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'Santa Catalina de Alejandría', cuadro de Caravaggio. Museo Thyssen
El Thyssen muestra a la prostituta que Caravaggio hizo santa

El Thyssen muestra a la prostituta que Caravaggio hizo santa

El cuadro es una de las cuatro obras que hay en España del 'gamberro del barroco', de quien se conservan apenas cuarenta pinturas

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Lunes, 17 de diciembre 2018, 18:50

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Por ella perdió Caravaggio la cabeza y casi la vida. Fillide Melandroni era una prostituta muy conocida en Siena y fue modelo del genial pintor para su portentosa recreación de 'Santa Catalina de Alejandría', la joven martirizada que el 'chico malo del barroco', pintó por encargo del cardenal Francisco María del Monte. Restaurado durante el último año, la tela brilla de nuevo con su esplendor original en el corazón de la colección Thyssen de Madrid. Es una de las grandes joyas el museo y uno de los cuatro únicos Caravaggios que hay en España. Los demás están en el Museo del Prado, en la colección de Patrimonio Nacional y en el Museo de Montserrat, además de otro de atribución dudosa en la catedral de Toledo. En todo el mundo se conservan se conservan cuarenta pinturas e Caravaggio.

«Esta Santa Catalina es vigorosa, fuerte y monumental. Anticipa ese Caravaggio maduro que conocemos luego. Está entre las de los efebos y los encargos para San Luis de los Franceses en Roma sobre la vida de San Mateo», explica Guillermo Solana, director del Thyssen y felicísimo de haber podio abordar una restauración de este porte gracia al patrocinio de Asisa.

Precisa Solana que la modelo «era una prostituta muy conocida en Siena». Que Caravaggio «frecuentó a Melandroni cuando esta tenía unos 17 años» y que «estaba liada con Ranuccio Tomassoni, a quien Caravaggio mató en una reyerta en 1606 en la que casi pierde la vida y que sería el inicio de su exilio por Nápoles, Sicilia y Malta». Todo hace indicar que el difunto era el chulo de la cortesana a la que Caravaggio convirtió en mártir y santa y que ya había pintado en su 'Judit y Holofernes' en 1599.

El atrabiliario Michelangelo Merisi da Caravaggio (Milán, 1571 - Porto Ercole, 1610) acumuló una negra pila de delitos. Fue arrestado por portar espada sin permiso el 4 mayo 1598; demandado por apalear a bastonazos a un hombre en 1600; acusado de insultar y atacar a otro con una espada en 1601; implicado en un asalto a un camarero tras servirle alcachofas en una taberna en 1604; arrestado por arrojar piedras a un policía ese mismo año y sentenciado a muerte el 28 mayo de 1606 por matar a otro, Ranuccio, durante una pelea en el romano Campo Marzio.

Tránsito

«Vemos cómo Caravaggio pasa de la sensualidad a la tragedia, cómo se convierte en el artista maduro que deja la pintura sensual y decadente para entrar en una etapa trágica y terrible», precisa Solana. Explica como Fillide era «una de las modelos habituales de Caravaggio» que la pintó en este cuadro entre 1598 y 1599 y convirtió a la disoluta joven «en una Santa Catalina popular, filósofa e intelectual». Destaca su «presentación iconográfica disonante con la tradición», al mostrar a una santa «de belleza muy carnal y con la primera aureola que Caravaggio pintó en su carrera». «Se podría pensar que serviría para compensar lo poco santa que parece», ironizó Solana.

«Más que la pintura de una santa, es el retrato de un modelo que busca junto al artista una fórmula de representación; un ensayo de cómo debe posar una santa. Es el mismo juego de Velázquez con 'Las meninas', otro ensayo genial de cómo debe se un retrato de real» sostiene Solana. «La retrata como buscando una postura, mirando directamente al pintor y con la palma (características de las santas) abandonada en un almohadón en lugar e exhibirla en la mano», añade. «Esa palma no es el signo de falta de respeto sino de que se está ensayando una pose», insiste.

Reconoce que «ahora tiene un esplendor desconocido que ha multiplicado su belleza». Ha sido posible tras casi un año de estudios y trabajos en el taller del Thyssen, según precisó Ubaldo Sedano, director del departamento de conservación y restauración. «Descubrimos a un pintor que trabaja directamente en la obra, a base de líneas marcadas en la preparación y con escasos dibujos preparatorios. No hay dibujos porque Caravaggio apenas hacía esbozos pero se han podido detectar sus arrepentimientos», explicó. Entre ellos la posición de las manos y el cambio de color del vestido de la mártir. «Igual el cardenal que lo encargó pidió que le quitaran el vestido rojo muy intenso, que le restaba protagonismo a la figura, y ha pasado del rojo al pardo conventual», aventuró Solana.

Eliminados los barnices envejecidos y «todas las capas alteradas» han emergido detalles como el cabello suelto y otros rasgos «que muestran la gran calidad de Caravaggio». «Todas las obras han sufrido transformaciones, pero intentamos que vuelvan a recuperar el atractivo oculto por los estratos y el paso del tiempo», señaló Sedano.

Esta portentosa 'Santa Catalina de Alejandría' se expondrá hasta el próximo 26 de mayo en la sala 11 del Museo Thyssen, junto a unos paneles que detallan los estudios técnicos y las radiografías y de infrarrojos y un vídeo que da cuenta de la intervención.

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