De poemas y novelas
Cuando se lee un poemario como este, uno se plantea si la diferencia entre novela y poesía no es más que una convención o un artificio
JUAN FRANCISCO FERRÉ
Sábado, 6 de enero 2024, 01:00
Cuando se lee un poemario como este, obra de un novelista de fuste como Ignacio del Valle, uno se plantea si la diferencia entre novela ... y poesía, después de los logros literarios del siglo XX, no es más que una convención o un artificio conveniente para poder clasificar las diversas modalidades textuales conforme a etiquetas racionales. Desde el punto de vista de la génesis de la escritura, y de la energía desplegada por esta en su acto generativo, la diferencia es irrelevante.
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Al leer este ciclo de poemas se percibe el hilo narrativo invisible que engarza su continuidad, como episodios de un serial fragmentario en el que cada pieza exigiera ser disfrutada en su autonomía por lo que tiene de valiosa y autosuficiente y, a su vez, invitara a la conexión con las otras piezas, siguiendo la lógica inexorable de la lectura, como quien agota las estaciones de un trayecto en tren, como el descrito magistralmente por el poema 'Penn Station', uno de los mejores de la colección. Como un viaje en tren, nombrando con placer los topónimos de las paradas, describiendo los gestos de los pasajeros y recorriendo las distancias entre cada parada hasta llegar a la estación final, consumando la metáfora existencial del poema. Pero también como la estancia neoyorquina que origina la escritura poética, correlato de la experiencia de vivir en la metrópoli americana ocupando un lugar descentrado o periférico.
El ciclo se estructura alrededor de la serie de poemas titulados 'Existencial', cuyas cinco entregas recorren el libro como un comentario moral a las vivencias que quedan en la trastienda de los poemas. Este quinteto lírico se construye, desde el primero hasta el último, en forma de símiles o comparaciones, a menudo ingeniosos, para expresar el absurdo de vivir y el sinsentido de existir. Ambos verbos introducen otro acierto estilístico del poemario: su tendencia hacia la imagen de lo fugaz, la instantánea de una percepción fugitiva e inconstante de la vida. No es extraño que uno de los poemas, al versar sobre la inmortalidad, pretenda ser un haiku sin lograrlo del todo. A este anhelo fallido de permanencia se consagra otro de los grandes poemas de la colección ('Inmortal y tal'), donde aparece, además de la ironía y el humor inteligentes, una visión desengañada que el autor ha exhibido también en su mundo novelesco.
La pugna creativa de lo racional y lo instintivo, en sus poemas como en sus novelas, la eleva a un rango singular
Pero en este poemario no se habla solo del yo del poeta, con mayor o menor distancia íntima, como en el brillante poema cosmicómico 'Marcianitos', de su concepción neorromántica del amor y el individuo y su problemática relación con un mundo que no siempre está a la altura de sus deseos. Viviendo lejos del país de origen, instalado en ese exilio temporal al que dedica un poema ('Exilio') que habla de cómo el país deja de existir al abandonarlo, hay lugar para meditar sobre la peculiaridad de la identidad nacional a la que se pertenece a regañadientes y no por voluntad o convicción. En 'Los instintos', Del Valle dilucida con valentía los signos complejos de lo español: «España es un país en eterno conflicto/ porque no tenemos claro si somos un país racional o emocional».
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Esta misma idea sobre España vale para la literatura, expresada en verso o en prosa, de Ignacio del Valle. La pugna creativa de lo racional y lo instintivo, en sus poemas como en sus novelas, la eleva a un rango singular. Recién leída su excelente nueva novela, 'Lo que hicimos por amor', grandeza y decadencia amorosa de una pareja perfecta, confirmo este juicio crítico.
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