A principios de abril de 2018 se apagó a los 88 años la voz de Antonio de Canillas, considerado el padre de la saeta malagueña. ... Siete años después, la figura del cantaor será recordada en plena Semana Santa con la inauguración en Málaga de una escultura que perpetuará la memoria de uno de los grandes cantaores que ha dado la provincia.
El Martes Santo a las 13 horas se descubrirá la escultura del cantaor realizada por el artista malagueño Juan Vega en los Jardines de Manuel García de la capital, en plena calle Alcazabilla, frente al Teatro Romano y la Alcazaba y en las inmediaciones de las casas hermandad de Sepulcro y Estudiantes, según ha explicado a este periódico Encarnación Jiménez, la hija de Antonio de Canillas.
La escultura ha sido promovida por el Ayuntamiento de la capital y la Diputación Provincial para reconocer al cantaor nacido en Canillas de Aceituno y que pisó los escenarios durante más de siete décadas hasta prácticamente su fallecimiento porque como dijo en alguna entrevista: «Los flamencos no se retiran, se los lleva Dios».
«Es un orgullo enorme»
«Para nosotros como familia y para Málaga es un orgullo enorme que una escultura vaya a recordar para siempre a nuestro padre en el centro de la ciudad», ha destacado la hija del artista. Mientras que cantaoras como Virginia Gámez han hecho un llamamiento en redes sociales para que los flamencos malagueños acudan a la inauguración de la escultura.
Antonio Jiménez (Canillas de Aceituno, 1929) se inició en el flamenco desde niño -empezó a los 7 años-, y superando muchas «fatiguitas» fue ganándose poco a poco el respeto de público y crítica, siendo reconocido como uno de los grandes defensores del cante puro de la tierra y padre de la saeta malagueña.
Un estilo propio
Sobre esta última, en su currículum está el haber creado escuela y estilo, con una saeta a la que imprimía un sello propio añadiéndole un 'rabillo' final, como él lo llamaba, una coda musical «muy barroca, con una personalidad muy suya», según la describió el flamencólogo Gonzalo Rojo. Así recordaba el de Canillas el origen de lo que hoy se conoce como la saeta malagueña: «Empecé a cantar saetas en Melilla cuando estuve en los Regulares. Me acuerdo que allí un cantaor terminaba la seguiriya y después cantaba un martinete. Pero yo llegué y los uní, los injerté pero no con el martinete de fragua, que es un cante seco. Yo lo hago dándole un poquito de música gregoriana, me recreo, lo mezclo y creo una saeta ahí por martinete».
Ahora, en estos días donde la saeta resuena por balcones y esquinas al paso de los tronos, la memoria y el recuerdo de Antonio de Canillas, quien en tantas ocasiones le puso voz a ese rezo cantado, vuelven a estar muy presentes.
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