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«¿Te miro a ti?», pregunta antes de empezar la grabación de la entrevista. Y al instante se ríe al darse cuenta de lo extraño que suena la pregunta viniendo de alguien invidente. Pero lo aclara: «En realidad te estoy mirando, pero no te veo». Cualquier persona o cosa que haya enfrente de ella es una luz desde hace unos 20 años, cuando perdió la visión de los dos ojos por una diabetes. Y aquí está, interpretando a una singular Lady Macbeth en una obra que ella misma produce y a punto de recibir el Premio Ángeles Rubio-Argüelles del Festival de Teatro. Si actuar ya es complicado, imaginen si al mismo tiempo cuentan los pasos de un lugar a otro de la escena, están pendientes del sonido de la pisada sobre una hoja seca que delimita el espacio y siguen la moqueta del suelo que marca el camino. «Truquitos» para ella. Superpoderes para cualquiera.
Zira Williams, el alter ego artístico de Esther Ruiz, debuta en el certamen malagueño este domingo 26 de enero (19.00 horas, 20 euros) con el estreno en el Teatro Echegaray de 'Yo, Lady Macbeth', un texto de Pablo Bujalance que dirige Lorena Roncero. El autor toma historias reales de personas sin techo para componer a una reina sin corona, sin prácticamente nada: sus pertenencias caben en un carrito cochambroso y su casa es un banco en un parque de Málaga. «Esta Lady Macbeth ha estado huyendo desde que creen que saltó de una torre y llegó aquí escapando y despojada de todo», apunta la directora desde Espacio La Amarilla, en el barrio de la Luz, donde estos días ensayan la función.
La 'lady' altiva que retrató Shakespeare sigue ahí, incluso con sus propias palabras, pero también está la mujer frágil que ahora descubre Bujalance. «Lo ha tenido todo y ya no tiene nada. De repente se ve en la calle, es una persona sin techo. En otros momentos ha sido muy fuerte pero ahora tiene miedo y se encuentra muy sola», reflexiona Zira Williams. Su personaje se mueve constantemente en esa dualidad, entre los gestos que quedan de la gran dama que fue y las heridas de una mujer a la que incluso las cosas más cotidianas, como el aseo, le resultan dificilísimas. Y es en esa vulnerabilidad en la que Esther Ruiz conecta al instante. «Mucho más que con la Lady Macbeth del castillo. Yo me identifico con ella, aunque no tiene nada que ver conmigo. Es una mujer fuerte a la que ahora estamos llevando al terreno de la fragilidad, del miedo, de la soledad», explica.
También Esther/Zira es una mujer fuerte. «He tenido que serlo, no me ha quedado otra», dice. Pero no hay tristeza en sus palabras, tampoco resignación. Al contrario. La interpretación forma parte de su segunda vida, de su reinvención cuando con veintipocos años la ceguera la apartó definitivamente de la peluquería. Empezó entonces a hacer lo que siempre había querido hacer y nunca pudo por las obligaciones de la vida, aun a sabiendas de que en ese momento le iba a costar todo mucho más. «Pero aquí estoy, dando guerra». Aunque tenga problemas de movilidad, aunque a veces le falte el aire por el asma… «Aunque me estén temblando las piernas al final de la obra porque ya no puedo más, voy a estar aquí hasta que me echen. No voy a dejar de luchar, no voy a dejar de trabajar», sentencia.
Ahora bien, «las personas fuertes también estamos mal, también nos hundimos, también tenemos momentos malos». Y ahí entra la red de apoyo, el entorno, porque «siempre hay alguien que te da la mano». Mientras habla, la suya la tiene agarrada con fuerza Lorena Roncero. «¡Mira el banco cómo me lo ha tuneado! Y cuando hemos tenido que ir a algún sitio, se viene conmigo, ella no me deja sola. Y la verdad que eso es de agradecer mucho», le reconoce Zira a Lorena. Es la primera vez que trabajan juntas, pero parece que lo han hecho toda la vida. Se nota la conexión y el cariño entre ellas.
Para este proyecto, que ella afronta con Zira Williams Producciones, se ha rodeado de un «equipazo». Pilar Esteban 'La Pili', Eskarnia y Alessandra García ponen la voz en off de las brujas. La música de la obra toma forma en Artesonao, con Miguel Olmedo. Miguel Almanza ha hecho el 'teaser'. Elisa Postigo, el vestuario. Y Julián Navarro es su mano derecha en la producción.
Pero sobre el escenario está ella sola. Y no por voluntad propia. «A mí me encantaría tener a otra persona conmigo, dos, tres, cuatro, o los que fueran. Me encantaría, pero hoy en día no es tan fácil. El teatro no está valorado como debe. Aunque hay mucha gente que nos apoya, vendemos muy barato lo que hacemos. Si vendes muy caro, nadie te contrata», lamenta, poniendo de manifiesto la realidad de la producción teatral a pequeña escala. «Es que hoy en día emprender es muy difícil, y más en nuestra profesión, y ella se lía la manta a la cabeza con una valentía que es para valorar, sí», añade Lorena Roncero.
Este es su segundo monólogo y su segunda producción (tras su debut en 2021 con 'Manto'), «pero esta es mucho más complicada». El texto es para ella el «mayor reto» de esta propuesta, más que el tener que moverse a ciegas, controlar las marcas y medir cada paso que da. «Luego te subes al escenario y un poco se te olvida. No te creas que estás todo el rato tres pasos a la derecha, cuatro a la izquierda. No, no es tanto así. Es dejarte llevar también por la intuición», explica.
Para Lorena Roncero también está siendo un desafío y un «aprendizaje». «Todo el foco está en lo que ella hace, en lo que dice, en su emoción, en respetar el texto lo máximo posible y en acompañarla para que brille», relata. Por su arrojo y por su talento, el Festival de Teatro le hará entrega tras la función del Premio Ángeles Rubio-Argüelles, que reconoce el trabajo de las mujeres de la escena. «El día que me lo dijeron no me lo creía. ¿Qué he hecho yo? Pensaba que se habían equivocado, pero ya me lo voy creyendo un poquito. Estoy contenta, estoy ilusionada. Qué responsabilidad pero qué bonito lo que voy a vivir», concluye.
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