Jero Romero: "No cansarte de ti mismo es ya un reto y suficiente presión"

'La grieta' es el título del segundo disco y algo más. Confiesa que esa palabra es la que mejor describe su forma de ser, esa sensación constante que tiene de que algo se ha roto, o está a punto de hacerlo. Una nube negra, un tío cenizo, afirma algo resignado Jero Romero. Pero es que además en este trabajo, el segundo en solitario tras la etapa de The Sunday Drivers, se ha abierto realmente una grieta respecto al anterior 'Cabeza de león'. Rompe con el anterior en lo musical, son muy diferentes, explica. No lo buscaba, simplemente ha sucedido. Este sábado, 14 de febrero, lleva al escenario de la Sala La Trinchera esa evolución que se aprecia en los discos (15 euros, entrada anticipada en www.malagaentradas.com y Discos Candilejas). Y como aperitivo, los malagueños de La Cena (apertura de puertas a las 21.30 horas).

-Una grieta implica una ruptura. ¿Con qué necesitaba romper?

-En realidad, con nada. Una grieta es un símil que me gustaba para describir una manera de ser. Resulta que desde siempre vivo con las sensación de que algo se ha roto o que está apunto de romperse, pero aguanta, y no lo puedo evitar, e incluso no suelo tener motivos para ello. Me cuesta definir qué es lo que se rompe o se va a romper, pero es así, así lo siento. Una nube negra, un tío cenizo. Y además, siguiendo con el símil, creo que este disco rompe con el anterior en lo musical, a mi juicio son muy diferentes, pero, como pasa donde hay grietas, no lo hace del todo y sigue habiendo algún que otro punto de unión. No necesitaba ninguna de las cosas, simplemente han sucedido.

-¿Reinventarse es una necesidad o una obligación?

-No sé. Es que me da un poco de grima la palabra reinventarse y pienso que nadie se reinventa a drede, y si lo dice alguien de sí mismo no me lo creo. Lo que sí creo que hacemos es algo más sencillo que es cambiar, tener otros gustos, otras inquietudes... y un largo etcétera. Es un proceso natural, como lo es cumplir años. No somos los mismos que hace cuatro años ni que hace 15, así que lo normal será que se nos note, que no hagamos lo mismo. Me parece más extraño lo otro: que alguien haga a los 40 lo mismo que hacía a los 20.

-Salirse de lo conocido, de la zona de confort, entraña siempre un riesgo. ¿Tuvo que echarle valor?

-Sí, ya lo has dicho tú, los cambios bruscos cuestan. Pero si es un cambio pensado y voluntario creo que cuesta menos, o cuesta de otras maneras.

-Este segundo álbum ya no es un disco de Jero Romero en solitario, hay sonido y espíritu de banda. ¿Echaba de menos esa sensación de trabajo en grupo?

-Sí. De todo lo que implica la música, las horas de local con los compañeros es lo que más me gusta y o que más he echado de menos. Es lo más divertido y donde más aprendes. Este disco es grupal, completamente, es la palabra que mejor lo define. No lo concibo sin ninguno de los elementos que hay y mucho menos sin alguna de las personas que lo han hecho.

-Dice la nota de prensa que es un disco "sin muchas concesiones a la galería". ¿Se puede trabajar sin pensar en "el qué dirán" o "qué pensarán"?

-¡Nunca te creas una nota de prensa! Se puede, claro que se puede, si no, sería una locura, o inviable, o un desastre para mí. Esos pensamientos sobrevuelan, es absurdo negarlo porque hacemos canciones, entre otras cosas, para que otros las escuchen, pero yo no siento ninguna presión. No tengo miles de personas expectantes a ver qué hago. En mi caso, lo que sucede es que el qué dirán soy yo o lo son mis compañeros; me sé mi discografía de memoria y entonces sé muy bien cuándo y cuánto me aburro y me repito a mí mismo. Además, cuantas más canciones has hecho, más elementos tienes para compararte, y es una putada. En tu cabeza suenan todas tus canciones, con todos sus miles de arreglos y sus verbos, y es agotador. No cansarte de ti mismo es ya un reto y suficiente presión. Yo sólo busco un momento o un estado vital de tranquilidad (o de todo lo contrario) que me permita componer sin pensar demasiado. Con eso me suele bastar.

-Parece que lo indie está de moda, proliferan los festivales y arrasan en taquilla. ¿Qué está pasando? ¿Nota un cierto cansancio de lo convencional y comercial?

-No llegaría a esa conclusión, creo. Yo noto que lo convencional y comercial arrasan igual que siempre. Y a la vez lo hacen los festivales, como tú dices. También lo han hecho siempre, aunque había menos. Así que me cuesta enfrentar ambos conceptos. No veo que sean dos cosas antagónicas o que sea raro que ambas cosas sucedan juntas. Si tienes 20 años ¿cómo no te va a apetecer largarte cuatro días a la playa a no dormir, con los colegas y otras 15.000 personas, y con música de fondo además, y la posibilidad de hacer lo que no has hecho en los otros 361 días del año? A mí me apetecería. Concluir que los festivales se llenan porque hay una pasión renovada por otras músicas me parecería un poco ingenuo. Sí que puede ser que la línea entre lo masivo y lo indie como sinónimo de minoritario se estreche...Pero, aparte, es que me pasa que no sé qué es lo indie y ya me cuesta contestarte. Creo que es la etiqueta con menos sentido y sustancia de entre los millones de etiquetas que algunos necesitan inventar. Hay tantas definiciones del concepto como personas, ¡o más!

-Entre concierto y concierto, ¿encuentra ratos de paz para seguir creando? ¿O compone mejor en el caos?

-Me cuesta. Yo suelo parar. Hay gente que compone estando de gira o incluso ¡mientras graba un disco! Yo necesito hacer las cosas una a una, aunque todos los días cojo la guitarra, me obligo, y a veces salen cosas.

-¿Sabe ya cómo sonará y de qué hablará lo próximo, o siempre se está en esa búsqueda?

-Ni idea. No tengo canciones.

-Ya es su segundo trabajo tras The Sunday Drivers, pero ¿sintió el vértigo de empezar de cero? ¿lo sigue sintiendo?

-Sí lo tuve, pero no como algo negativo, sino todo lo contrario, una ilusión y unos nervios nuevos, como los primeros.