Gustavo Santaolalla, el músico ganador de dos Oscar con raíz malagueña: «La felicidad la trabajo»
El autor de la banda sonora de 'Brokeback Mountain', 'Babel' y 'The last of us' vuelve a la tierra de su abuelo con un concierto en el que celebra su relación con el ronroco
Dice Gustavo Santaolalla que en los últimos años ha sentido la «necesidad» de conectarse más con España. «Por eso he estado yendo dos o tres ... veces», cuenta desde Argentina. Quiere completar esa pieza del puzle de su identidad que le falta y que se remonta a sus abuelos españoles, con una parada en el sur. «Mi abuelo era malagueño. Es lo único que sé de él, cuando yo nací él ya había fallecido». El músico, compositor y ganador de dos Oscar (por la banda sonora de 'Brokeback Mountain' y 'Babel') sigue los pasos de sus ancestros y regresará el 4 de noviembre al Teatro Cervantes de Málaga, como uno de los nombres destacados de la próxima edición del Festival Internacional de Jazz.
En Málaga
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Qué Gustavo Santaolalla, 'Ronroco tour 2025'.
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Cuándo 4 de noviembre a las 20.00 horas.
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Dónde Teatro Cervantes.
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Por cuánto Entre 18 y 54 euros.
Actuar en Andalucía es, para él, una manera de estar «vinculado» a sus raíces. «Sería lindísimo saber dónde vivió. Lo estoy buscando, ya tengo su partida de nacimiento», explica emocionado. Esta vez no tendrá tiempo para investigar sobre el terreno, llegará a Málaga desde Oslo y saldrá directo a Ginebra para otro concierto, pero Gustavo Santaolalla guarda muy buenos recuerdos de su última visita en 2021. «Me encanta. No solo pude conocer algo de la ciudad sino que incluso me metí en el mar».
En todo lo que hace, siempre está presente «la cosa de la identidad». Desde el principio: fue de los primeros roqueros argentinos en cantar en español y en tocar también en su idioma, fusionando el rock con el folclore argentino y latinoamericano. «Y parte de mi identidad, por supuesto, tiene que ver con España», insiste.
«Siempre me pareció muy tonto ver cómo a ciertos artistas les pega mal el éxito. No entiendo por qué uno debería dejar de ser quien es»
Ahora le trae de vuelta el Ronroco Tour, la celebración del cuarto de siglo –ya son 27 años– del disco que le cambió la vida y le abrió las puertas de Hollywood. Cuenta que en ese álbum hay grabaciones que fue acumulando a lo largo de 13 años. Experimentaba con las posibilidades del ronroco, un instrumento musical andino, de la familia de los charangos, con una sonoridad muy particular. No se atrevió a mostrar su trabajo hasta que un destacado charanguista argentino al que admiraba, Jaime Torres, le animó a que lo hiciera. «Me dijo: tienes que sacar esto, la gente tiene que conocerlo».
Poco después recibió la llamada de Michael Mann para usar su música en 'The insider', la película que protagonizaban Al Pacino y Russell Crowe. Casi al mismo tiempo, una amiga le habló de «un nuevo director mexicano» a quien le encajaría sus composiciones para su primera película: se trataba de Alejandro González Iñárritu y 'Amores Perros'. Hasta cuatro bandas sonoras ha compuesto Gustavo Santaolalla para Iñárritu, y por una de ellas, 'Babel', se llevó el Oscar en 2007. Un año antes ya lo había conseguido por la música de 'Brokeback Mountain', de Ang Lee. Incluso lo acarició en la edición anterior cuando la mejor canción original fue para Jorge Drexler por 'Al otro lado del río', del filme 'Diarios de motocicleta' de Walter Salles, donde también él firma el universo sonoro.
«Y en todas esas películas está presente el ronroco», puntualiza. Todavía hoy es una constante en sus partituras. A sus 74 años, Gustavo Santaolalla ha atraído a las nuevas generaciones a su música a partir de su trabajo en el videojuego 'The last of us' y en la exitosa serie de HBO, cuyo tema principal está compuesto con este instrumento. «Por eso esta gira es una celebración de mi relación con él», argumenta.
Pero a pesar del palmarés tan apabullante que tiene, Santaolalla transmite sencillez y cercanía. «Siempre me pareció muy tonto ver cómo a determinados artistas les pega mal el reconocimiento o el éxito o no sé qué. Yo no entiendo por qué uno debería dejar de ser la persona que es», reflexiona. Cree que el problema está en quienes piensan que los premios se los dan a ellos. «En realidad son premios al trabajo, no a uno personalmente. Y el trabajo nunca es solamente de uno, es de uno y de otra gente. Hay que tener eso claro», añade.
Su gran inspiración, dice, es la vida. «Tengo un apetito voraz por la vida. A veces me ha costado un par de indigestiones, pero ni con eso lo he perdido», asegura entre risas. Por eso la creatividad no se le agota. Santaolalla siente que aún le quedan «muchas cosas por hacer» y empieza a detallar algunas de ellas: «Estoy trabajando en una comedia musical basada en 'El laberinto del fauno', de Guillermo del Toro; y estoy ahora a punto de escribir la música de un ballet. También a raíz de lo del ronroco, inventé un instrumento, un prototipo con Fender, y tengo un perfume que estoy sacando».
«Tengo un apetito voraz por la vida. A veces me ha costado un par de indigestiones, pero ni con eso lo he perdido»
Sus grandes apoyos son la familia, sus amigos y la música. Y matiza: «La felicidad la encuentro y la trabajo. Es un estado de ánimo en donde uno tiene que saber que la vida es una sucesión de problemas y soluciones. No existe la felicidad como un lugar donde no pasa nada y está todo bien, porque así no es la vida. Creo que parte de alcanzar la felicidad es poder saber manejar también las situaciones donde hay problemas. Eso marca el nivel de felicidad que uno puede tener».
Conocedor en carne propia de las censuras y limitaciones de la dictadura militar argentina, que le empujó a emigrar a Los Ángeles en los años 70, Gustavo Santaolalla ve con preocupación la deriva de su país. Considera «espantosa» la alianza que han establecido Milei y Trump, pero va más allá. «Es una demostración más de lo que está pasando en el mundo, porque es un fenómeno no solo de Milei y de Trump, sino de Bolsonaro, Noboa y montones de gente que encajan perfectamente en ese cuadro, encabezado por Netanyahu. Creo que es un momento difícil del mundo, que espero que pase y que el daño que produzca no sea más del que ya es».
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