Paco Roca: «Quizá el fin de las democracias no sea una guerra civil, pero están en peligro»
El dibujante valenciano, Premio Nacional de Cómic, repasa en La Térmica su amplia y personal trayectoria
Sus libros suelen tratar sobre asuntos diversos, al menos en apariencia, porque un hilo invisible parece unir 'Arrugas' (2007) con 'La casa' (2016), 'Los surcos ... del azar' (2013) y 'Confesiones de un hombre en pijama' (2017). Ese vínculo es la memoria. Un asunto sobre el que Paco Roca (Valencia, 1969) reflexionó este lunes en diálogo con el dibujante malagueño Pepo Pérez dentro del ciclo 'La Térmica Cómic' organizado por el centro cultural de la Diputación Provincial.
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-El encuentro en La Térmica lleva por título 'Memoria familiar, memoria colectiva' y justo ese asunto parece cruzar buena parte de su trabajo. ¿Qué papel juega la memoria en su obra?
-Juega un papel importante, porque al final se ha convertido en un tema recurrente, aunque haya sido de una forma inconsciente. Vas tratando libro tras libro diferentes acontecimientos y al final te das cuenta de que todos tienen un denominador común, que es la memoria, y llegas a la conclusión de que, más allá de una nostalgia o algo así, es una búsqueda de la identidad, tanto colectiva como individual, con obras como 'Los surcos del azar' o 'El invierno del dibujante', donde reflexionas sobre un pasado determinado de tu país o de tu profesión, hasta cosas más personales como 'La casa' o 'Regreso al Edén', en los que acabas dándote cuenta de determinados detalles de tu familia y de ti mismo. Al final la memoria va unida a esa búsqueda de la identidad y de ahí el título de la charla, que es un poco memoria versus olvido o la pérdida de la identidad por medio de ese olvido, ya sea social o personal.
-¿Y cómo surgen esas historias, llegan primero las imágenes o las tramas?
-Es una especie de mezcla. A menudo resulta muy difícil analizar de dónde viene, porque acaba siendo bastante irracional. Primero surge, sobre todo, de la necesidad de reflexionar sobre un tema concreto y, a partir de ahí, se acumulan las imágenes, las sensaciones que quieres transmitir, alguna anécdota… Por ejemplo, en el caso de 'Regreso al Edén' surgió de una forma muy improvisada. En un principio empecé a grabar a mi madre y a otros miembros de mi familia que pasan de los 80 años simplemente por el hecho de atesorar esa memoria, porque es algo que me quedé con las ganas de hacer con mi padre. Cuando mi padre murió y quise hacer 'La casa' me di cuenta de que no sabía apenas nada de su vida, nunca me había parado a charlar con él de lo que había sido su infancia y de determinados detalles. No quise que me pasase con el resto de la familia y lo hice simplemente por eso, por tenerlo grabado, para que quedase ahí. A partir de ese momento surgió el tema de la fotografía, de la relación de mi madre con su madre, y se fue creando esa historia. Suele ser bastante irracional, muy orgánico, porque empieza a crecer por donde menos te lo esperas.
- ¿Así llegó, por ejemplo, hasta 'La encrucijada' (2017), donde esa memoria llega hasta la música popular?
-Al final tengo la suerte de hacer los cómics que me apetece hacer. No me guío ni por un plan editorial ni por saber si va a ser o no va a ser comercial. Me dejo llevar por los temas sobre los que quiero reflexionar y al final todo se va uniendo, porque incluso 'La encrucijada' al final acaba hablando de mí mismo y de las cosas que me rodean, de tu relación con tu obra, de ese equilibrio entre lo que te da de comer y lo que quieres hacer… Hablo siempre de temas que piensas que te va a aportar algo. Vas haciendo que la obra crezca en esa dirección. Podría crecer en muchas direcciones, pero la vas podando hacia el camino que quieres. En el caso de 'Regreso al Edén', por ejemplo, pues lo vas llevando por el camino de una persona como Antonia, que es mi madre, en una miseria como aquella. Acabas llevando ahí la historia para poder retratar toda una época, para darnos también cuenta de lo que es una dictadura, lo que es la represión, una educación tan fervientemente católica. La historia te puede llevar por muchos caminos, pero tú la vas llevando a esos lados sobre los que quieres reflexionar para llegar a entender.
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Mirar atrás
-Y con ese interés por la memoria, ¿cómo afronta el planteamiento de quienes definen esa mirada al pasado como «revanchismo» o en términos similares?
-No es común de la mayoría de la sociedad, pero creo que hay determinados sectores que se obstinan en que olvidemos y en representar el recuerdo o el interés por la memoria como algo extraño de la sociedad española, como un revanchismo o algo así cuando realmente si abres el foco no es así y todas las sociedades que han tenido un pasado traumático como pueda ser la antigua Unión Soviética, Italia, Alemania, Portugal, Austria, Argentina… Cualquier país hace la misma labor de búsqueda en el pasado, simplemente para comprenderse a sí mismo, para perdonarse y para reencontrarse. No es algo únicamente de un sector de la población española que se ha quedado anclado en el pasado. Lo extraño es lo contrario. Lo extraño es no querer mirar atrás, pero sí que es cierto que determinados sectores se sienten quizá poco a gusto con lo que encuentran de sí mismos en ese pasado y ante la dificultad de gestionarlo, nos obligan a todos a no mirar atrás.
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-¿Cree que el cómic puede acercar esa memoria, esa mirada al pasado, a personas que quizá no sean lectores habituales de otros formatos textuales?
-Sí. Pero en ese sentido siempre insisto en que yo no estoy haciendo Historia. Un cómic, como una novela o una película, no puede suplir el trabajo de los historiadores serios que investigan, que van a las fuentes y se encargan de que su trabajo sea totalmente veraz. Un cómic pone cara donde la Historia no llega. Los historiadores son los encargados de buscar archivos y cifras y el poder que puede tener un cómic, como una película o una novela, es el de que podamos empatizar con eso, el ponerle cara a esa gran escala que nos marca la Historia.
-Y después de hablar del pasado, ¿cómo contempla el presente y el futuro?
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-Yo soy optimista, a pesar de que muchas veces el presente no parece que sea muy prometedor. No es que las cosas del pasado se repitan, pero creo que nos pueden servir como ejemplo. Y cuando ves lo frágiles que fueron las democracias jóvenes a comienzos del siglo XX, todas aquellas que cayeron bajo los totalitarismos, te das cuenta de la fragilidad de estos sistemas. Ahora lo estamos viendo. Quizá el fin de las democracias no sea una guerra civil, pero están en peligro. Aun así, creo que creo que son fases y aunque la polarización todo este tipo de cosas no sean muy prometedoras, creo que será algo pasajero. Hasta ahora, el futuro siempre ha sido mejor que el pasado.
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