogido el teléfono móvil para buscar en YouTube el vídeo de Rozalén y ella dice que sí, que es esa pero no justo esa, es la de más abajo. Y estira el dedo índice hasta tocar un pequeño rectángulo negro del que salen alumnos de un instituto de nuestra ciudad. Forman grupos de a tres. Al principios creemos que llevan guantes, pero al poco nos damos cuenta de que en realidad tienen las manos pintadas de colores para que resalten sobre el fondo negro, porque el baile de V es realidad la traducción de la letra de 'La puerta violeta' al lenguaje de signos. Y Vera canta la canción de Rozalén frente a la mesa del comedor, sentada en la silla transparente de Ikea, balanceando los pies a un palmo del suelo y moviendo los brazos y las manos mientras amanece al otro lado de la cortina.

Canta V a las ocho y diez de la mañana que hay «un monstruo gris en la cocina / que lo rompe todo / que no para de gritar». Y eres tú. Acabas de serlo. Lo fuiste ayer y aunque lo niegues volverás a serlo mañana, pasado, como mucho. Otra vez. Canta y hace el gesto de abrir una puerta imaginaria como dice la canción. Canta y hace como si corriera para gritar en falsete el final del estribillo: «Sé lo que no quiero / ahora estoy a salvo». La clase de V lleva días ensayando la canción de Rozalén para representarla el viernes en el colegio por el Día Contra la Violencia de Género que se celebra el domingo. Pero al final lo han aplazado para el lunes porque el viernes amenazaba lluvia, aunque hoy es martes y está lloviendo en mitad del salón justo antes de salir pintando para el cole.

Llueve en la mirada que nos cruzamos su madre y yo mientras escuchamos cantar a V la letra de Rozalén y nos sube por el espinazo el escalofrío ante el miedo de que alguna vez pase por algo parecido a eso que dice la canción. Canta V y tengo en brazos a su hermano pequeño y pienso en cómo educar a un niño para que no se convierta en un hombre que transforme su frustración, su incertidumbre y su miedo en una violencia emocional calculada para quebrar la intimidad sin romper las apariencias.

Canta V sin mirar la pantalla porque a ella también se le quedan las letras de las canciones casi a la primera. Canta V y recuerdo la parte en la que Santi Balmes canta «Soy todo lo que prometí no llegar a convertirme» en 'Guerra y paz' de Zahara, que esta tarde canta en mi ciudad en el décimo concierto del ciclo 'Noche en el museo' de la Fnac. Pero es martes y llueve y los niños tienen mocos y acaban de salir de la fiebre y el concierto empieza a las siete de la tarde un día entre semana y mañana hay cole y llegas tarde a la clase de inglés y a ver con quién dejamos a los niños y luego es un follón recogerlos de la casa de los abuelos con el frío y la lluvia y los mocos y los baños y las cenas y tiene pinta de que os vais a perder a Zahara en el auditorio del Museo Picasso como os perdisteis al Kanka en el CAC, a Zenet en el Pompidou y a la propia Rozalén en el Museo Ruso.

Y mira que 'Noche en el Museo' tiene las hechuras justas de oasis en mitad de la semana, una promesa de tregua y cena rápida en el UveDoble, si andas por el centro. Algo así como un claro en el horizonte hasta la próxima tormenta en el salón por otro agobio desquiciado antes de salir otra vez corriendo para llegar otra vez tarde a otra cita para escribir otra vez algo apresurado sobre alguien que quiere salir en el periódico y que quizá luego te mande un mensaje para darte las gracias y dejarte con la sensación de haberte colgado una medalla. O un lazo. El de hoy sería violeta.

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