Sophie Calle: cuando la relación más larga de tu vida es con tu gato
Con todo el luto por la muerte de su mascota, organizó la grabación de un disco dedicado a Souris, la mejor pieza musical jamás dedicada a un felino
Hace muchos años, a razón de 2.000 pesetas el cubierto, unos amigos tuvieron la ocurrencia de organizar una boda falsa, de mentira, solamente por ... darse la fiesta. La celebración y el convite tuvieron lugar en una prestigiosa venta en el Puerto de la Torre, con los dos novios, hombre y mujer, él gay, ella toda vestida de blanco, decenas de invitados rendidos al paripé, algunos de los cuales había celebrado su propia comunión en la misma venta algunos años antes, envueltos allí en la parafernalia del casamiento de Javi y Pili (nombres reales) el cual marcó un antes y un después en determinados ambientes del distrito de Puerto de la Torre.
La boda falsa de Sophie Calle me ha recordado a esta historia. En una de las fotografías de esta antológica exposición que ofrece el Centre Pompidou de Málaga hasta el 17 de abril, se escenifica un simulacro de enlace motivado por la artista, y por su ilusión de vestirse de novia. Días antes, su pareja, Greg Shephard, un director de cine venido a menos (y que llegó a su primera cita con Calle con un año de retraso), le había lanzado en una pelea los siguientes objetos: un hervidor de agua (vacío), una tabla del pan, un sofá, cuatro cojines, un catálogo de Bruce Nauman y un teléfono de color negro, según se especifica en una muestra de textos y fotografías en los que la realidad y la ficción acaban enlazados en la representación de las relaciones tóxicas, que son tan adictivas como la heroína y tan disparatadas como 'sí quiero' en Las Vegas. «Con una boda falsa coroné la historia más verdadera de mi vida».
El hotel
Parte de esta relación está escenificada en la película 'No Sex Last Night' (1995), que dio a conocer a esta artista, nacida en París en 1953, con una obra principalmente autobiográfica. En uno de los cinco apartados de la exposición, 'El hotel', cuenta cuando, en 1981, Sophie Calle fue contratada como camarera de piso para una sustitución de tres semanas. La artista documentó el proceso con fotografías y textos que parecen partes policiales y que asientan el interés de Calle por la intimidad, el amor y la ausencia.
El gato
La obra más reciente que expone esta muestra está protagonizada por la muerte de un gato. Cualquiera que haya tenido un animal doméstico sabe que su pérdida supone algo parecido a lo que se siente cuando se nos va un familiar. «Si digo que mi madre o mi padre están muertos, todo el mundo me dirá 'pobrecilla', pero si digo lo mismo de mi gato, me hacen sentir ridícula. Me hace gracia porque, para mí, ha sido mucho más violento. Vivía con mi gato. No vivía con mis padres». Con todo ese luto, Calle organizó la grabación de un disco dedicado a Souris, su felino, la mejor pieza musical jamás dedicada a un gato, muy por encima de Rosario Flores, y en el que participaron Bono (el de U2), Jarvis Cocker (el de Pulp), Michael Stipe (de REM) o Matt Berninger (The National) junto a otros como Jean-Michael Jarre o Pharrel Williams hasta sumar 38 artistas dedicándole canciones a la mascota de Sophie Calle, que deja toda su intimidad al descubierto. La experiencia se recicla como cuerpo artístico.
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