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Todas las palabras que nunca pudo decir Aurora Fuster

Todas las palabras que nunca pudo decir Aurora Fuster

Reducida a una calle en su ciudad natal, Málaga, estrenó en el Teatro Cervantes y luchó una guerra desigual para ser dramaturga en plena bohemia madrileña. Dos balas la callaron para siempre

Carlos Zamarriego

Domingo, 5 de enero 2025, 00:10

La noche del 9 al 10 de diciembre de 1907 no se habló de otra cosa en Madrid. Jacinto Benavente había salido entre ovaciones del Teatro Lara tras el estreno de 'Los intereses creados', obra cumbre de una carrera dramática que le valió el premio Nobel en 1922. Lejos de allí, dos cadáveres eran encontrados en una fonda de Sevilla: el matrimonio formado por los malagueños Carlos Crouselles y Aurora Fuster. Los dos eran bien conocidos en esa bohemia artística y noctámbula que alternaba tarde y noche entre los cafés y los lupanares de un Madrid de luces y sombras. Formaron parte de esa generación de hambrientos escritores que copaban las tertulias, sobrevivían en los periódicos y siempre tenían debajo del brazo una comedia o una zarzuela que prometía ser un éxito. El mismo Madrid que volvió loco a Alejandro Sawa y en el que Valle Inclán imaginó a su Max Estrella.

Sin embargo, no hubo nada de bohemio en la muerte de este matrimonio. Extraemos, íntegramente y con toda crudeza para evitar romanticismos, la autopsia que practico pocos días después el médico forense Benito Galacha y que se publicó en el periódico malagueño 'El Popular': «El señor Crouselles falleció a consecuencia del tiro que se disparó en la sien derecha, que le destrozó las masas encefálicas. El proyectil fracturó el temporal izquierdo quedando detenido entre el hueso y la piel, no teniendo, por tanto, orificio de salida. El cadáver de doña Aurora Fuster aparecía en posición que quedó al morir y sin la menor señal de descomposición, su rostro tranquilo parecía más bien de una persona entregada al sueño que la de un cadáver. La esposa del señor Crouselles presentaba una herida por encima de la región mamaria derecha, que por la autopsia se ha comprobado fue la que le produjo la muerte en el acto, pues el proyectil le atravesó la arteria pulmonar, incrustándose en el pulmón derecho. Tenía otra herida en el labio inferior que la perforó el órgano y le produjo destrozos en el interior del cráneo, causando gran hemorragia por el oído izquierdo. Del resultado de la autopsia se comprueba que no hubo lucha antes de la tragedia y se deduce que el señor Crouselles se aproxima al lecho donde se encontraba su esposa y disparó dos tiros: el primero en el pecho que le causo la muerte –como ya decimos– y el otro en la boca. Los proyectiles indican por la dirección que siguieron, que doña Aurora no se incorporó siquiera y que los disparos los hizo su marido a quemarropa».

Aurora Fuster fue victima mortal por violencia machista, aunque nunca fue reconocida como tal. Su muerte truncó el sueño de triunfar como dramaturga en Madrid. A la novelista Lola Clavero, su historia la fascinó por completo. Durante una convalecencia con el pie roto le prestaron el libro 'Historia del teatro Malagueño', de Enrique del Pino, donde consta que estrenó dos obras en el Teatro Cervantes y que al menos tenía escritas otras dos. «Sólo decía que era muy independiente, que tenía mucho carácter y tal, pero yo quería llegar a cuál había sido el intríngulis de la cuestión, cómo se desencadenó ese hecho, porque quedaba ahí, soterrado entre mil páginas que tenía el libro», cuenta Clavero. Su investigación desembocaría en 2022 en la novela 'Los olvidados' (Jakara Editores).

'La semana Ilustrada' publicó las fotos de las autopsias de Aurora Fuster y de su marido y asesino, Carlos Crouselles. SUR

Nacida en Málaga en 1877, fue hija de un inspector de Hacienda, Alfredo Fuster y Paris. Su talento para la escritura llamó la atención del abogado y cronista Narciso Díaz de Escovar (1860-1935) que se convierte en su mentor. El 15 de mayo de 1897, con sólo 20 años, estrena en el Teatro Cervantes. Lo reseñó así Manuel España en su histórica recopilación de obras que pasaron por el coliseo malagueño hasta 1902: «En la función de despedida [de la compañía] estrenó también Carmen Cobeña un monólogo titulado 'Querer y deber', que para ella había escrito la joven poetisa malagueña Srta. Aurora Fuster, que compartió con la notabilísima actriz los honores del proscenio». Otra importante actriz de género chico, Loreto Prado, estrenaría para ella, el 5 de enero de 1898, un juguete cómico. Manuel España: «También estrenó la incomparable artista 'El cornetín de órdenes', producción de la escritora malagueña Srta. Aurora Fuster, interpretando á maravilla el protagonista, por lo que la obra obtuvo lisonjero éxito, siendo llamada á la escena su joven autora». La función llegó incluso a reseñarse en los periódicos madrileños, como 'El Diario de Avisos': «La obrita, que es un pasillo cómico algo alegrito, abunda en chistes ingeniosos y que hizo reír bastante al público, el que salió altamente sorprendido de las disposiciones que para este género revela tener la simpática autora. Esta, al terminar la representación fue llamada diferentes veces al palco escénico recibiendo nutridos aplausos».

Pionera e incomprendida

Fuster siguió escribiendo, pero no hubo más estrenos para ella. En Málaga conoce al poeta y periodista sevillano Juan Antonio de Torre Salvador, alias 'Micrófilo', mientras cumplía una condena de destierro del Tribunal de Sevilla. Vuelven juntos a Guadalcanal, la localidad natal del escritor, donde se casan poco antes de que él muriera en 1903. Así que Fuster se traslada a Madrid para volcarse, ahora sí, con la literatura. «Nunca la dejaron hacer nada», opina Lola Clavero. «Primero la casan con un hombre que ella no quería. Y se nota mucho que eso fue un matrimonio de conveniencia. Después se fue a Madrid y se rieron de ella muchísimo, era un escarnio, porque venirse una mujer sola a Madrid a buscarse la vida y a triunfar en el teatro era el hazmerreir. La ridiculizaron y estaba perseguida todo el rato».

Aurora Fuster vivió en el mismo Madrid que volvió loco a Alejandro Sawa y en el que Valle Inclán imaginó a su Max Estrella

Prueba de ello es cómo contaron los periódicos de Madrid su encuentro con el compositor Federico Chueca (1846-1908). 'El Radical', bajo el titular 'Libretista impertinente', contó que Aurora «había escrito y quería estrenar una zarzuela de costumbres andaluzas». Se la consiguió leer al maestro Chueca, que prometió colaborar con Fuster. «Loca de contento la autora, para expresar su alegría pidió una guitarra y durante dos o tres horas encantó a la concurrencia tocando y cantando con tanto gusto como maestría», cuenta la crónica. Sin embargo, el artículo dejaría en evidencia a Fuster al afirmar que acudía una y otra vez a la casa de Chueca sin saber éste cómo «zafarse de la importuna». Y es que, según este relato, la joven artista tenía «aterrado» al más popular de los músicos españoles.

Es en la capital de España donde conoce al también malagueño y dramaturgo Carlos Crouselles, que ya había estrenado, en colaboración con Antonio Paso, 'Gloria Pura' y 'El rey del valor'; y en colaboración con Francisco de Torres la zarzuela 'El amigo del alma'. Asiduo plumilla de las gacetas madrileñas, consiguió gran popularidad por sus crónicas en 'España Nueva'. Cristóbal de Castro, director literario de ese periódico, dejó escrito que Crouselles debutó «desafiando, él que era un fideo, a los atléticos luchadores de la Zarzuela». Su siguiente idea fue recorrer el alcantarillado de Madrid. «Se hizo», contó De Castro, «y otro éxito muy grande». Luego vendría su gran contribución al periodismo: «Nos propuso aquella idea genial de hacer un viaje a París en burro». Y en efecto, eso hizo en compañía de otro periodista, Javier Bueno. Crouselles convivía con una muchacha de Andújar, Jerónima Blasco, con la que tenía cinco hijos.

Todas las crónicas señalan que fue al volver de París, en diciembre de 1906, cuando Aurora Fuster acude a la redacción de 'España Nueva'. «Se presentó una señora gruesa, bajita y guapa», contaría en 'La Semana Ilustrada' Javier Bueno, testigo directo del encuentro. Fuster, «con marcado acento andaluz preguntó por Crouselles». Según todos los relatos, la intención de Fuster, «que tenía aficiones a la literatura y que había escrito varias obras teatrales», era encontrar un colaborador que le abriera las puertas de los teatros. A partir de aquí, lo único seguro es que comienza una relación que termina violentamente un año después. De ese periodo sólo tenemos los testimonios escritos por los amigos periodistas de Crouselles, que no dudaron en definir a Fuster como «loca», «histérica» o «exaltada» frente a las sinceras intenciones de Crouselles. Como ejemplo, valga esta línea de Cristóbal de Castro: «Ella, neurótica, sentimental, 'romanesque' y ardiente como una gitana; él, decidor, chistoso, frívolo, pero en el fondo, más sentimental aún».

La pareja vive en la calle Cardenal Cisneros 14 de Madrid. Desde allí, Fuster escribe una carta a Arturo Reyes el 8 de enero de 1907. La misiva forma parte del epistolario del escritor andaluz que conserva la Universidad de Málaga. «Distinguido amigo mío: sin preámbulos ridículos le anuncio a usted que me caso con el popular periodista y autor dramático Carlos Crouselles», comienza Fuster para, acto seguido pedir «el regalo de bodas del cual no puede escaparse». La autora quiere la autorización de Reyes para llevar a escena «su admirable 'Cartucherita'», novela publicada en 1898.

Incidente en Málaga

Después de casarse, la pareja se traslada a México, donde no consiguen asentarse. Al volver a España se precipitan los hechos. El sábado 7 de diciembre de 1907 estaban en Málaga, donde se hospedan en la fonda La Británica, en el número 5 de calle Larios. «Los dueños de la fonda oyeron voces de mujer en el cuarto número 8, diciendo: ¡Favor! ¡Qué me mata!», informó 'El Popular', que relata como al acudir los dueños «sorprendiéronse (sic) viendo salir en ropas menores a doña Aurora Fuster, perseguida por su marido Carlos Crouselles, que armado de un revolver trataba de dispararle».

El lunes 9 salieron para Sevilla, donde se alojaron en el hotel La Iberia, situado en la Plaza de San Fernando, con la intención de embarcar para Argentina. A partir de aquí resumimos lo que entonces relataron todos los medios. Crouselles se fue a ver a sus amigos a la contaduría de Teatro del Duque, dejando a Fuster encerrada en el cuarto. Poco después de volver a la fonda, de madrugada, es cuando se escuchan las detonaciones. Al entrar en la habitación los primeros testigos observaron que Crouselles aún respiraba por lo que se le trasladó a la Casa de Socorro. En la habitación se encuentran varias cartas. En una de ellas, Fuster aseguraba que elegía libremente acabar con su vida al lado de su marido. En otra, Crouselles dejaba tres mil pesetas, la fortuna de Fuster, a sus hijos. El juzgado determinó que todas las cartas habían sido escritas por Crouselles, que murió el 10 de diciembre a las siete de la mañana.

El 15 de mayo de 1897, con sólo 20 años, Aurora Fuster estrenó su primera obra en el Teatro Cervantes, 'Querer y deber'

Las fotos de los cadáveres salieron en 'La Semana Ilustrada'. Lola Clavero llama la atención en un detalle: «Cuando le van a hacer la autopsia a Crouselles están todos los amigos alrededor y ella está ahí nada más que con su padre». Analizando la foto, Clavero ve «bastante posible» que Fuster estuviera embarazada. «Si te fijas en la foto ves que tiene como abultado el vientre. Le quitaron el dinero, le quitaron la posibilidad de ser escritora y de ser madre, o sea todo. Es un caso terrible».

Ricardo Martínez Ibáñez es profesor jubilado de biología y geología. Me manda un mensaje para retrasar nuestra conversación por teléfono porque tiene que atender a un grupo de chavales en el Museo de Ciencias Naturales. «Estoy de voluntario, hoy no me tocaba» se excusa, «pero me han llamado porque había fallado un compañero y he tenido que salir corriendo». También es descendiente de Carmen, una de esas hijas que Crouselles tuvo con Jerónima y dejó huérfanas de padre. «Siempre nos contaban que el bisabuelo Carlos estaba como una cabra y se fue a París en burro», relata Martínez, «lo de que mató a la señora y se suicidó te lo contaban de esa manera. Pero sí. Yo lo sabía desde pequeño. Lo que pasa es que los detalles los he descubierto ahora que estoy jubilado». Sobre su antepasado es tajante: «Era un cabrón. Un machista. No me salen las palabras».

Recientemente la editorial Renacimiento rescató en un libro las crónicas que Crouselles y Bueno enviaron en su viaje a París en burro. Las palabras de Aurora Fuster, en cambio, permanecen perdidas y en el olvido. Sin duda, una cuestión de intereses.

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