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Marc Ribot y su Gibson, durante el concierto de Madrid. Jaime Masseu
El jazz sucio de Marc Ribot

El jazz sucio de Marc Ribot

El guitarrista de Nueva Jersey ejecuta un amplio repertorio en su único concierto en España, que incluye las 'Canciones de resistencia', su más reciente álbum

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Martes, 5 de noviembre 2019, 13:28

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Desde la primera pieza, una de jazz fusión con tonos caribes, Marc Ribot quiere romper la frialdad de la noche, como un chute de whisky en plena llovizna. Pero antes debe desentumecer los dedos del cuarteto, algo que se logra poco a poco frente a un público que también ansía entrar en calor y que llena la mítica sala Clamores de Madrid. Sin pausa, Ribot encadena las primeras canciones, como 'Bells' o 'Wizards', en las que se cuela el 'tumbao' que contagia al guitarrista de Nueva York desde aquellos Cubanos Postizos, con los que se popularizó en los albores de este siglo con un 'Muy divertido!' álbum.

Al son le sigue un jazz libre -del cool al be bop, como los viejos tiempos de los que Ribot toma el espíritu para este proyecto-, y cede largos intervalos a sus músicos Nick Dunston en el contrabajo, Jay Rodríguez en los metales y Chad Taylor en la batería, siempre atentos a la improvisación que arranca el líder desde su banqueta. Ribot no es espectáculo. Ni siquiera es hombre de muchas palabras. Apenas las necesarias, olvidadizo del micrófono. Es música basada en la compenetración con sus iguales. Se sienta en una esquina, de cara al trío, con una postura que esconde los trastes de su guitarra y toca encorvado sobre ella, su vieja Gibson de 1937. Los músicos aguardan sus mínimas, sobreentendidas, instrucciones. Apenas se toca la oreja para avisar al contrabajo de su intención de acelerar el tempo.

Marc Ribot en el Festival JazzMadrid.
Marc Ribot en el Festival JazzMadrid. Jaime Masseu

Ya desde los ochenta Ribot (Nueva Jersey, 1954) es conocido por su experimentación musical, y ha tocado con músicos como Tom Waits, Madeleine Peyroux, Diana Krall o Caetano Veloso o Susana Baca, por citar algunos nombres dispersos que dan idea de los distintos palos con los que ensaya el guitarrista. Puede pasar del rock punk ('Ceramic Dog') al free jazz con naturalidad. Siempre con esa voz propia que sale de sus cuerdas, un sonido que logra con su instrumento electro-acústico de casi ochenta años, una obra de museo enchufada a pedales más propios de otros géneros, con la que cambia de efectos. Un jazz sucio que juega con el 'feedback' del amplificador como hacía Chuck Berry en su rock and roll precursor. La guitarra de pintura rasgada distorsionada remarca esa imperfección tan personal de Ribot, reconocible en cualquier colaboración desde hace cuatro décadas.

En este único concierto en España, enmarcado dentro del Festival Jazz Madrid, Ribot recorre varias etapas, incluyendo un par de las 'Canciones de resistencia' ('Song of Resistance'), su álbum más reciente. Con esas dos composiciones pone las notas de color, en ambos intervalos en los que se divide la sesión. En 'Cómo caminar en libertad' ('How to Walk In Freedom') el guitarrista, más que cantar, entona un rezo, con toda la solemnidad de una misa, que luego rompe con una guaracha del Caribe, mientras Rodríguez pasa del saxo al clarinete o la flauta.

La voz de Paquita

Después del intermedio, Ribot regresa con sus partituras en la mano y el cuarteto insiste en la ruptura con el género del jazz de sonido limpio como el de Wes Montgomery o Joe Pass. La música de Ribot es como revolcarse en la arena de la playa, un gozo sin pulcritud. Guiado por el sonido y con los ojos cerrados, el músico tiene, sin embargo, en sus notas más agudas un sabor al Coltrane de los últimos años, de quien ha trasladado alguna de sus piezas a las cuerdas.

El concierto transcurre como un viaje nocturno por una carretera abierta. La otra nota de color, Ribot la reserva para esta segunda parte. Con humor le dedica a Donald Trump la ranchera de 'Paquita la del barrio', titulada 'Rata de dos patas', así en español, idioma en el que también la canta: «Maldita sabandija, qué daño me has hecho, alimaña, culebra ponzoñosa, escoria, rata de dos patas, te odio y te desprecio, te estoy hablando a ti (...) maldita cucaracha, que infectas donde picas, que hieres y que matas, cuánto te odio y te desprecio». Después vuelve la libertaria improvisación, que hace que el público aplauda de pie. Ribot se va como llega, con la guitarra en la mano.

Marc Ribot, durante el concierto en Madrid.
Marc Ribot, durante el concierto en Madrid. Jaime Masseu

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