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PROFUNDO FLAMENCO FUTURISTA

ÓSCAR ROMERO

Sábado, 13 de enero 2018, 00:49

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Comenzó el 35 Festival de Teatro de Málaga, creado en 1983 con el título de Festival Internacional de Teatro y que contaba con la precedencia de los Festivales de Teatro Greco-Latinos creados por ARA en 1.959 y que ya habían llegado a su XXV edición. El propósito era, en su origen, ofrecer a los malagueños un compendio de las artes escénicas producidas en los ámbitos local, andaluz, español y europeo. El recinto en el que se celebraban era el Teatro Romano malagueño y en los meses de verano, pero cuando se reformó el Teatro Cervantes, se trasladó a ese recinto y a la temporada de invierno. Perdió en las sucesivas ediciones el carácter de internacional, pero ha recobrado en su programación las producciones malagueñas, que habían desaparecido de la percepción de sucesivos programadores. En la programación de este año, que comenzó con la puesta en escena de 'La cantante calva' de Eugene Ionesco, bajo la dirección de Luis Luque y en un montaje con aires arqueológicos que nada nuevo ofrece a un texto del género del absurdo cuyo humor, indudable, puede que haya perdido eficacia, a pesar de los intentos de un elenco encabezado por Adriana Ozores y Fernando Tejero. Camino contrario ha recorrido Roció Molina con su futurista propuesta de 'Caída del cielo', un magnífico espectáculo de baile flamenco, de corte contemporáneo, que puede que los puristas anatematicen, pero nadie negará la calidad de sus intérpretes, ni de la puesta en escena, así como la genialidad de su coreógrafa y bailarina, como la de los músicos, del cantaor y el espíritu innovador de todos ellos. También es reseñable el sentido del humor que impregna la puesta en escena, desde la transformación a la vista del vestuario de la protagonista, como en la complicidad de gestos y movimientos, de su composición dinámica y el ritmo del compás que marcan la música, la gestualidad y la furia perfecta del zapateado. Rocío Molina alcanza con este trabajo su lugar en el Parnaso de la Danza.

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