Luces para las pioneras de las vanguardias rusas

Justo el relevo de Malévich toman las vanguardistas rusas en las salas de la Colección del Museo Ruso de Tabacalera. Y si la exposición sobre el padre del suprematismo está llamada a permanecer en la memoria, la propuesta que este martes estrena el Museo Ruso mantiene bien alto ese listón. Y lo hace, sobre todo, merced al cuerpo central de la muestra, donde brillan con luz propia estas pioneras de la vanguardia. Eso sí, a modo de feliz preámbulo, la muestra bautizada como 'Libres y decisivas. Artistas rusas entre tradición y vanguardia' ofrece el «descubrimiento para el público español» de la obra de Zinaida Serebriakova.

Así la presentaba el director de la agencia municipal que gestiona la Colección del Museo Ruso, el Centre Pompidou Málaga y la Casa Natal de Picasso, José María Luna. Y así, la delicadeza de su 'Paisaje de invierno' fechado en 1910 da paso a conjunto de escenas agrícolas hasta desembocar en el sutil clasicismo de 'El baño' (1912), 'Camerino de bailarinas' (1923) y su autorretrato de 1911. Este último surge enfrentado a los dos bodegones y el 'Paisaje urbano' (1910) de Rozanova que dan cuenta de su primera filiación primitivista.

Y acto seguido, una detonación. 'Los cuatro ases' (1913-14) y las dos piezas tituladas 'Composición sin-objeto' de 1916 detonan ante la mirada del espectador como destilación de la vanguardia más cabal. Una apuesta extrema por la forma y el color que encuentra un delicioso contrapunto emotivo en los cuadros de Natalia Goncharova. Regresa a Tabacalera su 'Invierno' (1911) visto hace tres años en la anual 'Las cuatro estaciones'. Junto a ella brillan sus 'Girasoles' (1908-09), 'Mujeres' (1910) y 'Campesinos' (1911) hasta llegar a la potencia contenida de su 'Naturaleza muerta con jamón y pato' (1912), otra de las obras que merece quedar en el recuerdo de la filial de Tabacalera.

Un lugar que también convendría reservarle a la cubista 'Naturaleza muerta con huevos' (1914) de Aleksandra Ekster, que firma su propia 'Composición sin-objeto' (1917-18), colgada casi a modo de pasarela para llegar hasta Popova y su 'Arquitectura pictórica' (1916), emparentada en su rigor formal y cromático con la 'Composición cubista' (1916) de Nadiezhda Udaltsova.

Más hallazgos, más luces. Sofia Dímshits-Tolstaia y sus composiciones 'Circo' (c. 1921) y 'Relieve en vidrio' (c. 1910) despuntan en la segunda mitad del paseo. «Hemos intentado no sólo mostrar las obras de las mujeres, sino el hilo de desarrollo del arte ruso, dar una visión general sobre cómo se ha desarrollado el arte ruso», defendía este martes la vicedirectora del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo y comisaria del montaje, Evgenia Petrova.

La muestra programada hasta el 8 de septiembre reúne más de un centenar de piezas. Echa la vista atrás para tomar como referencia a algunas creadoras del siglo XVIII y se proyecta hasta la actualidad en un tramo final que desfonda un tanto la potencia de su parte central. Ahí brillan las pioneras de las vanguardias. Rozanova, Ekster, Goncharova, Serebriakova, Popova y compañía. Suyo es el protagonismo, suyas las luces en las salas de Tabacalera.