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El trabajo de Paloma de la Cruz gira siempre en torno a los textiles, los cuerpos que cubren y la arquitectura que ocupan. Y hay ... una prenda en la que todos esos conceptos se unen de forma natural: el mantón de Manila. La malagueña, una renovadora de la cerámica artística, hace un viaje de ida y vuelta a casa en su proyecto más internacional, el que ha desarrollado durante meses en Madrid gracias a la beca impulsada por la Casa de Velázquez y el Ayuntamiento de Málaga. De la Cruz se inspira en el mantón de Manila, un complemento estrechamente vinculado a Andalucía y el flamenco, en una serie de piezas de barro que se exponen en el patio de la madrileña Casa de Velázquez, una institución francesa fundada en 1920 para fomentar los intercambios culturales y artísticos.
La instalación escultórica forma parte de la colectiva 'Habitar el tiempo', una muestra que se podrá ver desde el 2 de junio hasta el 13 de julio en Madrid, para después viajar a París, donde se exhibirá en febrero del próximo año en la Académie des beaux-arts.
«Es un textil que necesita del cuerpo para moverse y que además pasa por la arquitectura, por el suelo», detalla. A modo de celosías en barro negro, Paloma de la Cruz teje los seis movimientos del mantón de Manila, los mismos que dan título a su propuesta: 'Floreo, vueltas, remolino, despliegue, lanzamiento y arrastre'. Para la creadora, el mantón es un «símbolo de mestizaje cultural». «Tiene un poquito de todas partes. Llegaba de Manila. Los orientales normalmente bordaban escenas en él y cuando pasa por México es cuando se le empiezan a introducir flores y vegetaciones. Y en España, sobre todo en Andalucía, se le incorporan los flecos del macramé, que viene de los árabes», relata.
Solo en una de las seis obras que componen el proyecto la malagueña recurre al blanco, el color habitual de sus piezas. En este caso, De la Cruz emplea un esmalte nácar como guiño a los mantones de Manila originales donde se usaban trocitos de hueso o nácar tallado para decorar las caras y las manos que aparecen en las escenas que se bordaban.
Todas las piezas componen una instalación escultórica ubicada en el patio de Casa de Velázquez. Y no están ahí por casualidad. «En la tradición andalusí los patios eran los escenarios. Me pareció interesante jugar con esa idea y con la arquitectura del lugar». De hecho, ella misma actuará en él. El 12 de junio, a las 21.00 horas, Paloma de la Cruz sacará su faceta performativa para interactuar con la obra, en una acción que cuenta con la producción sonora de Niño de Elche.
Paloma de la Cruz ha sido la primera artista en obtener la beca de artes plásticas y visuales Casa de Velázquez, una ayuda impulsada junto al Ayuntamiento de Málaga que incluye residencia en el centro artístico durante un periodo de 10 meses, una aportación de 15.000 euros en concepto de beca y otros 8.000 euros para la producción de una obra.
Sus propuesta artística se incorpora a una muestra colectiva que reúne las creaciones desarrolladas durante este año de residencia de los estudiantes. 'Habitar el tiempo' está compuesta por los trabajos de una treintena de artistas que han cursado la 95ª promoción de la Academia de Francia en Madrid.
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