El pintor que mira a los ojos de la IA
Fernando Núñez recurre a la máquina para obtener miradas expresivas que luego traslada al óleo en su nueva exposición en el Centro Cultural MVA
Disfruta explicando el proceso de creación, las peculiaridades de cada obra y su método innovador. A Fernando Núñez le brillan los ojos cuando habla de ... su pintura. Y eso que resulta tan evidente al natural, en las distancias cortas, es complicadísimo de capturar en un retrato al óleo. Ningún modelo podría sostener durante mucho tiempo esa emoción en la mirada; tampoco la tristeza, la evocación, la expectación, la sorpresa o el miedo solo con los ojos, sin alterar el resto de su rostro. La persona no puede –al menos no fácilmente– pero la Inteligencia Artificial sí. Fernando Núñez, artista de vocación y abogado de profesión, mira a los ojos de la IA en su nueva exposición en el Centro Cultural Provincial MVA, 22 primeros planos pintados con las herramientas tradicionales a las que suma un paso previo con la máquina. 'Miradas cruzadas' estará en las salas de la calle Ollerías hasta el 29 de noviembre.
Núñez comparte esa obsesión recurrente en la historia del arte de transmitir sentimientos a través de los ojos. «La mirada es la mejor forma de comunicación no verbal», señala. Aquí hay miradas perdidas y otras que enfocan directamente al espectador; expresiones de calma y algunas que transmiten desasosiego; unas parecen asustadas, otras expectantes. Y solo algunas de ellas –que mantiene en secreto– corresponden a personas reales. «Pero no hay ninguna parte del cuadro que no esté hecha con pincel, espátula, pigmentos, pintura. Es decir, con medios convencionales», insiste. Núñez se apoya en la tecnología únicamente en una fase inicial, la que antiguamente se lograba mediante un boceto y «abusando de la paciencia de modelos». «La Inteligencia Artificial me ha servido para generar una gama completa de sentimientos sin tener que recurrir a personas», detalla.
El artista utiliza diferentes aplicaciones de IA a las que a través de instrucciones ('prompt') acota y contextualiza lo que busca. Por ejemplo: un rostro de mujer, de ojos claros, de entre 25 y 35 años, con la luz entrando desde la parte de arriba de la imagen, con una mirada de tristeza. Aunque la respuesta de la IA es inmediata, el resultado que persigue el autor no lo es, hay que afinar mucho más en los requerimientos para «conducir» a la máquina y que no «alucine». «Le he hecho hacer cientos y cientos de imágenes y al final he conseguido captar qué es lo que debe tener una mirada para que sea ausente, para que sea pensativa, para que sea reflexiva». Porque no se trata únicamente de la distancia entre las pupilas o el enfoque, es un todo con la posición de la cara y el ángulo hacia donde converge la mirada. «Y ese algo más, la IA me lo ha dado», apunta Núñez.
Después de eso, viene el oficio: su habilidad con el pincel y su capacidad para envolver cada rostro perfecto e impoluto que le arroja la IA de una atmósfera propia. Como explica Francisco Cabrera, académico de San Telmo y comisario de la muestra, hay tres grandes grupos de imágenes: con flores, con esferas y con elementos metálicos, una seña de identidad del autor. Cada uno de ellos influye en el color y en la luz del cuadro, y le da un carácter diferente. En 'Joven de los 6 claveles rojos', uno de los pocos retratos que mira al espectador, esas flores determinan la tonalidad de la pieza. Como en el 'Efebo heterocrómico y esferas', con un tono metálico en toda la composición.
La IA resuelve la fase previa de la creación, la que antes se traducía en un boceto y en horas de posado de un modelo
Núñez no presenta los rostros sintéticos de la IA tal cual. Los descompone en 'Mirada asimétrica', los transforma en máquinas en 'Mirada perdida y metalizada' o en 'Perfil híbrido', y les da un aire cándido rodeado de flores en 'Nostalgia en claroscuro con rosas'. También revisa referencias clásicas para llevarlas a su terreno. Como sucede con su 'Pseudo-Gioconda', donde la Mona Lisa aparece rodeada de tachuelas; o en 'Mirada renacentista', donde construye una estructura moderna de placas metálicas superpuestas a un rostro que remite a la serenidad clásica. Y siempre en formato cuadrado, para facilitar que la imagen se vea de un simple vistazo, de un «solo golpe».
'Miradas cruzadas', en definitiva, propone un viaje introspectivo, «un mundo donde el silencio y la profundidad de las miradas comunican más que las palabras», declara el diputado de Cultura, Manuel López Mestanza. Un código QR disponible en la sala explica las singularidades de cada pieza.
No es la primera vez que Núñez se alía con la Inteligencia Artificial para crear. Lo hizo hace algo más de un año para su exposición 'IA: Pigmentos en tránsito', en el MAD de Antequera, pero aquello ya se ha quedado antiguo. «La IA evoluciona a tal velocidad que si intentara pintar estos cuadros hoy serían distinto a los que están colgados. Es como una carrera de caballos que no tiene meta», explica Núñez, un «doctor en derecho metido a pintor, o un pintor que camina por los vericuetos complejos de las leyes y las togas». Sea lo que sea, como dice su amigo Cabrera, «las dos cosas las hace de manera magistral».
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