El tenor junto a su gato asistente en su espectáculo 'Concierto para Zapata y Orquesta', al que ha bautizado como Xaolín Radetzky, como la marcha.
La semana de José Manuel Zapata

El tenor que huye de parafernalias

Batalla en sus espectáculos contra la pompa de la música clásica porque quiere rejuvenecer su público. Perdió 65 kilos con un bypass gástrico y conoció a su pareja en Meetic. «Fue la primera y la única; ese día me borré»

El tenor José Manuel Zapata dio su primer do de pecho al pie de la Alhambra hace 47 primaveras de Vivaldi, aunque él es más rossiniano. Lleva años empeñado en acercar la música clásica al gran público, en despojar la ópera de la corbata para sumar notas más jóvenes a su pentagrama. Y hacia esa línea didáctica van dirigidos sus últimos espectáculos, 'Concierto para Zapata y Orquesta', 'From Bach to Radiohead', y 'Del Revés', su más reciente y desternillante proyecto. A él, que lleva 20 años cantando en el Metropolitan de Nueva York, la Ópera de Berlín, el Real, el Liceo (también lo hizo con un nudo en la garganta en la clausura del hospital de Ifema)... le gusta reír y hacer reír al tiempo que, en ese allegro ma 'sí' troppo que lleva en su ADN, enseña, entretiene, emociona, divierte y aporta frescura. Y es fan de Plácido Domingo.

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Lunes

8.00 horas. Aunque haya trasnochado, todos los días los ojitos se me abren a las ocho y es ahí donde noto que me hago mayor. Hace diez años en vacaciones me podía tirar durmiendo hasta las doce.

10.30 horas. Hago mi llamada de rigor a mi socio y mi otro yo, Juan Francisco Padilla, que vive en Almería y de allí no le sacan ni los GEO. Y empezamos a soñar en proyectos para orquestas sinfónicas para que la buena música cale en la sociedad. Es descorazonador cuando miras el top 50 de Spotify y ves que hay 50 reguetones como 50 soles. Te entra una depresión profunda. Me escuché uno a uno los 50 temas porque no daba crédito. No encontré ni una 'erre' bien pronunciada, mi amolll.

Martes

16 horas. Me pongo a preparar la sección de radio porque los jueves a las 12.40 tengo un espacio en 'De Pe a Pa', que presenta Pepa Fernández de RNE, donde cuento historias curiosas relacionadas con la música clásica. Pepa es una persona maravillosa. Hemos hablado alguna vez de Plácido Domingo, un artista enorme que me ha hecho y me seguirá haciendo disfrutar toda mi vida. Sus cosas personales no me interesan lo más mínimo.

20.30 horas. Llega mi religión verdadera que es mi Alhambra roja. Como tengo mi corazón mirando a Granada, me compro mi Alhambrita y por la noche me la tomo con mi Teresa. Es el momento al que me aferro. Mi Alhambra roja fresquita con mi chica y mis niñas. Eso es sagrado, es la verdad y el camino. Me la descubrió un camarero bajo la Alhambra, en el Paseo de los Tristes. Le di un sorbo y, niño, vi las estrellas, el cielo y a Boabdil asomado a la Torre de la Vela.

Miércoles

9.00 horas. Siempre desayuno lo mismo. Un café con leche de soja y galletas Chiquilín. Dedico ese tiempo a la prensa digital. Estoy abonado a varios periódicos, pero se me han quitado las ganas de leer de la pandemia. Hubo días en que parecía un concurso de tipografía a ver quién decía la desgracia más gorda. En la ducha canto de todo, pero tiro por lo popular, que a los azulejos les gusta más la copla, jajajaja.

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13.00 horas. Desde hace tres años vivo en Illescas, un pueblo de Toledo a 35 kilómetros de Madrid. Es la Toscana de la Sagra, como la llaman mis queridos Diego y Pepe Rodríguez Rey (MasterChef), propietarios de El Bohío, que lo tengo a diez minutos de casa. Voy mucho a verlos. Es un sitio de verdad, con comida de verdad reinterpretada por Pepe. Ir a tomarme una caña y hablar con Diego es tocar tierra, algo muy bueno para los artistas porque a veces estamos en el aire.

21.00 horas. Ceno poquito. Una ensalada con el aceite de oliva que me manda mi tío Joaquín de Cádiar, un pueblo de la Alpujarra. Perdí 65 kilos con una bypass gástrico… Decidí operarme hace 4 años y es la mejor decisión que he tomado nunca. Fueron seis horas de quirófano. Te dividen el estómago en dos y te dejan uno pequeñito donde, digamos, metes la ingesta y 'bypasean' el intestino delgado uniéndolo a ese pequeño estómago. Yo pesaba 150 kilos. Ahora me cuido, como menos cantidad de todo porque me entra mucho menos.

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Jueves

12.40 horas. Tengo el espacio con Pepa. Se llama 'Clásica para gañanes y gañanas'. Uno piensa que hablas en la radio y no te escucha nadie, pero ves que contar historias de la música sirve para alegrar la vida a mucha gente. No hay dinero que pague eso.

21.00 horas. Lo bueno de vivir en la 'Toscana de la Sagra' es que puedes tener un jardincito en la trasera de la casa. Encendemos la barbacoa. Vienen los vecinos, están los niños… Tengo de vecinos a un policía local y una enfermera. Me gusta juntarme con gente de vida sencilla… en la ópera hay demasiada parafernalia y tanta liturgia aleja al público. Lucho por quitarle esa seriedad.

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Viernes

11.00 horas. Preparo fonéticamente algunas piezas de ópera en alemán. Hablo italiano bastante bien y francés bien, pero no alemán ni inglés. A los cantantes de ópera nos dan mucha caña para pronunciar correctamente los idiomas.

23.00 horas. He retomado la guitarra. Este verano a las once de la noche con la fresca me salía al jardín con la guitarra y me ponía a cantar mis canciones de adolescencia, las de Perales, Serrat o Mercedes Sosa. Los vecinos me gritaban 'Zapataaaaa, canta más fuerte', jajajaja.

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Sábado

10.00 horas. Dedico el fin de semana a mi Teresa y a las niñas. Tengo una hija propia, María de 13 años, y otra en cooperación, hija de Teresa, Elenita, de 8 años. A Teresa la conocí por Meetic. Me había separado y no quería a nadie de mi entorno… lo bueno es que conoces a una persona que llega nueva a tu vida. Fue la primera y única mujer a la que conocí a través de Meetic. No aproveché el bono para nada, jajaja. 36 euros que pagué… la conocí a los 15 días de haberme apuntado y esa misma noche me borré.

Domingo

20.00 horas. Teresa y yo estamos enganchados a las series. Ahora andamos con 'Line of Duty' y 'Gomorra'. También estoy leyéndome un libro que se llama 'Música de mierda', de Carl Wilson.

23.00 horas. Me siento en una silla especial que tengo en casa con un joystick réplica de un Spitfire, un avión de combate americano… Me conecto con otros amigos a un simulador de vuelo y nos ponemos a batallar en Stalingrado o a defender Londres... es flipante.

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