El malagueño José María Villatoro da vida a Un Ruido Llamado Ángel. SUR

«La música en directo no puede construirse únicamente desde la 'pachanga'»

El malagueño Un Ruido Llamado Ángel lanza su quinto trabajo, 'Mar de interior', con la producción de Fernando Lluva y en el que se adentra en el post-rock con letras provocadoras que invitan a la reflexión

Viernes, 19 de febrero 2021, 00:20

Tras formar parte desde mediados de los 80 de grupos como Seis Siglas, Los Cubiertos, Los Remolques, La Costa, Los de Caín, Dublín, Theodore ... Graves, Agreste, Fractal Noise, y más recientemente, The Cigar Box Blues Band y A Ritual Play, José María Villatoro lanzó su proyecto más personal bajo el nombre de Un Ruido Llamado Ángel en el ecuador de los 90. A finales del año pasado publicó el doble CD 'Landscapes and Drones', «música instrumental con un toque experimental, cinemática y ambiental», según su propia definición. El próximo abril edita su quinto trabajo, 'Mar de interior', producido por Fernando Lluva y en el que se adentra en el post-rock con letras provocadoras que invitan a la reflexión. «Trato de estar al día, soy un devorador de casi todo tipo de música», asegura el malagueño, autor de trabajos como 'Androgenia pop', producido por Miguel Paredes; 'Contradicciones y ambigüedades' y 'Descompresión'.

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–¿Cómo es su nuevo trabajo?

–'Mar de interior' es un EP que verá la luz en abril. El CD contendrá temas que no estarán en la versión digital, que vendrá dotada de menos canciones. Para este trabajo cuento de nuevo con la producción de Fernando Lluva, que para mí es mucho más que un productor; incluso es copartícipe y protagonista en la composición de algún que otro tema y tiene una influencia enorme en este disco. Un trabajo post-rock con influencias de Doves, The Cure, Psychedelic Furs, The Smiths y Echo and the Bunnymen. Contiene letras cercanas a la poesía, una veces surrealista, otras onírica, la mayor parte de ellas estrictamente visual. Música para estimular la inteligencia, por momentos delicada, por momentos abrupta.

–¿Cuándo ha compuesto esos temas?

–La mayor parte tienen algún tiempo, pero se les ha dado un 'lavado de cara' y se han remasterizado. La pandemia para mí no ha sido demasiado estimulante a nivel creativo, si bien ha despertado la necesidad de sacar a la luz canciones que de otra forma hubieran caído en saco roto, inertes en un disco duro.

–Pero 'Landscapes and Drones', su anterior trabajo, sí se lanzó durante la pandemia?

–La finalización del mismo y un par de temas sí. Pero esa era una idea que me llevaba rondando los últimos años. Al principio lo planteé (siguiendo a Robert Fripp) como una «fractalización» de Un Ruido Llamado Ángel. Música instrumental con un toque experimental, 'cinemática' y ambiental, a veces electrónica, con el uso de sintetizadores como elementos de diseño de la música contemporánea. Cada uno de los dos CDs contiene unos pasajes distintos. El primero está centrado en una composición que trata de evocar paisajes, el segundo propone una música cercana al rock neo-progresivo que aspira a convertirse en una especie de 'dron', un paseo aéreo y circunstancial con un pequeño vehículo no tripulado.

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–¿Cómo le ha afectado el confinamiento a la hora de crear nuevas composiciones?

–Desde el punto de vista estrictamente creativo me ha afectado muchísimo, es imposible que cualquier persona con cierta sensibilidad no se sienta mínimamente afligida con la que está cayendo. En lo que a mí respecta no me ha ayudado en nada, más bien ha cortado cierta progresión pues la música en directo y los múltiples planes que había con The Cigar Box Blues Band, A Ritual Play, Lluva y otros proyectos en los que colaboro, han quedado postergados. Todos ellos, y el calor que me daban cada uno de sus componentes que para mí son amigos, provocaban un 'totum revolutum' que impulsaba un fuerte deseo de seguir componiendo, escribiendo y actuando en vivo. Ahora sólo tengo ganas de que haya cerveza fría en la nevera y añoro los tiempos en los que podía verme con los compañeros por el mero placer de tocar juntos para retomar ese impulso.

–¿Qué le impulsó a dar rienda suelta a su creatividad como Un Ruido Llamado Ángel?

–La simple necesidad de hacer las cosas como te da la gana y no poder echar la culpa a nadie. Suelo tocar todo lo tocable y estoy habituado a recoger la responsabilidad sobre instrumentos físicos y virtuales, a veces asumo también la producción. Yo soy Un Ruido Llamado Ángel cuando me conviene, la mayor parte de las veces permite, al menos, exponer una parte de mí que no es impostada, tal vez la inflexión más real y menos convencional.

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–¿Y por qué ese nombre?

–Lo que puedo decir del nombre es que gracias al mismo se ha construido un pequeño universo desde la emoción, desde el amor por la música. Es histriónico, como mi propia personalidad, hablar de ruido y de ángeles ha estado presente durante toda mi trayectoria musical; soy consciente de que resulta contradictorio, confuso y hasta un poco ambiguo. La primera vez que lo usé fue por casualidad, hace más de 25 años, en una performance para un artista; actuamos en la calle, frente al Teatro Cervantes. Fue una actividad rara, pero al tocar yo solo tuve ciertas sensaciones, tan inexplicables como el Síndrome de Stendhal. El Ruido, sin embargo, ha estado presente en bandas como Theodore Graves, y el pop 'angelical' en grupos como Los de Caín o Seis Siglas, pero incluso dentro de esos mismos conjuntos han venido apareciendo Ángeles y Diablos de forma indistinta, y es que el directo puede convertirte en un 'demonio' o transformarte en un 'querubín'. El nombre representa lo que soy, pura antinomia.

–El post-rock, la música progresiva, el postpunk... ¿son sus influencias a la hora de componer?

–Me interesan todos los artistas/bandas que entienden la música como un proceso creativo en constante investigación. Soy fan de todos aquellos músicos que han deseado reinventarse muchas veces: Bowie, Joe Jackson, Prince, Ry Cooder, Steven Wilson… tipos que lo mismo tocan una balada que escriben una banda sonora. Una cosa son los estilos en los que te encuentras más o menos cómodo y otra muy distinta la aspiración a componer más allá de influencias, formas y personalidades. Para mi gusto, la música debe ser experimentación y aprendizaje, lo que no implica necesariamente que aquellos que llevan 30 años con la misma canción deban ser ni minusvalorados ni menospreciados. Respeto a todos. Me siento influenciado por todo tipo de música, depende simplemente del momento.

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–¿Cómo ha sido su evolución como músico?

–Yo he tocado en dos tipos de bandas: malas y muy malas (la frase es robada). Me he formado en todas ellas y en todas he aprendido algo. Hablando en serio, a fe mía que he tenido la suerte de actuar con algunos de los mejores músicos de Málaga, así que todo lo que no haya salido bien es mi culpa. He participado en muchos grupos pero me considero un afortunado pues hace muchos años que la música la veo con cierta perspectiva, tomé distancia una vez fui consciente de que no iba a vivir de ella. Tuve que elegir entre la libertad y cierto nivel de sometimiento al que no estaba dispuesto, pero la libertad tiene un precio, el de estar siempre en minoría; no me quejo, fue una elección muy meditada, consciente y consecuente con mi forma de ver la vida. Ahora, sin embargo, estaría encantado de volver a la 'tiranía' de los bares y los conciertos de 20 personas.

–¿Cuánto tiempo lleva en la música?

–Pues me parece a mí que salía en la tele Naranjito… buenoooo, no tanto. Me subí al escenario por primera vez en el 85-6 pero he sido un poco Guadiana. Me gusta decir que la música no se deja, es ella la que te deja a ti, y a mí me ha dejado unas cuantas veces. Esos períodos que han sido de reflexión y aprendizaje no me han ayudado a ser mejor músico, pero, probablemente, han colaborado para que sea más exigente conmigo mismo.

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–¿Qué opinión le merece el panorama de la música malagueña actual?

–Antes que músico soy fan. A mí me gustan muchas, muchísimas cosas que se hacen ahora en Málaga pero no voy a nombrar a nadie por respeto, por no dejar a nadie fuera y porque da cierta grima cuando alguien aparece en los medios nombrando únicamente a sus amigos. Pero hay cosas tremendamente buenas, desde el punto de vista formal el nivel es increíble. Por lo que conozco lo que define al músico malagueño (y provincia) es su profesionalidad. Entiendo que la 'democratización' de los medios provocada por las nuevas tecnologías ha traído una auténtica oleada creativa, si a eso sumas que los músicos de 'mi' generación han madurado de forma exponencial, es tremendo, simplemente admirable. Me interesan sobre todo aquellos que hacen música propia, no me importa su estilo, pero tampoco miro con recelo al músico de versiones, a fin de cuentas en clásica, en jazz y en blues es lo que prevalece y a nadie se le ocurre criticarlo. Eso sí, la música en directo no puede construirse únicamente desde la 'pachanga' (entre comillas) porque eso no da crédito a las nuevas generaciones, ni ofrece oportunidades a bandas de estilos más minoritarios. Debe haber ventanas para todo y para todos. Aspiro a escuchar a todos sin prejuicio ni precipitación, eso sí, lo que aborrezco son dos cosas: el canibalismo que provoca a veces el corporativismo y el rollo talibán, si crees que lo tuyo es mejor que lo de los demás es que eres un simple adorador de la estulticia.

–¿Qué proyectos tiene de cara al futuro en el mundo de la música?

–Soy completamente sincero cuando digo que hay que ir dando paso a las nueva generaciones. Considero que los más viejos del lugar debemos reservarnos para colaboraciones, para momentos de calidad con amigos y para grabaciones estrictamente poéticas. Pero como soy pura contradicción, a finales de año voy a sacar un trabajo muy especial sobre el que no puedo adelantar más que continua la saga instrumental de 'Landscapes and Drone'; si acaso, tal vez, con menos producción, más minimalista. Pretende denominarse 'Átomos y mónadas: microespacios'. No puede haber dos trabajos iguales de Un Ruido Llamado Ángel de la misma forma que no te puedes bañar dos veces en un mismo río, rompería una norma muy importante. Eso y salir en los minutos musicales de la madrugada sería para mí, el principio del fin. Mi gran aspiración es, sin embargo, escribir un disco con influencias del country y de la música americana, algo para lo que nunca estás suficientemente preparado y sobre lo que llevo años trabajando. Como todos los trabajos será 'primicia mundial' en mi casa y para mis amigos, y ni siquiera para todos.

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