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Julio de la Iglesia. R. C.
«El miedo es más difícil de desactivar que una bomba»
Julio de la Iglesia, técnico especialista en desactivación de artefactos explosivos

«El miedo es más difícil de desactivar que una bomba»

El especialsita explica que el control de esfínteres «es lo primero que se te puede soltar ante un artefacto explosivo, a mí me da como un pellizco en el estómago»

Arantza Furundarena

Domingo, 23 de enero 2022, 00:16

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Con ocho añitos pescaba pulpos a pulmón y soñaba con ser un Madelman. Hasta se escapó de casa dejando una nota que decía: «Me voy a dar la vuelta al mundo». Ya de adulto ha sido activista de Greenpeace, maestro ninja y tres veces número uno en oposiciones al Estado. Pero la profesión de Julio de la Iglesia (Madrid, 1964) es la de TEDAX. Como experto en desactivar explosivos sabe mucho de canguelo. Acaba de publicar 'El miedo es de valientes'.

–¿El miedo es más fácil de desactivar que una bomba?

–Al contrario, es más difícil. Se te agarra a las entrañas y no hay forma de quitártelo.

–Lo dice alguien que ha padecido claustrofobia.

–Todo empezó cuando de crío, haciendo apnea, me quedé en el fondo del mar enganchado con un pincho de pulpo y no me lo podía quitar. Salí arriba ya tragando agua, a punto de ahogarme.

–¿Qué hacía un niño de Carabanchel pescando pulpos?

–Veraneábamos en Denia. Y yo era un aventurero. Mis influencers eran De la Quadra Salcedo, Rodríguez de la Fuente y Cousteau.

–¿Y cómo se metió a TEDAX?

–Estaba en una unidad antiterrorista contra ETA y una mañana un paquete bomba le voló la mano a un cartero en Cibeles. Cuando llegamos ya estaban los TEDAX intentando desactivar otro paquete. Ver esa plaza sin tráfico y a ese hombre con ese traje de astronauta me pareció como una película. Cuando lo desactivó le pregunté: «¿Cómo has podido?». Y me contestó: «Es mi deber». Me impresionó su temple. Y me dije: «Quiero ser uno de estos».

–¿De niño qué quería ser?

–Un Madelman. Tengo unos hermanos muy brillantes pero a mí, que soy el mayor, no me gustaba estudiar. Ahora se llama fracaso escolar. En mis tiempos te llamaban tonto a secas. Con los pies planos y zurdo, no había por donde cogerme. A los ocho años me escapé de casa para dar la vuelta al mundo, pero volví en cuanto tuve frío. Le prometí a mi padre que aprobaría el curso y él me regaló un Madelman.

–¿Recuerda la primera bomba que desactivó?

–Fue en Teruel. Yo hacía las prácticas en Zaragoza y apareció un artefacto de la Guerra Civil en un campo.

–¿Le entraron sudores, ganas de ir al baño?

–El control de esfínteres es lo primero que se te puede soltar. A mí me da como un pellizco en el estómago. La imaginación es el cable rojo en la desactivación del miedo, siempre te lleva a un escenario apocalíptico. Pero el miedo te trae al presente porque o lo haces bien, campeón, o no vuelves a casa.

–Ha trabajado como 'coach' de directivos de grandes compañías como Google. ¿A qué le temen esos triunfadores?

–A no tener éxito ni reconocimiento, a perder su capital, a que les señalen como fracasados.

–¿Cómo se desactiva el miedo, qué cable hay que cortar?

–Yo tengo una fórmula: MC4. La eme es de motivación. Si tú le tienes miedo al agua pero un hijo tuyo se está ahogando, está claro que la motivación de salvarle vencerá tu miedo. Pero con motivación no es suficiente. Estoy harto de ver tontos motivados. La actitud positiva está bien pero cuando tienes que saltar del avión debes saber dónde está la anilla del paracaídas. De ahí que las cuatro 'c' sean control emocional, certeza del riesgo, capacidad resolutiva y coraje para pasar a la acción. Si no me meto en el ascensor jamás superaré la claustrofobia.

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