Los tiempos mandan: del 'discomatón' a la 'acoustic session'
Los estudios se adaptan a los ajustados presupuestos de las bandas con productos ‘low cost’ que mantienen la calidad profesional
Regina Sotorrío
Domingo, 12 de junio 2016, 21:22
Los tiempos en los que una discográfica ponía sobre la mesa una cantidad de dinero para producir y grabar a un grupo han pasado a ... la historia. Las bandas veteranas ya ni los recuerdan, los grupos jóvenes ni los conocieron. Ahora todo sale de su bolsillo, del de sus padres o del de cientos de micromecenas que confían en su proyecto vía crowdfunding. El disco se ha convertido, como dice Manolo Toro, en una «tarjeta de visita de lujo»: se sabe que no se venderá lo suficiente para que sea del todo rentable, pero hay que tenerlo para abrirse camino. Los estudios de grabación se han adaptado a esta nueva situación rebajando sus tarifas «el presupuesto de un disco autoproducido se ha dividido a la mitad en diez años», afirma Toro y lanzando nuevos productos low cost con la calidad de un profesional. Es el caso del discomatón de Cambayá o de las acoustic session de Estudio Ática.
Diez CDs grabados y editados, con portada y galleta a color, más dos vídeos realizados por cuatro cámaras en directo: 300 euros. Es el discomatón, un nuevo producto de Cambayá dirigido a grupos con poco presupuesto que se defiendan bien en el directo y que quieran una maqueta para mover por el circuito musical. Todo en una sesión de ocho horas. También en los estudios de Antequera trabajan en la grabación de conciertos a bandas que actúan en su club y que luego suben a su canal de Youtube. The Shouting Market, Esplendor, Gatos Bizcos o Cápsula ya han pasado por ahí.
En Estudio Ática combinan las grabaciones convencionales con un producto low cost al que han llamado acoustic session. Se trata de grabaciones en acústico, a solo guitarra y voz, «algo sencillo pero con buena calidad, un micrófono profesional y una buena mezcla», explica Sergio Muela. Cada canción grabada con esta fórmula tiene un precio de 90 euros, muy por debajo de lo que puede costar editarla con banda. En los 20 años de trayectoria de Estudio Ática han sido testigos de la transformación del sector. «Ahora no hay para mucho, antes pagaban las discográfica el producto completo, pero ya no pagan nada», apunta Muela, también músico de El Cirguero.
Gastos
Y el tiempo es oro dentro de un estudio de grabación. Cobran por días o incluso por horas «porque detrás de un proyecto tiene que ir otro, un estudio profesional tiene muchos gastos de mantenimiento», explica Dani Pineda, de Moby Dick. Él lo dice claro: «Este no es un negocio para forrarse. Es vocacional».
Cambia el modo de grabar porque también cambia la manera de escuchar. «Solo el 0,5% tiene un buen equipo de música. La gente joven la escucha por el teléfono. Antes éramos más cuidadosos y exigentes con el sonido», lamenta Antonio Navarro, de Cambayá. Dani Pineda recuerda cómo antes los padres pagaban a plazo los equipos «y te sentabas en casa a apreciar la música». Hoy día el consumo ha quedado reducido a «darle al play cinco segundos y listo». De poco importa que el reproductor no sea el adecuado, o que los cascos sean «los que dan en el AVE». «Se pierde lo más grande, pero la gente no es consciente de eso», apunta Pineda, que cuenta que algún cliente le ha llegado a pedir que le mande la canción grabada directamente al whatsapp. «El mp3 lo prohibiría, trabajas a un nivel de calidad altísimo y nos lo cargamos todo así», añade Manolo Toro, de Puerto Records. Paradojas de la tecnología: consigue el mejor sonido pero fomenta la peor escucha.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión