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Martes, 11 de diciembre 2018, 00:24
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En apenas dos metros cuadrados se concentra toda su historia. Ahí están sus maletas con los rasguños de tanta carretera, la Olivetti con la que escribía los contratos y las notas de prensa, los carteles de algunas de sus actuaciones y, por supuesto, está él, el protagonista silencioso que solo habla cuando le toca. Y, cada vez que lo hace, triunfa. Peneque cumple 60 años sin ninguna arruga visible. «Pasa por cirugía cada cierto tiempo», comenta con una sonrisa Miguel Pino, el protector junto a su hermano Antonio Pino de la marioneta más veterana de Málaga. Ambos heredaron la vida de titiritero de su padre Miguel. Primero le acompañaron en su ruta de pueblo en pueblo, con su teatrillo a cuestas. Ahora, desde que Miguel Pino padre falta (falleció en 2010), sus hijos asumieron la responsabilidad de sorprender, entretener y divertir a los pequeños.
Nos citamos en el refugio de Peneque, donde descansa desde hace décadas en el barrio de la Victoria. Un local abarrotado de decorados y muñecos de cartón piedra, algunos ya jubilados y otros aún en activo, que reflejan las «cicatrices de la historia» de una longeva compañía. Han conseguido sacar una sonrisa a los niños de los difíciles años 50 y 60, allí seguían mientras la sociedad daba un vuelco en los 80 y hoy continúan haciendo reír a los nativos digitales, habituados a todos los estímulos imaginables tras una pantalla. Los niños han cambiado mucho en este tiempo, pero Peneque El Valiente y lo que él provoca no. El héroe de todas las aventuras se ha convertido ya en un heroico superviviente, hasta con estatua en el Parque del Cine de Málaga. Y en Astorga (León), Quesada (Jaén),Cabeza del Buey (Badajoz)...
Es, dicen, el triunfo de la «sencillez». Solo necesitan una escena portátil y su marioneta construida con cartón piedra y un «sofisticado» engrudo de harina y agua –ironizan– para ganarse al difícil público infantil. Los post-it que acumulan en su 'casa' dan muestra de ello. «Estamos en las nuevas tecnologías, pero son muy efímeras, allí el comentario tiene una validez de horas. Un post-it lo tienes escrito siempre», argumenta Miguel. «Aquí los guardo todos», dice Antonio mientras enseña una caja llena de papelitos en los que se lee «chuli», «me gusta», «me encanta», «gracias por su visita».
Y eso merece una celebración. Primero con los «niños de 50 años» que vivieron el despertar de Peneque, a los que reunirán el 16 de febrero en el Centro Cultural María Victoria Atencia de la Diputación de Málaga. Será el 'Peneque Day', en la víspera del aniversario del nacimiento de su padre. El 7 de abril, en el Teatro Echegaray, será el momento de los niños de ahora con el estreno de 'El sueño de los títeres', su mayor aventura, la que cuenta cómo empezó todo. Servirá una vez más de punto de encuentro de tres generaciones: abuelos, padres, nietos. «Los mayores ya vienen con la ilusión de ver lo que vieron de pequeño y para ellos es una sorpresa comprobar que a sus hijos también les gusta. El disfrute es doble», dicen.
'El sueño de los títeres' es la obra más emotiva que han firmado los hermanos Pino, que hoy lucen singulares bigotes en honor don Miguel. Parecen unos personajes históricos más de la compañía, un guiño a esos años en los que iban en el 600 en busca de la 'grey infantil'. No han conocido otra vida, ni la quieren. Sus únicas vacaciones al año eran en Semana Santa, cuando no se solía programar espectáculos infantiles. Hoy ni siquiera paran entonces. Es más, han sumado a la Catedral a su lista de grandes escenarios. Este mes volverán al templo con varios conciertos didácticos.
Porque uno de los grandes éxitos de Peneque ha sido abrir la puerta de los teatros y salas nobles a las marionetas, sin dejar nunca de lado la «esencia» de la calle, los parques y las plazas. El mérito es de su creador. Miguel Pino comenzó su carrera como mánager del cantaor Pepe Marchena, un trabajo que le permitió llegar a los empresarios de los escenarios, conocer cómo funcionaba el circuito y colocar a Peneque detrás del telón. Hace justo un año hicieron el 'hat-trick' con actuaciones en la Catedral, el Teatro Cervantes y el Museo de la Aduana en un mismo mes. «Los mejores sitios», señalan.
Pero Peneque, a su edad, quiere más. Su obra junto al ilustre Bernardo de Gálvez en formato cartón piedra ha cruzado el charco, con representaciones en Washington, Filadelfia, Toronto… En los últimos años han incorporado a personajes reales de otro tiempo a su maleta, desde el maestro de capilla de la Catedral Juan Francés de Iribarren hasta Robespierre, pasando por Abate Marcheta y Antonio Mairena, el próximo. No llevan la cuenta, pero calculan que son más de una veintena los espectáculos que han levantado.
Tras el fallecimiento de su padre, su mejor amigo les explicó por qué don Miguel empezó en este mundo: estaba cansado del 'artisteo' y sus acompañantes títeres no le pedían «ná». Pero nunca le preguntaron por qué llamó Peneque a su creación. «Es un misterio», responden los hermanos mientras la marioneta les contempla desde atrás. Toda estrella tiene sus secretos.
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