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Lola Herrera sigue en los escenarios en plena forma con 88 años. rodrigo jiménez
«Todas las ideas antediluvianas vienen de no saber realmente de dónde venimos»
Entrevista a Lola Herrera | Actriz

«Todas las ideas antediluvianas vienen de no saber realmente de dónde venimos»

Denuncia con dolor la veterana intérprete, a sus 88 años, que durante la pandemia «a mucha gente, por ser mayor nada más, se la han llevado por delante sin atenderla». Ha vuelto al teatro con la obra que la ha consagrado para la Historia: 'Cinco horas con Mario'

ANTONIO ARCO

Domingo, 26 de septiembre 2021, 00:25

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Lo dice con su voz suave, inconfundible, familiar: «Te pasas la vida haciendo méritos para que te acepte todo el mundo. Yo lo pasaba muy mal cuando no me querían». Lo recuerda Lola Herrera (Valladolid, 1935), que empezó su carrera profesional haciendo radionovelas y después dio el salto al teatro, donde ha cosechado importantes éxitos por su participación en montajes como, precisamente, 'Cinco horas con Mario', la función que lleva décadas reclamándola. Protagonizó una de las películas de culto del cine español, 'Función de noche', y elevó la temperatura de la escena española deleitándose al acariciar el cuerpo escultural de Victoria Vera. Juntas interpretaron 'Las amargas lágrimas de Petra von Kant', de Fassbinder, uno de los montajes que la confirmaron como una de las más importantes actrices españolas.

Mejor acariciar los dones de Victoria Vera que pasar cinco horas con el marido muerto, una situación que le ha hecho pasar a la mejor historia de la escena en español. Su interpretación de la pobre viuda Carmen Sotillo en 'Cinco horas con Mario', el montaje basado en la novela homónima de Miguel Delibes y dirigido por Josefina Molina, ha dejado durante años conmocionados los patios de butacas de todo el país. Lola Herrera y el personaje de Carmen Sotillo son ya inseparables, se comprenden, se estimulan, se meten al público en el bolsillo, garantizan el éxito.

Y pasan los años y la actriz -el destino manda- vuelve a darle vida en escena con la misma pasión de siempre, en esta ocasión en el madrileño Teatro Bellas Artes. La historia es conocida: «Estamos en marzo de 1966. Carmen Sotillo acaba de perder a su marido Mario de forma inesperada. Una vez que las visitas y la familia se han retirado, ella sola vela durante la última noche el cadáver de su marido e inicia con él un monólogo-diálogo en el que descubrimos sus personalidades y los conflictos de su matrimonio».

Asegura la actriz: «El tiempo hace milagros. Yo logré vomitar todo lo que me destruía y estoy mejor que nunca. Estoy en paz, por fin». Muy atrás quedó ya el infierno que vivió durante los años que precedieron a la citada 'Función de noche', la película que también dirigió Josefina Molina y que ella protagonizó junto a su marido, Daniel Dicenta. Ambos mostraron en público todas sus miserias como pareja y el dolor que arrastraban: «Fue muy liberador, mi terapia personal y a lo bestia». Un desnudo tan descarnado le permitió «ya para siempre ser yo, sin mentiras, con la verdad por delante. Y eso que soy un ser muy vulnerable. Estaba muy desesperada».

- ¿Por qué Carmen Sotillo?

- No la he elegido yo, me ha elegido ella. Llegó a mis manos y nos hemos ido encontrando a lo largo de muchísimos años. La verdad es que el texto de Delibes ha sido siempre acogido por el público de una manera sumamente especial. Ahora, de nuevo estamos juntas hasta enero, que será cuando ya nos despidamos Carmen y yo.

- ¿Definitivamente?

- En mis cálculos no está el volver a hacer este personaje, pero ya sabe eso de 'nunca digas nunca jamás'. También es cierto que yo no tengo mucho tiempo ya.

- ¿Qué dice a las gentes de hoy esta función?

- A través del personaje, averiguamos la historia más reciente de nuestro país, cómo eran los años 60. Nos recuerda lo que hemos dejado no hace tanto: una dictadura, una sociedad como la de entonces; esta de hoy tiene sus pegas, pero de la que habla Delibes tenía una gordísima: una dictadura, una vida sin libertades y todo lo que eso conlleva. Hay tan poca afición hoy a conocer lo que nos ha pasado anteayer...; siempre estamos pensando en lo que nos va a pasar mañana. No sabemos de dónde venimos, y creo que los brotes que se están dando ahora de todas esas ideas antediluvianas vienen de no saber realmente de dónde venimos. Si lo supiésemos, tendríamos claro que ahí no queremos volver. Lo peor de aquellos tiempos era todo, y lo mejor era lo que nos inventábamos para seguir viviendo y seguir batallando con la ilusión de que ese espanto se iba a terminar un día. Una dictadura, de derechas o de izquierdas, no es el sueño de ningún ciudadano. Lo deseable es que todas las dictaduras desaparecieran del mundo entero. Por eso, lo importante es que la gente tenga memoria, no esté descerebrada y sepa de dónde venimos.

- ¿Está preocupada?

- La verdad es que no concibo hoy la existencia de la extrema derecha, que parece extenderse como una especie de corriente general por toda Europa. Sé que todo el mundo tiene derecho a pensar lo que quiera, pero no entiendo determinados pensamientos. Y me inquieta que ahora mismo, con todo el acceso que tenemos a la información y al conocimiento, y con la cultura general que se supone que hoy tiene mucha más gente que en otros momentos de la Historia, se puedan pensar determinadas cosas. Creo que, aquí en nuestro país, a las nuevas generaciones no les hemos enseñado bien todo lo que vivimos en el siglo pasado. Se les ha informado sin contarles la historia como realmente ha sido y con muchas ocultaciones. ¿Cómo puede haber energúmenos de este porte tan antidiluviano? Estamos en el 2021 y es muy triste que la gente vaya para atrás como los cangrejos. Ya le digo que no puedo entenderlo, que me resulta incomprensible, aunque vivo en una democracia y tengo que respetar lo que hay. Aunque tampoco entiendo cómo la democracia no da pie a tomar medidas más severas con gente que realmente odia a una parte de sus semejantes. Gente llena de ira. ¡Que se vuelva a llamar brujas a las mujeres es indignante! Pero las mujeres seguiremos luchando por nuestros derechos y por lo que nos corresponde.

«Salto atrás en el vacío»

- Habla de la extrema derecha

- No digo que la extrema derecha represente un peligro, digo simplemente que no lo entiendo, porque me parece que es un salto atrás en el vacío. Se escucha cada cosa: sobre los inmigrantes, sobre la violencia contra las mujeres, sobre los homosexuales...; cuando dicen que la homosexualidad es una enfermedad que hay que curar, ¡imagínese! No, los que están enfermos son los que no comprenden que cada uno viva con naturalidad la sexualidad que le ha dado la naturaleza. Para mí, lo importante es que dos personas se quieran, y me da igual qué sexo tenga cada una de ellas. Yo todos estos líos en contra de la libertad de dos personas que están dispuestas a amarse, algo que me parece que no es malo para nadie, no los entiendo. ¿Por qué el matrimonio tiene que ser solo entre hombre y mujer? Me parece muy bien que las leyes protejan la libertad de las personas para hacer con su vida lo que quieran, siempre que no se dañe a nadie. Y, por ejemplo, ¿qué daño puede hacer el amor? No entiendo muy bien el mundo en el que vivimos, hay muchos despropósitos.

- ¿Sigue confiando en la izquierda?

- Sí. Nací en una familia que era de izquierdas y he vivido toda mi vida con lemas que son muy claros. Yo no quiero tampoco una dictadura de izquierdas, ni quiero extremos, lo que quiero es que la vida la pueda vivir en condiciones dignas todo el mundo, porque hay mucha gente que no tiene ni para comer. Creo en una izquierda moderada, del 2021, que procure que todo esté más repartido y que no haya gente que se enriquezca hasta la saciedad a costa de lo que sea. Creo que la izquierda lucha más que la derecha por una sociedad más justa. Luego, claro, las personas son otra cosa, y en todos lados las hay que piensan una cosa y hacen otra.

- ¿Qué observa?

- Que se nos vende humo todo el tiempo. Vivimos en un mundo muy superficial, en el que todos venden botes de humo del color que les parece. No hemos aprendido mucho después de tanto tiempo, ni somos lo generosos ni lo organizados que deberíamos ser. Y en esa desorganización general todos tenemos algo que ver.

- ¿Libre?

- Todos podemos decir que lo somos, pero realmente libre del todo no hay nadie. Vivimos en un mundo donde las libertades son relativas. He intentado siempre ser lo más libre posible, pero lo soy dentro de unos márgenes; lo que sí que tengo es la libertad de decir lo que pienso, porque tengo claro que en mi cabeza, que creo que tengo bien amueblada, no va a mandar nadie. Intento ser respetuosa con todo el mundo, pero a veces me cuesta mucho serlo.

- ¿Satisfecha?

- Con mi vida y mi carrera profesional, sí. He recorrido un largo camino intentando en todo momento, y con las herramientas que he tenido, ser lo más coherente posible. He querido estar en el escenario siempre, porque el teatro es lo que más me gusta de mi profesión, y aquí sigo, haciendo teatro y sin dejar de aprender por el camino. He aprovechado cada momento, he ampliado conocimientos y creo que soy un ser humano bastante coherente, sí. No es que haya sido fácil mi vida, que no lo ha sido, pero todas las dificultades las he saltado y no me han quedado posos malos. Las heridas de cualquier tiempo hay que curárselas muy bien para seguir adelante y llegar a esta edad limpia. Tengo ya 88 años, y le doy las gracias a mis padres porque me dejaron en herencia unos buenos genes. Durante mucho tiempo de mi vida no lo supe, pero a lo largo del camino fui averiguando que soy bastante más fuerte de lo que creía. Pensaba que era una persona débil, pero resulta que la vida me ha puesto a prueba y he ido saltando todas las tapias con las que me he encontrado. Y sin que eso perjudicase demasiado ni a mi salud física ni a mi salud mental [sonríe]. Ahora soy una mujer con una gran tranquilidad, que sabe que ha digerido la vida con valentía. No estoy desencantada, al contrario, estoy encantada con estar aquí y con levantarme cada día y poder hacer el trabajo que siempre me ha gustado.

«Encendida por completo»

- Y llegó la pandemia...

- ¡Solo me faltaba vivir la pandemia! De mi generación se han cargado a un montón de gente a la que no han hecho ni caso. Eso me tiene encendida por completo y creo que algún día se hará una lectura pausada de lo ocurrido porque pasar página no sería decente. Hay pruebas de que ha sido así: a mucha gente, por ser mayor nada más, se la han llevado por delante sin atenderla. Eso lo he vivido muy mal, como lo de tener que escuchar tantas memeces por boca, a veces, de gente que no te esperas. Y tantas discusiones políticas estériles, y descalificaciones... Y en las tertulias todo el mundo es licenciado en todo, todo el mundo sabe de todo, todo el mundo descalifica a todo el mundo. De una cosa como la pandemia, de la que no sabía nadie nada, todo el mundo opinaba como expertos.

- ¿Ha tenido que empezar de cero muchas veces?

- Sí, muchas veces he tenido que romper el cacharro, coger un cántaro nuevo y volver a empezar. Por eso quiero que mi recta final sea una parte tranquila de mi vida, eso es lo que más deseo ahora mismo.

- ¿Teme morir?

- No. He trabajado mucho este tema, porque yo hace años estaba muy asustada con la idea de la muerte. He ido preparándome para aceptarla, para andar en paz los caminos hacia ella. La respeto, me inquieta lo desconocido, pero no me asusta. Y sé que lo deseable es que cuando llegue la muerte te pille tranquila y en paz.

Las frases:

  • La extrema derecha: «Estamos en 2021 y es muy triste que la gente vaya para atrás como los cangrejos»

  • Los demás: «Intento ser respetuosa con todo el mundo, pero a veces me cuesta mucho»

  • La sociedad actual: «Vivimos en un mundo superficial; todos venden botes de humo del color que les parece»

  • La libertad: «Tengo claro que en mi cabeza, que creo que tengo bien amueblada, no va a mandar nadie»

  • A los 88 años: «Hace años estaba muy asustada pero ya no temo a la muerte. He trabajado mucho»

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