
Rafatal celebra veinte años transformando su sensibilidad en arte
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El cineasta protagoniza una muestra con dos décadas de una incesante actividad que es memoria viva, icono del 'underground' y del audiovisual malagueñoSecciones
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El cineasta protagoniza una muestra con dos décadas de una incesante actividad que es memoria viva, icono del 'underground' y del audiovisual malagueñoCuando uno escribe sobre Rafael Robles siente la necesidad de hacerlo desde el cariño del mismo modo que hablar sobre Rafatal, el icono, es pasear por la historia del audiovisual malagueño y por las profundidades de una personalidad vibrante que ha hecho algo mágico, que es abrir el camino a los demás de una forma de lo más natural posible. Rafatal pertenece a las primeras promociones que inauguraron la Facultad de Ciencias de la Información de la UMA y empezó haciendo cortometrajes cuando era un formato que todavía estaba por reivindicar. Eso fue hace veinte años. Hoy, entre las actividades que forman la antesala del Festival de Málaga de Cine en Español, certamen que contó con la participación del artista ya en su primera edición, le dedica una exposición que no es tanto un homenaje a su carrera («todavía no estoy tan mayor como para recibirlos») sino que propone un alto en el camino y una vista atrás para que admiremos algo tan imprescindible en nuestras vidas que siempre ha estado ahí mismo, una muestra total de amabilidad, de pasión y de talento que cualquier persona que haya tenido un mínimo contacto con él es capaz de percibir.
La exposición '¡Rafatal: 20 años de cine!' propone en primer lugar un recorrido por una biografía que está impresa en el celuloide, porque si hay algo que distingue la filmografía de Rafatal es el arrebato casi obsesivo por el cine, por el cine de verdad, por aquellos 35 milímetros que ahora han sido absorbidos por la nube; se puede trazar la historia de la tecnología audiovisual siguiendo su filmografía y eso es algo que se evidencia en esta muestra, desde las latas de película que acumula en sus armarios pasando por el DVD hasta llegar al diminuto pendrive que contiene su último trabajo que se estrenará muy pronto, porque por si alguien tenía dudas, no, Rafatal no para y no lo ha hecho ni un solo segundo, sin descanso en una vida a lo John Waters. Es cineasta pero también profesor, doctor en Comunicación, ahora es documentalista y a veces se transforma en Dj Tormento. Hace radio, televisión y ha sido columnista en estas páginas de SUR. Pero lo que le ha hecho llegar hasta aquí son sus películas que han dado la vuelta al mundo tanto como él, y para quedarse acompañado por su familia, que es todo su equipo y con la que tiene una ligazón umbilical que les hace indivisibles.
Aquí llegamos a otro punto importante en la biografía de nuestro héroe que es la gente que le rodea, muchas mujeres y algunos hombres a la quienes ha enseñado y de los que ha aprendido tanto. Su primer trabajo, 'Larga espera, cita corta' de 1997, es un corto que no tiene cartel y que viene ilustrado con la fotografía de Rubén, desaparecido hace otros veinte años. También hay un recuerdo para Terele Pávez con quien Rafatal ha mantenido una amistad muy estrecha, tan profunda o más allá de la que tiene el artista con su musa. También están Laura Baena, Ana Iglesias, Lucía Alfaro, Araceli Campos, Nati Narváez, Tecla Lumbreras (que aparece en casi todas sus películas al que dedica un texto espléndido en el catálogo de esta muestra), La Prohibida y por supuesto Alaska, su mito de rareza y juventud y quien asegura que en una visita a Málaga fue confundida con Rafatal en la Plaza de la Merced. Juanma Lara, Chencho Ortiz, Avelino Lazo o Fran Aguilar son algunos de sus más estrechos colaboradores, miembros de una 'familia envenenada' que hacen además que Rafa siempre hable en plural de sus trabajos («nuestra película»). La mejor parte de la muestra, que bien podría haber venido acompañada por un ciclo con la proyección de estos trabajos, es una sección dedicada a la memorabilia, con objetos ya de culto, y todo el trabajo de fotografías a cargo de Vicente Holgado. En definitiva, la sensación de haber visitado la exposición de este Universo Rafatal es que le quedan todavía muchas cosas por decir, más historias que contar y mucho más de una biografía absolutamente fuera de lo común.
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