Mari Trini, la reina del Tivoli que no era esa que todos imaginaban

«Mari Trini no fue esa mujer con una existencia atormentada, arisca y antipática, ese personaje envuelto en misterio y malditismo que la industria musical difundió, sino una persona normal y divertida que en la dictadura y la transición defendió la evolución», explica el biógrafo Miguel Fernández, que traza una suerte de «memoria sentimental» a través de las canciones de la artista para revisitar su trayectoria y biografía, su proverbial llegada a Hispavox, su cruce de talentos con el arreglista y compositor Waldo de los Ríos -del que el autor también firma su biografía-, su influencia en el público de varias generaciones del siglo XX y en artistas actuales como la malagueña Vanesa Martín, y su retirada sin hacer ruido una década antes de fallecer en 2009.

«Exploró al máximo las posibilidades de la canción para hablar de algo más que amor, para describir situaciones como las de esas miles de mujeres que vivían juntas, pero la mentalidad biempensante de la dictadura y de la época impedía ver de lo que hablaba», explica el biógrafo que también rescata en esta biografía el papel fundamental de Claudette Loetitia Lanza, que fue definida una y otra vez como su «fiel secretaria», autora de las portadas de sus discos o traductora de sus canciones. Nunca como su pareja. «Ellas nunca lo ocultaron y su convivencia fue pública, pero el miedo de la sociedad a aceptarlo hacía que la mejor herramienta fuera invisibilizar esa relación», afirma Miguel Fernández, que apostilla que además una de las formas de la homofobia es ignorar y borrar esa realidad.

«Así que cada uno aplicó ese grito de 'Yo no soy esa' a unos valores y códigos, sobre todo de la mujer que no aguanta la sumisión al marido, pero había mucho más», relata el experto que, sin tener idea de quién era Mari Trini, se «fascinó« por ella cuando con apenas 12 años la escuchó «cantar al amor» en un concierto en directo en el que acabó por casualidad. Por ello, cuando publicó al alimón las memorias de la actriz malagueña Amparo Muñoz en 2005, le propuso a la cantante repetir esa narración a cuatro manos con su propia vida. «Pero después enfermó de cáncer y falleció, por lo que el proyecto se quedó sobre la mesa hasta que se iban a cumplir 50 años de aquella primera actuación en que la vi, por lo que he acabado el libro con la misma edad que ella tenía al fallecer», cuenta el escritor y periodista afincado en Málaga desde hace décadas, que no tarda mucho en desvelar que tiene 62 años.

Puestos a reivindicar su figura y su trascendencia artística, Fernández también pide su cetro dentro de la canción protesta. «Fíjate que a Mari Trini la englobaron en la canción melódica, junto a Julio Iglesias, Raphael o Camilo Sexto, y le negaron como cantautora, pese a canciones como 'Yo no soy esa' o 'El recluta', que ridiculizaba el servicio militar en plena dictadura», cuenta Fernández, que define a la artista como «una luchadora por las libertades, pero de forma independiente», sin sumarse a grupo político o movimiento. No obstante, cuando se le preguntó por su canción preferida, la murciana contestó que «Mañana». Un tema sentimental y contestatario que la situó en lo más alto con su primer número 1, pero que, paradójicamente, hablaba del final y del olvido.

«Con 30 años ya estaba cantando 'cuando nadie se acuerda de ti' y 'me iré despacito sin dejar huella', que por desgracia sería su final, así que ella tuvo un sentido premonitorio de su vida», sostiene su biógrafo que añade que Mari Trini cumplió su palabra. «La dignidad de su última etapa es llamativa porque cuando todo el mundo le da la espalda, podría haber recurrido a la telebasura, pero prefirió irse a Murcia y vivir en paz con su familia», continúa el biógrafo que asegura que, pese a que ha sido reivindicada como icono LGTBI, ella hubiera vivido su vida con la misma naturalidad, sin ocultarlo pero sin hacer bandera.

«No creo que hoy día se hubiera apartado de esa línea de equidistancia, ya que tenía clara su defensa de la libertad y la igualdad de la mujer y la crítica de la hipocresía, pero sin vincular su mensaje a una sigla o movimiento», cierra Fernández que añade que el libro también traza las relaciones entre las tres figuras que han protagonizado sus biografías: Waldo de los Ríos se entendió a la perfección con Mari Trini desde que ella llegó a Hispavox, mientras que a Amparo Muñoz le preguntaron por la persona famosa a le gustaría parecerse y no lo dudó. «Como Mari Trini». «Es curioso, pero al final los tres acusaron el paso del tiempo y la ingratitud del olvido, tuvieron que hacer frente a las leyendas y a un perfil que no era ni mucho menos el de ellos, así que los tres fueron eso que no nos imaginábamos en absoluto».