
Secciones
Servicios
Destacamos
Ya no responde al nombre de Mai, ella es María. Y eso significa más que un simple cambio de denominación, supone romper con una inercia ... de años para atreverse a ser ella por encima de todo y más que nunca. María Meneses, la voz y el alma de Nena Daconte, regresa con 'La escafandra', un viaje emocional por las distintas fases del amor que ella ha conducido de principio a fin. «Todo lo que hay soy yo», asegura una Nena Daconte empoderada y sanada, tras un largo proceso interno para superar miedos e inseguridades. Lo presentará en Málaga en directo el 12 de julio en el Yellow Sound, el festival inclusivo y familiar de La Térmica organizado por la Asociación Yo no Renuncio, impulsada por el Club de Malasmadres.
–¿Eres malamadre?
–Bueno, yo soy la peor (ríe). Creo que es el proyecto vital, personal, en el que más energía pongo, en el que más amor pongo para mí y mis hijos. Pero claro, es que también somos humanas y encima trabajamos y queremos llegar a todas partes y es imposible. Mi lema es 'quiérete aunque seas solo casi perfecta'. No esperes a ser perfecta para quererte. Y ese lema yo, cuando a veces me exijo demasiado, me lo aplico.
–¿Te has sentido juzgada por tener familia y dedicarte a esta profesión tan demandante?
–Es bastante exigente porque viajamos mucho y estamos fuera de casa, en un ambiente completamente diferente. Es muy fácil desconectar de que eres madre. Y yo sí que me culpabilizo, porque la sociedad también nos ha enseñado este mecanismo de pensamiento. Al final, yo me voy de casa y siempre la que está pensando dónde dejar a los niños, cómo organizar a los niños, qué va a pasar esos dos o tres días que yo no estoy, soy yo; es una responsabilidad que siempre me echo yo encima.
–Normalmente no llevas a tus hijos de gira, pero a este concierto te los podrías traer.
–Me los podría traer, pero todavía son pequeños y ahora están empezando a entender cuál es mi profesión.
–Y en casa no eres Nena Daconte.
–No, no. Cuando salgo de casa y me meto en la furgoneta soy Nena Daconte. Y una vez que me bajo de la furgoneta, ya me pongo mi delantal (ríe), ya me pongo en el rol de cuidadora.
–Con 'La escafandra', ¿sientes que te has quitado ya tu propia escafandra, esa coraza que durante años te has puesto?
–Sí, la escafandra es una manera de decir que a veces necesitamos protegernos de los demás, del amor incluso, porque te vuelves muy vulnerable. Esa escafandra te protege, pero no te deja respirar. Y yo con este disco y con esta gira he roto completamente la escafandra y me entrego a la experiencia, a la vida, a lo que suceda.
–Se te ve liberada.
–Sí (ríe). La verdad es que he llegado a una edad en la que puedo decir que casi todo lo que sucede en mi vida lo estoy decidiendo yo. No me estoy dejando llevar, he roto muchas cosas que seguía haciendo por inercia, por los niños incluso. Estoy súper contenta del momento en el que estoy.
–En tu Instagram, después del primer concierto de la gira, escribías: «Consejo de señora mayor: sigue siempre tu instinto». ¡Qué difícil es no dejarse llevar por lo que digan otros!
–Sí, es que además yo creo que las mujeres tenemos el instinto bastante desarrollado y, por circunstancias de la vida, esa voz interior que te va guiando la vas callando y enterrando. Y no, no, hay que escucharla y atreverse a cambiar lo que haga falta cambiar.
–¿Qué has hecho por instinto en esta etapa de tu vida?
–Pues por ejemplo, a nivel profesional, he dirigido todos los arreglos a nivel musical. Todo lo que suena es exactamente lo que quiero que suene, todo lo que se ve es lo que yo quiero que se vea. He delegado en la parte de hacerlo real, porque yo no soy productora ni música, pero todo lo que hay a partir de este año soy yo.
–Imagino que detrás de eso hay muchos años de trabajo interior, contigo misma.
–Hay como 20 años de trabajo interior, de luchar contra todos los miedos y todas las inseguridades que tienes para, por ejemplo, poder decir en alto cosas ante personas que saben muchísimo más de música que tú. Pero tú tienes el criterio de lo que quieres. Y para colocarte delante del público y que no te machaquen el cerebro todas esas voces, todo el síndrome de la impostora que he tenido que trabajar mucho y muy fuerte. Me siento súper orgullosa y le digo a mucha gente: Si tú piensas que no has llegado, sigue caminando, porque cuando llegas, desde este lado la vida es otra cosa.
–¿Y qué te ha ayudado a llegar?
–Mis hijos. Yo escribí una canción cuando me quedé embarazada de mi hijo mayor que se llamaba 'Solo muerdo por ti' y ahí fui consciente por primera vez de lo mucho que iba a luchar porque mis hijos tuvieran una madre empoderada, una madre fuerte, una madre segura, una madre sin miedos.
–¿Sientes que te quedan secuelas de esos años en los que no te cuidaste y no te cuidaron?
–Algo hay todavía, claro. Pero estoy casi, sí. Pero yo me quedo con la ilusión. O sea, el día que pierdes la ilusión, estás perdido. Pero como te queda un poquitito de ilusión, todavía hay esperanza para sanar y para volver a disfrutar de la vida con todos los colores, como la ven los niños.
-En tu Instagram lanzas mensajes positivos y de empoderamiento. Vuelcas todo lo aprendido en este tiempo.
-Lo intento, sin ser maestra de nada. Pero sí que muchas veces digo, jolines, que yo he estado ahí en un pozo muy profundo y estoy tan feliz. Siempre estoy dándole vueltas a cómo hacerlo. Porque a veces me apetece volver a escribir un libro, pero muy didáctico, un poco de autoayuda, pero desde mi verdad.
-Me llama la atención que en algunos vídeos empiezas presentándote. ¡Como si no te conociéramos!
-En TikTok la gente joven no sabe quién soy. Yo soy una señora mayor que hizo hace tiempo un par de canciones que sonaron, pero luego me retiré, estuve mucho tiempo ahí con mis cosas. Y entonces aquí hay que volver a empezar, claro.
-¿Notas que has llegado a nuevo público?
-Sí, gente joven que a lo mejor sus padres eran fans míos y les ponían mi música. Pero hay gente que de pronto se encuentran con las canciones y les enganchan. Y el directo les da una vuelta para que puedan conectar con lo que se está haciendo ahora. Porque llevar 20 años haciendo lo mismo también cansa, ¿no?
-Tienes una voz muy dulce, cantando y hablando. ¿Cómo te ha condicionado?
–Mucho. Claro, la gente se espera un tipo de carácter detrás de esa voz. Es verdad que la mirada externa a veces pesa mucho y cuando estás muy expuesta esa mirada externa es más grande. No solo es tu familia, tus amigos y la gente de tu entorno laboral. Es como una energía muy grande y a veces te atrapa y te crees que eres esa persona que los demás ven. Hay que trabajarlo también para no ahogarte en ese personaje.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Así se hace el lechazo deshuesado del restaurante Prada a Tope
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.