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El escritor Sergio del Molino. Virginia Carrasco
«La Transición salió de chiripa»
Sergio del Molino, escritor

«La Transición salió de chiripa»

En 'Un tal González' el escritor novela la reciente historia de España trenzándola con la biografía del carismático líder socialista. «Ponerse de perfil ante corrupción y la guerra sucia, mirar para otro lado, fue la perdición política de Felipe González»

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Miércoles, 5 de octubre 2022, 19:46

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Tras dedicarle casi cuatrocientas páginas, entrevistarle varias veces y hablar con muchos de sus compañeros de viaje vital y político, Sergio del Molino (Zaragoza, 1979) no ha podido desvelar todos los misterios de Felipe González. El escritor dedica al exmandatario socialista 'Un tal González' (Alfaguara), «una novela», advierte, que celebra cómo España ganó la normalidad democrática. Lo hizo en un proceso que aún fascina a los historiadores, la Transición, que según Del molino «salió de chiripa».

Asegura el escritor y ensayista que su nuevo libro «mira de una forma menos ácida y cruel» a la Transición. Trata de comprender «sin moralina» un insólito fenómeno político «al que debemos mucho y que se ha tratado de imitar sin éxito». «El país en el que vivimos es obra de la Transición para lo bueno y para lo malo», señala.

«La Transición es fruto del reconocimiento de la incompetencia de unos actores políticos obligados a negociar. Fue un feliz azar histórico que se entendieran. Salió bien, cuando lo normal es que alguien dinamitara el proceso y el país se hubiera ido al carajo», dice el también autor de 'La España vacía'. Advierte que su libro «no es de historia, ni una biografía de Felipe González, ni una crónica periodística, ni un ensayo político». Siguiendo el hilo biográfico de su protagonista, novela una parte de nuestra historia reciente a través del presidente «que asentó la democracia y propició el cambio histórico más profundo y espectacular de España». «El país que hizo Felipe es mi país, el que me ha hecho a mí», reconoce.

'Un tal González' no es una hagiografía del líder socialista, pero su autor no oculta su admiración hacia aquel abogado sevillano que llegó a la Moncloa en 1982. «Es difícil no ser partidario de González, que es un personajón literario», advierte. «Poca gente se resiste a su encanto. Es un seductor cuyas dotes no he logrado desentrañar», reconoce Del Molino, que viene a hacer con la Transición lo que Javier Cercas hizo con el 23 F en 'Anatomía de un instante'.

Ingenuidad y cinismo

Tiene a González por «el político más carismático de su tiempo», eso sí, en fuerte competencia con un Adolfo Suárez «que no tuvo el encanto popular de González». «Fue misteriosamente carismático, pero por mucho que se diseccionen sus artes retóricas, era todo tan instintivo e innato que es imposible desentrañar el misterio del encanto felipista», asegura. Cree que en torno al líder socialista hay «un agujero negro que impide penetrar en una personalidad difícil, rocosa e infranqueable. Muy celosa de lo privado y con una expresión de los afectos muy complicada incluso con la gente más intima». Además «el poder le convirtió en alguien muy solitario».

Ese carismático González no triunfaría hoy como en los ochenta. «Es obvio que no cosecharía ahora el éxito de entonces. Lo tendría muy difícil en un país tan diferente hoy a lo que era. Aquella España era ingenua y la de hoy es cínica», acota.

«Es un buen encajador de las críticas y entiende la pluralidad de la sociedad», cita Del Molino como gran virtud de González. Su peor defecto es «su incapacidad para controlar la corrupción y la guerra sucia; haber mirado para otro lado». «Ponerse de perfil fue su perdición política», apunta el escritor, para quien la sombra de los GAL ha persistido en la sociedad de una forma «tremenda».

Si González era pura seducción, quien le convirtió en un animal político fue Alfonso Guerra. «Con un inigualable talento político, fue el gran constructor político de Felipe, el modernizador de la política y del PSOE», reconoce Del Molino, que era un crío cuando González y Guerra alzaron sus manos unidas en el balcón del Palace, en la histórica victoria electoral de la que se van a cumplir 40 años.

La amistad y la complicidad política entre González y Guerra se rompió, pero Del Molino cree que «el afecto persiste». «Me consta que se han visto, y a pesar de que la relación esté quebrada, de que hubiera un enfrentamiento bronco, en el fondo se quieren», asegura.

Sin motivos para nostalgia, le preocupa la actual situación política, con la escalada de los populismos y la debilidad democrática. «No sé si hay recesión democrática, pero sí que hay amenazas serias». «Abogo por políticos bajos en calorías, inanes. Cuanto menos carismáticos sean más sólida y profunda será la democracia. Significará que las cosas va tan bien que las puede llevar cualquiera», ironiza.

'Que España funcione' era el lema ante una ciudadanía «que albergaba la fantasía de ser un país normal y europeo, con carreteras, escuelas y hospitales dignos». «Había un clamor por esa normalidad a la que González supo encaminar al país», se felicita Del Molino, que no oculta su gratitud hacia un presidente que pudo estar más tiempo en el poder. Recuerda el escritor como en 1996 el socialista «perdió solo por cien mil votos» y que «si Jordi Pujol hubiera querido, Felipe González habría estado en la Moncloa hasta el año 2000».

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