El Kanka: «El talento y la suerte están muy bien, pero lo que nunca falla es la cabezonería»
«Echo de menos muchas cosas de mi infancia. Era un niño y no tenía ni idea de la vida y eso siempre es maravilloso», dice el cantante y compositor
claudia san martín
MÁLAGA
Viernes, 24 de julio 2020
Estamos orgullosos de que Juan Gómez (1982) predique con sus melodías, fuera y dentro de nuestras fronteras, que es de Andalucía. Más concretamente de Málaga, ... de la zona de Parque Mediterráneo, donde la playa de la Misericordia vio crecer a un pequeño gran genio que conseguiría poner a miles de personas en un mismo concierto a bailar un vals, o a intentarlo al menos. Hablamos distendidamente con El Kanka sobre si es más de salmorejo o gazpacho o si recuerda algún momento muy vergonzoso de su infancia; un surtido variado de preguntas como un cóctel de kikos y cacahuetes en el que no encontramos alguna que otra golosina.
–¿Cambiaría la letra de 'Lo mal que estoy y lo poco que me quejo' por lo 'Mal que estamos y lo mucho que nos quejamos'?
– (Risas). Sí, en realidad la tendría que cambiar como dice el Manin, mi percusionista, porque soy un estafador. Me dice que en el fondo vivo 'de puta madre' y estoy quejándome siempre. Sería 'Lo bien que estoy y lo mucho que me quejo'.
–Haciendo memoria, ¿cuál es el alimento que más ha consumido en los últimos meses?
–Yo creo que el pan. No había hecho nunca y me dio el punto con harinas distintas. Estuve un mes en Madrid y dos meses en Málaga en el confinamiento. En Málaga, que estuve con mi hermana, ella sí sabía hacer pan y hubo una época que estábamos a pan por día o cada dos días con harina de avena, de centeno, de trigo... Soy ya un panadero experto. Ahora ya que estoy en mi casa he comprado mis harinitas. Desayunar por la mañana un pan casero es una maravilla.
–¿Noche o día?
–Soy más de día ahora que parece que me he hecho mayor. Me gusta mucho madrugar, siempre que duerma bien y lo que hay que dormir. Me encanta despertarme a las seis de la mañana o a las siete y ver que tengo la mañana entera para mí, que hace fresquito, que me puedo tomar mi café tranquilo. Antes lo odiaba y me gustaba mucho trasnochar, aunque lo sigo haciendo, pero a día de hoy me quedo con el día.
–¿Ha hecho ejercicio durante estos meses o ha pasado de las 'stories fitness' de la gente?
–Me gusta hacer ejercicio, aunque no soy deportista porque me puedo tirar una semana sin hacer nada. Pero es bastante normal que coja la bici un rato, una elíptica que tengo en casa. También me gusta la natación si puedo. En el confinamiento he estado haciendo más elíptica y he estado aprendiendo ejercicios para fortalecer la espalda, que me duele mucho. Se los pregunté a unas amigas y me recomendaron páginas de Instagram. He estado luchando mucho contra mi dolor de espalda. Si ya tenía el hábito del deporte, ahora se me ha quedado más y es muy necesario para las edades a las que estamos llegando (risas).
–¿Qué es lo más extraño que sabe hacer con su cuerpo?
–Muevo las orejas, por ejemplo, aunque seguro que habrá algo más extraño.
–¿Salmorejo o gazpacho?
–Salmorejo, aunque yo lo llamo 'porra'. La hago con pimiento, receta de mi tía.
–¿Cuál sería el lugar que escogería para vivir si no hubiera nacido en la mejor ciudad del mundo?
–(Risas). Hombre, ¿cómo lo explico? He viajado mucho y he vivido sólo en tres ciudades distintas, pero me he quedado varios días en muchas ciudades y la calidad de vida de Málaga o la he visto en pocos sitios o en ninguno. Si tuviera que elegir, diría que Madrid me ha acabado conquistando, porque es donde uno tiene historias. No se elige la ciudad que uno ama por la arquitectura o el clima, creo que donde uno ha sido niño va a volver siempre y va a ser su hogar.
–¿Recuerda algún momento muy vergonzoso de su vida que nos pueda contar?
–Tengo muchos momentos vergonzosos, porque soy un personaje muy payaso y tímido a la vez. Recuerdo una anécdota en la que tendría cinco o seis años. En el colegio jugando en el recreo un día con un compañero de clase estaban las típicas escaleras que subían al cole y había unas rejas. Ese día nos dio la tontería de meter y sacar la cabeza y a mi amigo le hacía mucha gracia. Del calor o de la fricción, yo no sé qué paso, que de repente pude meterla pero no sacarla. Vino una marea de niños alrededor de mí y el jefe de estudios con un gato para sacarme mientras todos me miraban. Me ha pasado años después que he contado la anécdota y que alguien me dijera que estuvo ahí y que se acuerda: «¿Eras tú?». Lo recuerdo como algo simpático, pero te marca (risas).
–¿Qué título le pondría a la novela de su vida?
–'Sonríe, mañana puede ser mucho peor'.
–¿Hay algo que eche de menos de su infancia?
–Echo de menos muchas cosas de mi infancia, era un niño y no tenía ni idea de la vida y eso es siempre maravilloso. Recuerdo que iba a Las Delicias a un puesto de patatillas fritas que las hacía una señora allí mismo. Iba con mis amigos de entonces y yo siempre he sido un desastre para orientarme. Era azaroso si un día iba, porque no sabía si iba a encontrar el puesto (risas) o me iba a quedar con las ganas. Les echaba sal y te las comías crujientes y calentitas, era maravilloso.
–¿'Los Goonies', 'Regreso al Futuro' o 'E.T.'?
–'Los Goonies' porque es la más especial de todas, pero ha envejecido y para mí 'Regreso al Futuro' no. Me la pondría más alegremente cualquier noche que 'Los Goonies'.
–Un mensaje para aquellos que se quieren dedicar a la música y sus canciones les inspiran.
–Les diría que el talento y las suerte están muy bien, pero que lo que no falla nunca es la cabezonería, así lo he vivido yo. Hay que machacar.
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