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Este acalorado sábado por la mañana, en las horas previas a la tormenta, cada uno hacía de su capa un sayo. En ese plan, cinco chicas se tomaban fotos en traje de flamenca cerca de la plaza del Teatro. Iban con mascarillas de lunares, como anticipando la liberación legal noctámbula de esa misma noche y de las venideras. Metros más arriba, otra chica en traje de faena se encaramaba a una escalera y colocaba con precisión una pegatina informativa sobre la puerta ahumada y ennegrecida de la librería Proteo. El vinilo, más propósito firme que crónica de sucesos, agradecía el apoyo y remitía a la página web del establecimiento.

El luto insolente de las paredes y los cristales daba un tono grisáceo al mediodía radiante, a los mandados domésticos menores. La devastación del fuego todavía era pasto de la curiosidad y del asombro de viandantes y conductores. El efecto mirón convivía con el pasmo de lectores conmovidos. Los libreros atendían a los medios y recibían ánimos de quien pasaba por esa gruta elegante del saber, convertida de la noche a la mañana en paraje inhóspito. No había cuerpo de feria, pero tampoco de duelo, aunque llovían pésames constantes. Se respiraba humo, pero también las ganas de sobreponerse y de estar todos con Proteo, incluso en esas redes sociales que al fin ardían con un motivo solidario y sin mácula.

Cuando una librería se quema, algo tuyo se quema. Cualquier malagueño tiene un trozo de memoria o corazón chamuscado desde el jueves. No sé cuántos ejemplares de Caballero Bonald reposarán aún en sus anaqueles ahumados, ni cuántos libros acuñados por Francisco Cumpián. Apilados como víctimas inocentes e inertes, allí descansaban miles de historias y de recuerdos. Imagino que cuando ponga mi granito de arena 'on line' todavía me vendrán a la mente esos días adolescentes donde Proteo nos surtía de los libros de clase. O aquellas compras maduras de ensayos sesudos o libros de grandes viajes. O esa tarde gloriosa, ay, donde uno se vio reflejado en sus escaparates prístinos, ojalá solo empañados ahora por poco tiempo.

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