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Memorias al frente del Museo Picasso Málaga

Memorias al frente del Museo Picasso Málaga

Los exdirectores Carmen Giménez y Bernardo Laniado-Romero analizan la trayectoria de la institución en su décimo quinto aniversario

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Jueves, 1 de enero 1970

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Carmen Giménez, Directora del MPM hasta 2004

«No sé si la gente se da cuenta de lo que representa el museo»

Pieza fundamental en la creación del Museo Picasso Málaga y figura internacional en el sector artístico, Carmen Giménez recuerda desde París la gestación de la pinacoteca y reivindica la trascendencia de la institución malagueña.

Participó desde el primer momento en la creación del Museo Picasso Málaga (MPM) y abandonó la dirección antes de que la institución cumpliera su primer aniversario. ¿Cómo ha visto crecer el museo en estos quince años?

–Después de la inauguración del museo en 2003 me fui y no volví a Málaga hasta el año pasado, cuando Bernard (Ruiz-Picasso) renovó la colección que había hecho conmigo y quería que la viera. Ahora apenas he estado unas horas para ver la nueva exposición con los maestros antiguos. He hecho mucho esas exposiciones relacionando a Picasso con los maestros antiguos que le inspiraron, pero esta me ha gustado mucho porque todos eran de museos andaluces y en la selección y en la manera de presentarla habían incluido esculturas y eso le daba una nota muy interesante. Me gustó muchísimo. Además, cuando piensas lo difícil que es conseguir 'picassos' para hacer una exposición y que en Málaga tenéis tantos 'picassos'... No sé si la gente se da cuenta, pero lo que hace Bernard allí es impresionante. Ya lo podéis cuidar muy bien, porque Bernard es una suerte que le ha caído a Málaga. Por mucho que yo haya podido hacer por levantar ese museo, yo no tengo 'picassos'. Se hizo el museo en previsión de esto, pero, sinceramente, nunca pensé que llegaría a ser tan perfecto. Sé que uno es optimista cuando abre un museo, pero siempre tienes el temor de si gustará o no, si irá la gente y aquí ha sido algo formidable. Christine, que ya no está en los actos públicos, tenía todas sus esperanzas puestas en Bernard y Bernard ha hecho más de lo que esperábamos y nos ha sorprendido mucho a todos.

Habla de sus temores en los comienzos del museo. ¿Cuáles eran sus principales miedos?

–Pues mi principal temor era el impulso. Al principio todo el mundo está muy entusiasmado y después los museos se mueren de aburrimiento, de inercia y de nadie va. Para tener 650.000 visitantes como tenéis en el Museo Picasso Málaga... Fíjese, se hizo un estudio de viabilidad y apuntaba que ese museo llegaría a tener 650.000 visitantes, que es lo que tiene ahora. Tener 650.000 visitantes es muchísimo para una ciudad pequeña como Málaga y tener tantos 'picassos', que cuestan una fortuna, es deslumbrante. Es maravilloso. Creo que es bueno que lo sepan los malagueños y los andaluces, que tienen algo excepcional.

¿Comparte la idea de que el museo ha favorecido un cambio en la ciudad y en la región?

–Claro que sí. Málaga es una ciudad totalmente diferente, ha cambiado por completo. No puedes comparar el Museo Picasso con el Pompidou, que está bien, pero... Bueno, había una exposición sobre Dubuffet muy bonita, pero no se puede comparar con el Museo Picasso. Es el mejor museo que tenéis en la ciudad y en Andalucía. En Madrid tampoco lo tenemos.

En nuestra última charla me comentó que el de Málaga era el mejor Museo Picasso que conocía.

–Es más especial. Me gusta el de París, pero el de París está hecho con una dación en pago de impuestos. Este es un museo que no está hecho del pago de impuestos, sino de la buena voluntad. Cuando hice esto invité a toda la familia, no solamente a Christine y a Bernard. Eso podría haber cuajado o no, pero sí lo hizo. Además, tenemos ahora a Pepe Guirao de ministro y fue él quien me encargó esa tarea. Pepe Guirao estuvo siempre presente y fue fundamental. No podría haberse hecho esto sin él. También Carmen Calvo, que la tenemos ahora de súper ministra. Ella no reparó en comprar aquellas casas de la judería y confió en mí y en que todo eso saldría bien.

«No se puede comparar el Museo Picasso con el Pompidou. Es el mejor museo de Andalucía»

¿Qué objetivos cree que le quedan por cumplir al museo?

–Creo que la meta era hacer un museo de Picasso y para Picasso de alta calidad, de un nivel internacional para que en su ciudad estuviera representado de la manera que se merece y sobre todo que acudieran también personas a ese museo, que es imprescindible. Un museo sin visitantes no ha cumplido su misión. La misión era dar a conocer a Picasso, reivindicar el sentido andaluz de Picasso. Creo que Bernard, además, ha sabido mantener un museo vivo, que eso es muy difícil, muy difícil.

¿Cree que el museo necesita una ampliación?

–No, no, no… Creo que el museo tiene las dimensiones adecuadas. Sólo hace falta mantenerlo. No lo haría más grande. No. Lo importante es que se mantenga la calidad. Hace falta mantener ese nivel y el resto no tocarlo.

¿Echa de menos el museo?

–(Suspira) Cada vez que voy recuerdo el cariño que le tengo. Te entra un poco de nostalgia de no verlo más y de no estar más en Málaga. Como sabe, trabajo mucho fuera de España, además, preparo una exposición sobre Giacometti para el bicentenario de El Prado… Me da nostalgia, pero también me pone contenta. Es increíble cómo ha cambiado Málaga. A mí me gusta mucho Málaga, si no me gustase no tendríais ese museo allí. Mi padre era de Málaga y me encanta Málaga.

¿Cree que hay cierta inflación de museos en la ciudad?

–Creo que tiene su gracia. Me prometí ver bien todo lo que hay en la ciudad. Creo que es fantástico. Nunca diré que los museos están de más, creo que están bien. Todos los amigos de Bernard estaban fascinados. Habéis cambiado la ciudad y en ese sentido soy muy positiva.

También ha cambiado la manera de mostrar la colección del Museo Picasso Málaga, que ahora se modifica cada tres años. ¿Le gusta ese modelo?

–Sí, eso es muy importante. Tienes que cambiar, no puedes ofrecer siempre lo mismo. Además, es una oportunidad extraordinaria para ver más 'picassos'. Vosotros estáis tan mimados que creo que no os dais cuenta, pero es increíble ver tantos y tan buenos 'picassos'. Eso es fantástico. Ahora estoy en París y se ha hablado de eso también. Bernard está muy cerca de los directores de París y Barcelona. Me gusta muchísimo esa sintonía entre los museos Picasso en París, Barcelona y Málaga que hace que se ayuden y que se presten obras. Eso es la primera vez que pasa.

Picasso se mantiene siempre en su horizonte profesional.

–(Ríe) ¡De Picasso nunca te aburres! Llevo trabajando con él tantos años y nunca me he aburrido. Es el gran artista del siglo XX y tenemos esa suerte, así que vamos a festejarlo.

Bernardo Laniado-Romero, director entre 2004 y 2009

«Durante mi dirección el museo estaba extremadamente politizado»

Cogió el timón del Museo Picasso Málaga tras la marcha por sorpresa de Carmen Giménez. Cinco años más tarde, él mismo protagonizaba otra renuncia que muy pocos esperaban. Ahora, Bernardo Laniado-Romero revisa aquella etapa.

¿Cómo cree que ha evolucionado el museo desde su marcha?

–Bueno, ese trabajo inicial de insertar el museo, primero en la ciudad y luego en el ámbito museístico nacional, ver que esos primeros esfuerzos han tenido un buen desarrollo y que el museo es parte de la ciudad y parte de la vida de los malagueños… Todo eso es un gran placer verlo.

Con menos de un 20% de visitantes, ¿cree que el museo ha conseguido la implicación de los malagueños?

–Primero, no estoy en Málaga. Segundo, no lo sigo tan de cerca como para dar una contestación con pleno conocimiento, pero pienso que muchos museos se labran su espacio en la membrana de la sociedad de un lugar a través del trabajo a conciencia, sobre todo, a través del departamento de Educación y el museo hace una labor fantástica a través de ese departamento. Lo hizo desde el primer día. Ha contado con gente maravillosa, con una gran imaginación y una gran empatía y un gran deseo de desarrollar nuevos programas y eso lo he seguido más de cerca. ¿Sabe? Hoy en día parece fundamental que una institución tenga un departamento de Educación funcional, pero el departamento de Educación del Museo Picasso Málaga va mucho más allá. No me atrevería a decir que ha sido pionero, pero desde luego es el gran triunfador de ese museo.

Esa labor hunde sus raíces en su dirección.

–Digamos que fue Carmen Giménez la que trajo a Philip Yenawine y Amelia Arenas en primer momento y que yo vi que era la manera de hacer el museo parte de la ciudad a través de ese departamento. Sí le voy a admitir que fue uno de mis proyectos en los que trabajamos a fondo. En un principio hubo un gran rechazo a trabajar con esta metodología, pero después de ver los resultados creo que los críticos que hubieron en un primer momento comenzaron a desaparecer.

¿Rechazo dentro o fuera de la institución?

–Fuera. Del entorno museístico, sobre todo. En especial durante el primer año.

Tras su salida del Museo Picasso Málaga dirigió el Picasso de Barcelona. Según su experiencia, ¿el hecho de que en Málaga existan una parte privada y una pública con el poder distribuido a partes iguales entraña una mayor dificultad para dirigir el museo?

«El museo fue un campo de batalla entre el PSOE y el PP durante mis cinco años como director»

–(Piensa unos segundos) Toda institución es difícil de dirigir. A mí me tocó una época particularmente complicada, no sólo porque era, por decirlo de alguna manera, el nuevo vecino que llega al barrio y al que se ve con una cierta desconfianza, sobre todo porque durante mi periodo el museo estaba extremadamente politizado. Era algo con lo que yo luchaba día a día: tratar de sacar al museo para que no fuera un campo de batalla entre el PSOE y el PP, que durante los cinco años que yo estuve lo fue. Ahora me alegro muchísimo por el museo, por la ciudad y por la cultura en general de que eso ya no es el caso. Me imagino que el actual director disfruta de una situación que yo no pude disfrutar y todas esas energías y tiempo invertido en esa situación se puede y se debe invertir en elementos más fructíferos y no en defenderte de las bombas que te van cayendo encima.

¿A qué cree que se debió?

–Bueno, no entremos en eso… Creo que lo sabe perfectamente. Era constante el tira y afloja del día a día de los políticos, pero uno no es un político. No me dedico a eso. Y era el debate diario de lo que es la vida política y… dejémoslo ahí. La verdad es que no quisiera entrar en esto, pero quería mencionarlo porque creo que es algo importante, pero si no le importa preferiría que no nos centremos en esto.

Vamos a otros asuntos, pues.

–Gracias.

Bajo su dirección el museo acogió la exposición con fondos del Metropolitan de Nueva York que sigue siendo una de las más visitadas de la historia de la pinacoteca. ¿Lo considera el principal hito de su gestión?

–Marcaría varios. Esa exposición fue importante, porque nos asociamos con uno de los principales museos del mundo. Puso al museo en un mapa en el que todavía no estaba. Pero por ejemplo 'Pequeña figura'… siempre se dice que todo se ha escrito sobre la obra de Picasso y eso es un gran error. Esa exposición fue una muestra de ello. Fue el primer estudio a fondo sobre la escultura tardía de Picasso. Otra exposición que para mí fue muy importante y que lamentablemente no estuve para inaugurarla fue la de Sophie Taeuber-Arp. Me costó mucho porque en el Consejo Ejecutivo y en el Patronato del museo no se creía en ella. Constantemente hubo una lucha para que fuera una exposición de Sophie con su marido, Jean Arp, cuando lo que teníamos que hacer era una exposición de Sophie a solas. Y el resultado ahí está, tuvo una gran resonancia nacional e internacional.

¿Se sintió incomprendido en su etapa como director?

–¿Incomprendido? Pues… Me sorprende la pregunta. ¿Cree que fui un incomprendido?

Acaba de comentar la lucha con el Patronato para llevar a cabo algunos proyectos y el museo como arma política arrojadiza, por eso lo preguntaba.

–(Piensa) Son retos, cuando crees en algo, sobre todo cuando es algo nuevo, a veces remas a contracorriente… Es parte de la labor de personas que dirigimos este tipo de instituciones. Si crees en algo y eso no es compartido por todos, hay un trabajo para conseguirlo.

La oferta artística de la ciudad ha cambiado mucho. ¿Debe cambiar también el papel y el discurso del Museo Picasso?

–No debo contestar esta pregunta. Una de las cosas que debemos hacer los exdirectores es tomar distancia y centrarnos en nuestro camino.

Y como gestor artístico, ¿qué opina de la proliferación de museos en la ciudad?

–Parece ser que desde fuera le ha dado una imagen a la ciudad muy interesante. Espero que se viva dentro de la ciudad de una manera muy positiva, pero no tengo la suficiente información. Las instituciones culturales deben tener un compromiso con la ciudadanía. Un compromiso ético y social, una entrega. Y de parte de los poderes económicos debe haber un apoyo que vaya más allá de la foto. En España de habla de expansiones, pero se olvida que las instituciones ya existentes necesitan recursos para hacer un buen trabajo.

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