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Alejandro Sanz. Fotografía: Alberto Ferreras | Vídeo: Óscar Chamorro

Alejandro Sanz: «Ahora sé qué hacer para que el éxito no me devore»

Entre el zen y el flamenco estrena 'No tengo nada', anticipo del su nuevo disco y una gira mundial con solo cuatro citas españolas

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Viernes, 30 de noviembre 2018

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Alejandro Sanz (Madrid, 1968) provoca angelicales abrazos que insuflan vida en el vídeo de 'No tengo nada'. Es el anticipo de su nuevo disco y de su próxima gira mundial, y 14 millones de adeptos se arremolinaron en YouTube para gozar de su estreno mundial en la madrugada del viernes. De inspiración zen y con aroma flamenco, nace, como el disco, del anhelo de «tener los pies en la Tierra y el corazón en la Luna». En junio próximo llenará estadios en Sevilla, Barcelona, Madrid y Elche. Luego llevará por el mundo un disco titulado '#ElDisco', grabado en Miami, como el vídeo, «y quizá el último en formato físico».

- ¿Un abrazo salva una vida?

No sé si puede parar un tanque, pero le puede partir el corazón al que lo conduce.

- Titular 'No tengo nada' acumulando tanto éxito es paradójico. ¿Se nos pone zen?

Es importante que no abandonemos nunca el mundo zen, más en estos tiempos tan convulsos en los que necesitamos volver a nuestras raíces. El título alude a ese momento en el que crees que lo tienes todo, que es cuando menos tienes, y descubres que lo único que realmente tienes es el tiempo que te queda aquí. El que puedas compartir con la gente que quieres. Las emociones, que son mucho más que las cosas materiales.

- ¿Que querría tener y no tiene?

A mis padres. A la gente que quiero y no está. A Paco de Lucía...

- ¿Se nos pone también flamenco?

Alguien de la discográfica me dijo una vez que no dijera que me gustaba el flamenco, porque no se llevaba y quedaba mal. Mi respuesta fue hacer 'Corazón partío'. Una canción así no había sonado jamás en las radios en esa época. Se demostró que el flamenco, que viaja y viajará conmigo, es una de las músicas más poderosas del mundo. Está en la raíz de todo lo que hago. En el disco, muy ecléctico, además de otras gotitas flamencas, hay música italiana y son cubano, que están en mi ADN. Mi madre decía que cuando un potaje se hace con buenos ingredientes es imposible que salga malo.

- ¿Hay que advertir que el éxito, como el tabaco, mata a quien lo ansía?

Desde luego. Y poner la cara de esos actores de Hollywood que se operan mucho. El éxito se crea sobre una dicotomía terrible: te abres en canal pero debes protegerte, porque lo que te devuelve es destructivo. Ahora tengo las herramientas para que el éxito no me devore. He aprendido a patinar y ser feliz cantando. En su día me tiré seis meses encerrado en la casa de Sanlúcar sin ver a nadie.

- 23 Grammys y 25 millones de discos vendidos ¿pesan o dan ligereza?

Si pones los Grammys en una estantería en casa, está bien. Si te los pones de collar, vas dado. Y hay mucha gente que se lo cuelga y le ahorcan. Dicen lo que hiciste, pero lo importante es lo que vas a hacer.

- Parece reconciliado consigo mismo, pero admitió que era su peor enemigo.

Yo conmigo, mí y yo, estamos en una etapa buena.

- ¿Sueña con recuperar el anonimato?

Ya no. Fantasías las mínimas.

- La reventa ¿es un cáncer curable ante su nueva gira?

Avanzamos. El maquillaje parece bien, pero el enfermo todavía tose. Las compañías de tiques dicen que han renunciado al mercado secundario, que es cómo lo llamaban los cabrones. Pero aún hay empresas de reventa que tienen mucho que ver con las de venta legal y lo ocultan. Nuestras entradas serán nominales, con controles aleatorios en las puertas de los conciertos. No podemos hacer más. A la policía le toca ser policía. Cada cuál tiene su parte de responsabilidad y nosotros luchamos con nuestras armas. Es un robo y un agravio para el público y para nosotros. También para la Hacienda Pública, que es algo que me preocupa muchísimo.

- El disco se llama '#ElDisco'. La gira '#LaGira'. No se ha roto la cabeza.

Al contrario. Matisse o Picasso necesitaron una vida para llegar a la síntesis pura. Para llegar a ponerle '#ElDisco' tuve antes que poner un montón de títulos horribles a mis discos anteriores.

- ¿De qué se ha despojado par hacer este disco?

De prejuicios y de modas. De las voces que me dictan lo que tengo que hacer, y de alguna que otra pastilla para dormir.

- A punto de cumplir 50 años. ¿De qué se arrepiente?

Dejémoslo estar. Los cincuenta son una edad reveladora y liberadora. Ya sé quién soy. No voy a mentir nunca más y no voy a prometer nada que no pueda cumplir. Ya sabes que el tiempo vale mucho más de lo que creías.

- ¿Le debe más a la intuición o a la reflexión?

Mucho más a la intuición. Siempre que la reflexión se pelea con la intuición y gana, la caga.

- ¿Qué le hace hervir la sangre?

Me irrita mucho que todo el mundo esté tan irritado. Que no dejemos de crearnos enemigos. Estamos todos muy cabreados y lo peor es que parece que lleva la razón el más exaltado. Me incendia que se convierta la discrepancia en enemistad. Me provoca mucha ansiedad que se piense que quien no está de acuerdo conmigo es mi enemigo. Me preocupa mucho cuán crueles somos con nosotros mismos. Hay que buscar los puntos de consenso y de entendimiento. Querría un poquito de paz y tranquilidad para todos.

- ¿Las redes sociales las carga el diablo?

A nosotros nos carga el diablo. Sí abrazáramos tanto a nuestros seres queridos como a nuestro móvil, el mundo sería otro. Estamos enganchadísmos. Sobre todo con Twitter, la más peligrosa y salvaje, he sido un conejillo de indias desde el principio. Si Gandhi viviera y dijera 'Paz para todo el mundo' en su perfil, le vapulearían.

- ¿Dónde y cómo se ve dentro de 15 años?

Cultivando melones el algún rincón de Andalucía y en paz conmigo mismo.

- Antes componía a salto de mata y ahora tiene que encerrarse en el estudio.

Soy un desastre. Muy desorganizado. Entro al estudio sin saber qué va a pasar, pero quizá sea parte de mi éxito. No tengo un plan para conquistar a la gente y me entrego sin reservas.

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