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PAZ Y AMOR

BOQUERINI

Jueves, 22 de agosto 2019, 00:01

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Aquí somos muy de fijarnos más en los acontecimientos negativos y de desdeñar, como si importasen menos, los positivos. Esto ha pasado con el 50 aniversario del mítico Festival de Woodstock en nuestras televisiones, apenas un par de imágenes en los informativos, frente al morbo de los asesinatos de Charles Manson, ocurridos pocos días antes. Se ha dicho que aquellos crímenes pusieron fin al sueño hippie de paz y amor y que Woodstock vino a ser como su canto del cisne. Sólo La 2 salvó el tipo. 'La noche temática' del pasado sábado estuvo dedicada a Woodstock con un excelente análisis en dos partes. Y lo hizo en el puente del 'ferragosto' en que todas las cadenas desempolvaron películas baratas sin sentido o a repetir programas para llenar las horas sin criterio. Salvo La 2, ninguna se preocupó de los espectadores.

'La noche temática' se llamó, con mucho acierto, 'Woodstock: tres días que marcaron a una generación', porque vaya si la marcaron. Aquí no se trataba de mostrar el Festival y sus míticas actuaciones, sino como se gestó por dos veinteañeros, las complicaciones que surgieron sobre la marcha, incluido un cambio de emplazamiento, cómo se desbordaron todas las previsiones de asistentes y cómo se solventó todo con medio millón de asistentes sin que, pese a los muchos agoreros, no sucediese ningún tipo de incidentes. Los músicos, que tuvieron que llegar en helicóptero ya que la zona estaba colapsada, son mostrados como de pasada, y solo Jimi Hendrix, interpretando con su guitarra una apocalíptica versión del himno americano ocupó un espacio relevante.

Y es que Woodstock hay que situarlo en su contexto, con la guerra de Vietnam mandando a la muerte a los mejores jóvenes americanos, las luchas en favor de los derechos civiles y la contestación social en permanente ascenso. Toda una revolución cultural. Como se dijo, los asistentes se desplazaron dispuestos a escuchar el concierto de sus vidas, pero la mayoría experimentó algo mucho más profundo. Woodstock se convirtió en una ciudad improvisada, que creció de la noche a la mañana en unas pocas hectáreas de tierra. Este año se ha intentado repetir el festival y no se ha podido. Hay cosas que solo suceden una vez en la vida.

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