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'EL CAMINO': UN EPÍLOGO DELICIOSO

IKER CORTÉS

Sábado, 12 de octubre 2019, 00:05

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A nadie se le escapa que el progreso de 'Breaking Bad' fue brutal. La historia de Walter White, el profesor de Química que acaba convirtiéndose en uno de los mayores narcos de Nuevo México, no solo fue adquiriendo complejidad a medida que la trama se desarrollaba, sino que artísticamente encontró su tono tras dos temporadas. Si en los primeros episodios de la serie, la fotografía apenas destacaba en un conjunto funcional y efectivo, hacia la tercera temporada cada plano y cada toma parecían minuciosamente estudiados.

'Felina', el último capítulo de la serie, acababa (ojo, spoiler) con Walter urdiendo una venganza para asegurar el futuro de su familia. Un plan que culminaba con una masacre, en la que él mismo caía, y la liberación de su discípulo, Jesse Pinkman, que acababa huyendo. Fue un final contundente y catárquico que cerraba con inteligencia un arco argumental casi perfecto. Pero ese fue el final de Walter. ¿Qué sucedió con Jesse?

'El camino', la película que ha escrito y dirigido Vince Gilligan, responsable de la serie original, es un delicioso epílogo que da respuesta a esa pregunta y nos lleva exactamente al momento en el que Jesse -Aaron Paul vuelve a estar magistral- abandona a toda velocidad la nave donde hasta ese momento había sido obligado a fabricar metanfetamina. Su objetivo ahora será preparar una huida que se perfila harto difícil. La trama, sencilla y directa, va desarrollándose sin trabas, salpimentada por flashbacks que ayudan a entender el infierno que el chaval ha vivido en estos últimos meses y algunas de sus decisiones. Gilligan ha elaborado una historia más bien contenida, que se permite alguna que otra locura -ese extraño duelo-, con pocos escenarios y que no tiene intención de establecerse como un largometraje al uso, sino más bien como un capítulo largo, pegado al universo 'Breaking Bad'. Esa falta de pretensiones acaba ahí, porque 'El camino', disponible en Netflix, vuelve a ser un dechado de virtudes en el apartado artístico, con unos diálogos rotundos e inteligentes y una fotografía exquisita. Y aunque la sombra de la serie es alargada, su creador ha sido lo suficientemente listo como para no dejarse llevar por la gravedad de algunas situaciones, dejando que el humor respire en una película plagada de tensión.

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