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Es el primer día en su nuevo despacho y aún se está haciendo al lugar. «¿Era por aquí, verdad?», pregunta al volver a la oficina desde la calle. Sobre la mesa tiene el presupuesto de este año y de la pared cuelga el cartel de ... la temporada de abono, pero no hay nada más. Es un lienzo en blanco, como el que tiene ahora por delante con la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM). Esteban Morales (Albolote, Granada, 1977) asume la gerencia de la OFM sin «varitas mágicas» pero con «capacidad para trabajar mucho», con la experiencia acumulada como músico y gerente de la Fundación Orquesta de Extremadura y con la voluntad de aportar «aire fresco» a una institución anclada en el siglo XX en algunos aspectos. Solo pide una cosa: «Paciencia».
–¿Cómo ha sido el primer encuentro con los músicos?
–Muy bueno. Ya tenía la previa de esas muestras de cariño que me han ido dando durante estos días a través de las redes y de mensajes. Se nota la necesidad que tienen de cambio y de que llegue alguien nuevo… como 'el salvador' (ríe) Pero no soy Harry Potter, no tengo varitas mágicas. Sí capacidad para trabajar mucho, eso sí. Iremos viendo porque no es tan fácil solucionar las cosas con la rapidez seguro que ellos quieren. Lo intentaremos.
–Porque los problemas de la OFM, ¿tienen solución?
–Yo creo que sí. Todas las orquestas tienen, al fin y al cabo, una manera de funcionar similar y los problemas muchas veces son los mismos: diferencias entre el área artística y la administrativa, y la burocracia. Dependiendo de cómo está conformada tu institución, si es fundación, consorcio o incluso sociedad anónima, cada una se topa con su muro administrativo y eso muchas veces es uno de los problemas principales, porque lastra mucho. El funcionamiento de una orquesta es muy dinámico por el hecho de que cada semana se cambia la fórmula de trabajo. Aquí las cosas pasan muy rápido y, mientras pasan, estás preparando las siguientes. Aquí los imprevistos, si no tienes rápida solución, son un problema. Y eso es lo que viene pasando.
–El tema de las vacantes, por ejemplo. ¿Qué arreglo tiene?
–Tengo que ponerme al día, pero hay 27 orquestas profesionales en España. Si funcionan, entiendo que hay una solución. De hecho, se hizo una modificación de la nueva reforma laboral en la cual se cambiaban ciertos aspectos de la contratación artística, porque se entendía la idiosincrasia del trabajo del músico, que depende de las necesidades de la producción: tengo a un flauta solista de baja y necesito cubrir ese puesto. La ley tiene que ampararte, no puede haber un bloqueo. Y si hay un bloqueo administrativo en particular aquí por X motivos, habrá que buscar la solución para desbloquearlo.
–¿Por qué se presentó a la convocatoria? ¿Qué le atrajo de este proyecto? Imagino que estaría al tanto de los problemas que ha habido aquí en el último año.
–Sí, miras el proyecto, pero no tanto… Si lo miras a fondo quizás te echas para atrás (risas). De hecho, recuerdo que una de las preguntas de la entrevista que me hicieron era eso: si accedieses al puesto y no es lo que tú piensas, ¿saldrías corriendo o te quedarías?
–¿Y qué respondió?
–Me quedaría, soy valiente para afrontar los problemas en primera instancia. En segunda o tercera ya veríamos (ríe). Yo venía de estar ocho años en la gerencia de la Fundación Orquesta de Extremadura y de haber cesado en el puesto. En ese momento tenía la oportunidad de continuar como músico activo o intentar buscarme otro hueco en la gestión. Decidí continuar como músico, y he estado un año, pero salió la convocatoria de Málaga y me apetecía probar.
–Es un desafío, estaría más tranquilo como músico.
–Te enfrentas a un reto profesional fuerte y te enfrentas a un reto personal también. Voy a tener a mi familia en la distancia durante el tiempo que creamos oportuno. Sí, es un reto grande, pero siempre con esa parte de positividad que hay que buscar. Málaga es una gran ciudad y es una gran orquesta, lo único que hay que saber es mover ahora un poco el cubo de Rubik para intentar que los colores cuadren y una vez que tengamos el truco, coger un poquito de velocidad de crucero. Va a costar al principio, pero como en todos los procesos.
–Que le esperen con tantas ganas, ¿impone?
–Da un poco de vértigo, te pone el listón alto. Pero hay que tener paciencia. Tengo que hacer un análisis profundo de lo que hay, todavía no he rascado para ver hasta dónde llegan los problemas. Pero uno de los principales son los económicos y afortunadamente, según me comentan, en Málaga no los hay. Eso te da la tranquilidad de poder gestionar sin tener que empezar con recortes, pero es verdad que para cumplir ciertos aspectos que se reclaman por parte del área administrativa y de la artística se necesitará dinero. Ahora hay que ver si todo eso está en orden y si está presupuestado, para cumplir con esos objetivos.
–¿Y qué se puede hacer en dos años, con posibilidad de prorrogar uno, tal y como se refleja en el contrato?
–Yo creo que se pueden hacer muchas cosas, pero no depende al cien por cien de ti, sino de elementos externos que te permitan avanzar más o menos. A lo mejor es cuestionable cómo está conformada jurídicamente la orquesta y un cambio a otro formato, de consorcio a fundación, podría favorecer para una mayor agilidad, sin esos límites burocráticos que parece ser que ahora mismo hay. ¿Eso se puede hacer rápidamente? Ahora mismo no lo sé.
–Pero, ¿no es poco tiempo? Resulta llamativo que se pase de una gerencia de 33 años a otra de un máximo de tres.
–Sí, es verdad que es poco, mínimo se necesitan cuatro años. Porque esto va como en política, cuando pasan los dos años ya empiezas a estar en tierra de nadie porque no sabes si vas a continuar.
–A falta de profundizar en la orquesta, ¿qué tiene en mente para Málaga: salir fuera, obtener financiación privada…?
–Siempre debe estar esa parte de que la orquesta se conozca fuera, la cultura es una gran bandera para llevar el nombre de tu ciudad. Pero mi objetivo principal es hacer una valoración de cómo está la Orquesta Filarmónica de Málaga en Málaga, ver si cumple con lo que yo creo que debe de cumplir una orquesta a día de hoy a nivel artístico y social. Creo que las orquestas públicas tienen que tener una función social muy importante. Trabajamos para un público en concreto, pero en mi opinión podemos trabajar para mucho más público del que normalmente se ha enfocado a las orquestas profesionales en España.
–¿En qué sentido?
–Se crearon todas a finales de los 80 y principios de los 90 con una idea muy centroeuropea. Y está muy bien porque trae la historia de la música, los grandes compositores de la música clásica, orquestas profesionales, buenos auditorios…, pero ni somos Alemania ni venimos de esa tradición. Hay que tener un poquito más de apertura de miras a la hora de aprovechar más una orquesta sinfónica y hasta dónde da. Nuestra temporada de abono es magnífica, pero para mí eso es un ángulo así (y forma con las manos un ángulo de 25 grados) y una orquesta profesional puede llegar a donde quiera. Una orquesta tiene la capacidad de emocionar no sólo con música clásica, sino con otro tipo de formatos. Eso es lo primero: ver hasta dónde está llegando la OFM para hacer una orquesta mucho más abierta, que alcance al máximo posible de público.
–¿Más moderna?
–En simples palabras, sí. Una orquesta más moderna, más actual, adaptada a los tiempos de ahora. No se puede tener una orquesta que no tiene presencia en redes sociales, que no tiene un canal de Instagram. Entras en Youtube y apenas hay vídeos de la orquesta de Málaga. En cuanto a la financiación, vivimos en un país complicado donde no hay tradición de patrocinio, ninguna tiene un tanto por ciento alto de aportación privada. No digo que la actual sea la fórmula perfecta, pero tampoco creo que sea buena la financiación excesiva privada por las condiciones que te pone quien da ese dinero y con el miedo de que se cierre el grifo. Apuesto por las orquestas públicas porque tienen un objetivo y una función pública y social, que muchas veces a nivel privado no te planteas porque te centras en la rentabilidad económica.
–¿Qué va a pasar con programas puestos en marcha por la anterior gerencia, como la Joven Orquesta Barroca? Han tenido concierto este diciembre, y se comenta que quizás sea el último.
–No lo sé, se valorará. En mi cabeza, la palabra eliminar no está, está valorar. Si el proyecto es beneficioso, si el proyecto necesita de alguna modificación para que sea mejor, lo plantearemos, lo hablaremos. Tampoco todo recae en mí. Hay un director artístico y luego hay un consejo de administración.
–En cuanto a público, la temporada de abono tiene este curso la mayor cifra de abonados de los últimos 16 años. Es un buen momento.
–Sí, pero hay que analizar los datos. Yo vengo de una ciudad de 150.000 habitantes con casi 1.000 abonados. Aquí estamos en 966 abonados para una ciudad de casi 600.000 habitantes. Proporcionalmente debería haber más.
–Nos falta un Auditorio.
–Totalmente. Si tú haces un cambio de sede, seguro que al final repercute, lo tengo clarísimo. Simplemente por la novedad y por escuchar música en un sitio adecuado para hacer música. Málaga se lo merece ya, no es gasto, es una inversión porque puede ser un atractivo, como muchos otros auditorios importantes, un elemento arquitectónico que llame a la visita y entre dentro de ese patrimonio monumental contemporáneo.
–El Auditorio no sé si lo verá, pero la nueva sede de la orquesta en El Ejido, sí.
–Sí, esperemos que no dure mucho la obra que queda y podamos disfrutarla pronto, porque donde está ensayando la orquesta ahora es tremendamente duro. Una orquesta como la de Málaga no puede estar ahí.
–¿Es importante ser músico para ser gerente de una orquesta?
–Yo creo que sí. Es importante para entender el trabajo, y si entiendes bien el trabajo, lo puedes llevar con más facilidad. Facilita la conciliación, que todas las áreas de la orquesta trabajen en sintonía y con motivación.
–Hablaba antes de la programación y de abrir el ángulo, ¿se refiere a incluir un John Williams, por ejemplo?
–Hay mucho que hacer, no solo con música de cine. Yo inicié un trabajo fuerte en Extremadura de grabaciones para plataformas de música, tanto para películas como para series. Ahí hay algo que explorar. Antes los compositores y las productoras se iban a grabar a Centroeuropa por motivos económicos y fuimos de los primeros que empezamos a abrir en Extremadura la posibilidad de que los compositores de aquí se queden y graben aquí. Ahora venimos de grabar la banda sonora de una película de Hollywood. Es otra manera de internacionalizar.
–Y de obtener fondos.
–También, porque evidentemente no se hace gratuitamente. Y como eso, programas de todo tipo. Crear nexos de unión con instituciones, con festivales de jazz, de flamenco, de cine… La orquesta tiene posibilidad de estar presente en muchos sitios. También en la televisión. Tenemos la magia de poder estar donde queramos. Si quiero estar con un flamenco hoy, me voy a un festival de flamenco.
–Y no por eso la orquesta pierde valor...
–La música es música. Ese es el purismo fatídico que pasa en la música, en el teatro, en todo. Los cánones están para romperlos y en las orquestas somos añejos hasta para el traje, seguimos tocando con trajes de hace siglos.
–Eso no es fácil de cambiar.
–Sí se puede. No me gusta excederme en las comparaciones con Extremadura, pero allí lo hicimos por un problema técnico: es incómodo. Cambiamos el traje, se buscó una diseñadora de la región y diseñó un traje para su orquesta. Lo mismo podría pasar aquí. Eso es aire fresco, abrir las ventanas y que la gente vea a la orquesta de otra manera. Y por ende todo se va a traducir en más público.
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