Ana Polvorosa: «No aguantaría a ‘la Lore’ de amiga»

Ana Polvorosa (1987) dejó de ser la Lore, una chica de extrarradio, para convertirse en la pija de Fenómenos y luego en Loli, la peluquera en Amar es para siempre, la serie de sobremesa de Antena 3. Y todo ello sin despeinarme. Su último reto: llevar un prótesis de culo en la cara. «Acabé con la piel bastante irritada porque eran doce horas al día».

Hace años confesaba que no se teñiría de rubia. ¿Ni por un buen papel?

Con el tema del color sí que tengo más problema. ¡El corte me da igual! Además, ahora existen unas pelucas maravillosas... Si te las colocan bien, ¡parecen tu pelo!

Empezó a trabajar con once añitos. ¿Cómo lo recuerda?

Cuando miro hacia atrás digo: «¡Madre mía! Sí que llevo años». Empecé muy jovencita y tengo muy buenos recuerdos. Lo primero que hice son editoriales de moda en alguna revista y luego, con once, la primera ficción. Recuerdo que salí llorando del cásting y le dije a mi madre que me iban a coger, que lo sabía.

¿Y acertó?

¡Acerté! Pero porque la directora de cásting me decía unas cosas muy bonitas haciéndome la prueba. Yo pensaba: «Pero bueno, ¡cómo me trata esta señora sin conocerme de nada!». Debe ser que le gusté en todos los sentidos.

¿Quién ha sido la persona que le ha ayudado a tener los pies en la tierra?

Vengo de una familia muy, muy humilde: esa es la base de todo. Y también el mentalizarse de que esta profesión no es nada diferente. ¡Somos unos afortunados pero hacemos el mismo trabajo que el que puede hacer un operador de cámara, un director o el señor de la ferretería!

Se convirtió en la Lore, nuestra chica de barrio preferida. ¿Por qué lo dejó?

Necesitaba abandonarlo en todos los sentidos. A nivel profesional el personaje ya había pasado por un montón de sitios y a nivel personal quería un cambio. Y así lo hice. No lo pensé y eso que no tenía ningún otro trabajo. Pero confié en la decisión.

¿Se cansó del encasillamiento?

En este país se encasilla todo el rato. ¡Es así! Pero no, no lo pensé, aunque sí que lo he sufrido después. Una de las cosas que más me motiva de este trabajo es poder cambiar... Y cuando llevas siete años haciendo lo mismo, te planteas que para qué vas a estar tanto tiempo atada a algo.

¿Le dio vértigo tomar la decisión?

Todo el mundo me decía que estaba loca por dejar Aída con el éxito que tenía, con un sueldo fijo todos los meses, con un personaje al que quería tantísima gente... Y a mí todo eso me parecía muy bonito, pero me daba igual.

Otros actores comentan que el espectador confunde al personaje con la persona. ¿A usted también le ha pasado?

Sí, aquí si haces un personaje más estereotipado, el público piensa que te pareces a él. ¡Y yo con Lorena no tengo nada que ver! Salvo que vengo de un barrio, de Getafe, donde me he criado. ¡Pero no me parezco en nada a ella!

Un regalo peculiar

¿La tendría de amiga?

¡No podría! No la aguantaría. ¡Me volvería loca!

Ha hecho gala de una gran persuasión en Escuela de seducción, ha faltado a la verdad en Mentiras y gordas y ahora interpreta a un personaje que lleva un culo en la cara...

Acabamos de terminar de rodar Pieles y va a ser increíble. Edu (Fidel en Aída), que es el director, me lo propuso y yo acepté sin pensar en la repercusión. No dije: «Ay, dios. Voy a llevar un culo en la cara». Era una locura pero me apetecía hacer algo transgresor. Incluso actores y actrices conocidos me preguntaban: «¿Cómo te has atrevido?, ¿cómo has podido llevar un culo en la cara?».

¿Cuántas horas tardaban en ponerte la prótesis?

Me la pusieron Óscar y Cristina, que son increíbles... En España no se valora el trabajo de estas personas. ¡Es una pasada! Es una prótesis de silicona que se ha mejorado para la película. Era más ligera para que tuviese más movilidad y no me pesara mucho. Al tenerla puesta más de doce horas al día, acabé con la piel bastante irritada y muy cansada a nivel mental, pero ha merecido la pena. De hecho, el último día de rodaje me hicieron varios regalos y uno de ellos fue el ojete. Así que tengo el ojetito en mi casa. ¡Con los pelos y todo! (Carcajadas).