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Miércoles, 6 de diciembre 2017
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Lo que pasó en la noche del martes con León Benavente fue un regalo a los trescientos artefactos humanos que consiguieron hacerse con una entrada, bien por fortuna o por velocidad, y que les dio derecho a ver a menos de diez metros a un grupo capaz de congregar a miles de fieles bajo su hechizo en las decenas de festivales en los que ha levantado el polvo. La Cochera Cabaret, que se ha relevado como un lugar de culto para la afición musical malagueña, acogió la antepenúltima fecha de esta gira que ha trasladado su directo a más de 150 escenarios diferentes, dentro y fuera de nuestras fronteras.
En sus directos, pronto se constata que a este grupo no le hace falta rebuscar en su discografía para encontrar oro, ya que entre el manojo de discos que han lanzado hasta la fecha, 2 LP y 2 EP, resulta literal o literariamente imposible encontrar una canción mala, que no tenga alguna chispa o que no provoque que cuando la escuches se te mueva algo por dentro o por fuera de tu cuerpo. Ya queda poca gente que confunda a León Benavente con un cantautor. La experiencia que acumula cada uno de sus componentes es una de las claves de la velocidad en alcanzar la cima: Abraham Boba -con carrera en solitario- y el guitarrista Luis Rodríguez han tocado con Nacho Vegas desde la década pasada. Eduardo Baos, bajista, procede de los míticos Tachenko y el batería César Verdú, de Schwarz.
Comenzaron por ‘Tipo D’, un tema de escucha imprescindible y que acumula en un solo ritmo toda la filosofía de esta banda, y terminaron en un aclamado bis por ‘Ser brigada’: otro disparo al corazón que es un relato recitado en clave ‘road movie’. El líder de la banda hizo alusión a los miles de kilómetros que llevan recorridos hasta la fecha. Como si fuera una premonición, León Benavente se llama así por la carretera que une las dos ciudades. Muchas de sus canciones hablan de búsquedas y de huidas que jamás tienen éxito, con sentido del humor y cinismo, y en un universo que no es para nada ajeno a lo malo que nos pasa y que llegan siempre sonido enérgico y optimista. Desde que salieron al escenario, treinta minutos después de la hora prevista, ya tenían ganado al público.
Siguiendo el repertorio de la gira de su último EP, ‘En la selva’, el concierto estuvo sobrado de energía y entusiasmo: que nadie pensara que por estar en una plaza pequeña se iban a amilanar. Una de las sorpresas llegó cuando Ángel Stanich, «un hombre con una silueta más reconocible que la de Lucky Luke», apareció en el escenario para cantar ‘Maestros antiguos’ que es, a su vez, otra joya que mezcla glam, pop, rock y, en definitiva, un montón de influencias cuyo nexo común es la eficacia. Para entonces ya nos habíamos rendido con ‘Gloria’, ‘La Ribera’, ‘California’, ‘Habitación 615’ y así hasta quince trallazos infalibles en un directo al que resultaría deshonesto poner reparos. León Benavente hicieron anoche algo divertido por el bien de esta ciudad y nosotros feligreses te damos las gracias, San Miguel.
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