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Pedro Guerra, en concierto.
Una noche en la intimidad poética de Pedro Guerra

Una noche en la intimidad poética de Pedro Guerra

El cantautor canario repasó su trayectoria vital en la música con un concierto acústico en el que conectó con su público a golpe de anecdotario

leo rama

Miércoles, 10 de diciembre 2014, 07:18

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Cuando Pedro llegó al escenario del Centro Cultural Provincial de Málaga, ahora bautizado con el nombre de María Victoria Atencia, el público estaba en silencio ante una mesa con velas, taburete, micro y percha. Y la guitarra con la que Pedro da su guerra, iluminada bajo el único foco de luz encendido. El acondicionamiento básico para comenzar un viaje por sus 30 años de carrera, que se cumplieron en 2013 pero que Pedro sigue celebrando con sus pantalones vaqueros, una camiseta negra y un par de zapatillas de lona. No le hizo falta libreto en papel gracias a la tableta que tenía delante. El concierto dio comienzo cuando Pedro llegó, se quitó la chaqueta y cogió la guitarra para tocar Antes de amarte, amor, un poema de Pablo Neruda.

Entre tema y tema, el cantautor canario se ganó a los más de 250 asistentes con monólogos con tintes de humor e inteligencia, demostrando una sensibilidad que casa con sus formas sosegadas. Hubo tiempo para contextualizar muchas canciones a base de anécdotas. Antes de interpretar De invierno, uno de los dos poemas de Rubén Darío a los que Pedro Guerra puso música para Miguel Poveda, un corte que quedó en el tintero a la hora de ser grabado.

Pedro reconoció su conexión con la poesía gracias a la música y recordó sus inicios, en los años ochenta, cuando iba tocar a plazas de pueblo en las que no había público: Fíjense ustedes que en las plazas siempre hay alguien. A principios de los noventa aterrizó en Madrid para quedarse y allí frecuentaba el Libertad. Se convirtió en un lugar mágico donde se podían cantar canciones y el público iba a escuchar canciones, dijo antes de iniciar Pasa, un tema para ese lugar y esa época. En Debajo del puente plasmó sus primeras impresiones de Madrid, con una ciudad fría vista por el chico de provincias que llegó desde las islas.

La obra de Pedro Guerra presume de una evidente influencia de la poesía. Su relación con poetas como Ángel González les llevó en 2003 a grabar un disco conjunto con la música del cantautor y los versos recitados de González: La palabra en el aire. De ahí extrajo Donde pongo la vida pongo el fuego y Así nunca volvió a ser con una tenue luz roja para cambiar a temática social. Pedro Guerra reflexionó sobre la migración de las personas desde la metáfora que protagonizan las mariposas monarcas de México, que todos los años viajan hasta Canadá y regresan. Hubo también canción para Lorca aprovechando la invitación del Centro Cultural Generación del 27, y para su hijo: Cuando Pedro llegó. Con Contamíname bromeó sobre su popularización de su gran éxito, a cargo de Ana Belén y Víctor Manuel. Fue la canción más coreada de la noche y en ella Pedro Guerra se permitió algún chascarrillo. ¡Asúcar!. Perrea, perra.

El cantautor se levantó para volver a sentarse en el taburete ante los aplausos del público, terminando su concierto con Deseo, que compuso durante su época en Canarias, y El marido de la peluquera, inspirada en la película homónima. Cuando Pedro terminó, cogió la chaqueta del perchero y se marchó del escenario simple y llanamente.

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