Silva y Marlasca desmontan el mito del Solitario

Con la ayuda de picoletos y maderos, Silva y Marlasca se remontan a los primeros atracos de Giménez Arbe en mayo de 1994 y le siguen hasta su detención convertido en el atracador más buscado del país. Durante catorce años asaltó más de treinta bancos en una de las trayectorias más siniestras de la reciente crónica negra ibérica. Policía y Guardia Civil culminaron la Operación Marietta deteniéndole el 23 de julio de 2007 en Figueira da Foz (Portugal), con el apoyo de agentes lusos, y llevándolo ante el juez.

«Estoy fatigado de la glorificación del malo al estilo Joker. La mayoría de los criminales son gente deprimente, muy nociva, con enormes carencias, y más descorazonadora que carismática», apunta Silva. El escritor acordó con Marlasca «desmitificar al personaje» y «restituir la dignidad a sus víctimas». No en vano, los autores dedican el libro a las tres víctimas de Giménez Arbe: el policía municipal Manuel Ferrandis, abatido en un tiroteo en La Vall d'Uixó (Castellón), y los guardias civiles Juan Antonio Palmero y José Antonio Vidal, ametrallados a sangre fría en Castejón (Navarra).

«Este tío no es un superhéroe, es un criminal a quien su aspecto de fantoche y de bufón otorgó cierta celebridad», coincide Marlasca, empeñado también en privar al Solitario del aura heroica que alimentó su larga andadura criminal y su tratamiento mediático. «Llevo más de treinta años como reportero de sucesos, lo suficiente para saber que los delincuentes no tienen nada de atractivo, y los criminales como Giménez Arbe mucho menos», insiste Marlasca. «Lo desnudamos y desmitificamos para dejar bien claro que era un tío que se vio superado por su personaje. Que encarnándolo era alguien, pero como Giménez Arbe era un pobre hombre, un tipo sin habilidades sociales que adoptó el papel del Solitario para tener algún éxito en la vida» agrega el veterano periodista. «Siempre que se le proporciona la oportunidad, continúa interpretando ese personaje desmedido, aunque el tiempo ha ido desdibujando su figura, algo que debe de aceptar de mala gana a la vista de lo mucho que disfrutaba», apuntan los autores.

Ni Silva ni Marlasca han tenido contacto con el asesino, que sí ha buscado la interlocución con otros periodistas «para lograr correas de transmisión de su historia y vender su moto».

Sus actos desmienten que fuera tan inteligente como él se creía. «Se hizo evidente en los registros de la nave y el zulo donde guardaba las armas y los croquis de sus atracos, piezas de un coche desguazado y hasta el carné de identidad de un empleado de su primer atraco», apunta Silva. «Muy listo no era; cada croquis que conservó suponía ocho años de condena» dice el escritor, un admirador de las historietas de Corto Maltés que ve por primera vez un texto suyo llevado al cómic. Un formato donde no le desagradaría ver a Bevilacqua y Chamorro, su legendaria pareja de picoletos.

Giménez Arbe tiene sesenta y tres años y lleva en prisión «casi el mismo tiempo que se pasó atracando bancos», destacan los autores. Sus múltiples condenas «garantizan de que no saldrá en libertad hasta cumplir, como mínimo, setenta años».

Silva y Marlasca no dudaron en elegir como ilustrador a Cristóbal Fortúnez (Santiago de Compostela, 1980). «Ha sido un acierto. Creó un Solitario muy particular y captó la esencia de lo que le transmitimos, con rigor, gusto por el detalle, basándose en la documentación del sumario», se felicita Marlasca.