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La divulgadora Elsa Punset. Álex Rivera
Elsa Punset: «Género, edad o etnia son conceptos del pasado»

Elsa Punset: «Género, edad o etnia son conceptos del pasado»

La divulgadora reflexiona en su nuevo libro, 'Fuertes, Libres y Nómadas', sobre el papel del ser humano en el mundo tecnológico y del coronavirus

Álvaro Soto

Madrid

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Domingo, 4 de octubre 2020, 20:24

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Ya desde el título de su nuevo libro, Elsa Punset (Londres, 1964) reivindica un modo de vida nómada. «La misma palabra me trae imágenes de cielos estrellados y horizontes lejanos», asegura la divulgadora, que publica 'Fuertes, Libres y Nómadas' (Destino), una guía para relacionarse con el mundo cambiante que la tecnología y el coronavirus han creado.

-¿Qué significa para usted ser nómada en el siglo XXI?

-Tenemos el nomadismo en nuestra sangre. Nuestro antepasados eran fuertes, libres y… ¡nómadas! Lograron sobrevivir gracias a estas cualidades. Nos toca ahora, en el siglo XXI, adaptar este ADN a nuestros tiempos. Y lo estamos haciendo poco a poco, derribando prejuicios progresivamente. Ahora mismo están en la picota el sexismo y el racismo, pero pronto le tocará el turno también al edadismo y al especismo. ¡Nos vamos aligerando de prejuicios e injusticias! Vamos a una forma fluida de vivir, sin tribalismos ni fronteras, ni físicas ni mentales. Los nómadas del siglo XXI viajarán ligeros, mental y físicamente. No necesitarán nación o raza. El género, la edad o la etnia son conceptos del pasado.

-Usted dice que durante la vida alguien puede traicionar al niño que lleva dentro. ¿En qué situaciones se produce esa traición? ¿Y qué se debería hacer, como pauta general, para no traicionar a ese niño?

-'Fuertes, Libres y Nómadas' está lleno de los momentos y las lecciones vitales que a mi me inspiran cada día. Y uno de estos momentos, que he querido compartir con los lectores, es la respuesta a la pregunta de una periodista del político uruguayo Pepe Mújica. Él decía que se puede vivir «como un escarabajo o una hormiga», o se puede vivir de forma consciente, y que si nosotros no le damos a nuestra vida un rumbo deliberado, entonces el sistema en el que vivimos inmersos te lo va a dar: te vas a pasar toda la vida pagando cuotas y comprando cosas inútiles. «Luchen, muchachos -decía-, hay que elegir, porque probablemente, cuando seas viejo o vieja, y el reumatismo y los dolores de los huesos te paralicen, una tarde te mires al espejo y te hagas la pregunta: «¿Habré traicionado al niño que llevaba dentro?». He querido llenar las páginas de este libro de formas concretas que nos ayudan a no traicionar ese espíritu de utopía y optimismo que, al fin y al cabo, es el único que cambia el mundo a mejor. Afortunadamente, aunque lo tengamos un poco dormido, todos lo llevamos dentro.

-«Nuestro mundo es bastante mejor cuando renunciamos a este ritmo vertiginoso, a un exceso de expectativas y ambiciones, al consumismo desaforado», escribe en el libro. Con la pandemia o con la crisis climática, ¿hay cada vez más gente que se está dando cuenta de esto?

-Creo que la convivencia intensa con nuestros hijos y familiares, y ese tiempo «perdido» para pensar y sentir y agradecer la vida que nos rodea, ha sido una pequeña revelación para muchos de nosotros. ¡Nos hemos dado cuenta de que no necesitamos tantas cosas como creíamos! Hemos gastado menos y hemos empleado más tiempo y energía en las relaciones humanas. Hace décadas que la ciencia nos advierte de que la calidad de nuestras relaciones humanas es el factor más determinante para vivir una buena vida. Así que aunque haya personas que aún no lo vean así -cada persona aprende y evoluciona a su propio ritmo, y no puede forzarse- creo que somos millones los que estamos decididos a que, cuando pase la pandemia, no regresemos sin más a la vieja normalidad.

-Usted defiende que el ser humano tiene que recuperar su relación con la naturaleza.

-El amor de los humanos por la naturaleza tiene sus raíces en nuestra dependencia evolutiva. Teníamos más posibilidades de sobrevivir si nos instalábamos cerca del agua o de la vegetación tupida que nos daba protección y alimento. Pero nuestra forma de vida, especialmente en las últimas décadas, está en guerra con nuestro planeta. Uno de los retos más urgentes para la humanidad es reconocer que no hay una salud para el humano y una salud para la naturaleza. Somos, como poéticamente sugiere el naturalista Joaquín Araujo, «un bosque que un día bajó por las ramas y echó a andar.» Necesitamos reconciliarnos y reconectar con el planeta que nos cobija y nos da vida. Como mi pasión es encontrar formas cotidianas de poner en práctica las reflexiones más abstractas, en mi libro sugiero muchas maneras de reconectar con la naturaleza: potenciar el movimiento natural en la vida cotidiana, cuidar de nuestros pies, respetar nuestros ritmos circadianos, respirar en ambientes cargados de iones negativos, plantar y sembrar, darse baños de bosque… ¡Hay mil formas sencillas de reencontrarnos y revivir con nuestra madre Tierra! La naturaleza tiene una ventaja, y es que siempre está allí con los brazos abiertos para acogernos y serenarnos. Volver a ella, reconectar con nuestra esencia vital, es justicia, salud y supervivencia.

-En el libro cuenta la extraordinaria historia de un arquitecto que usted se encontró en Galicia y que surcaba los mares en una pequeña embarcación. ¿Qué enseñanzas se pueden sacar de esas experiencias?

-Sí, ¡ese fue un momento muy inspirador! Cada verano paso tiempo en un pueblo del norte de Galicia; es una zona con una naturaleza exhuberante, ¡la adoro! Cuando voy allí, suelo alquilar un piso sobre la ría, y me lleno los ojos y los pulmones de cielo y de mar. Bueno, pues cada día doy largos paseos por la playa, y un día gris, con la playa vacía, conocí allí a un navegante de barba rubia y manos vendadas (y algo ensangrentadas) que estaba a punto de hacerse a la mar en un delicado kayak blanco… Empezamos a charlar. «¿De dónde vienes?- le pregunté. «De Santander -me contestó. He dormido aquí, pero ahora me voy hacia Oporto, remando«. ¡Me quedé asombrada! Imagina recorrer cientos de kilómetros en un kayak en el mar. He querido contar la historia de Toby a los lectores porque me parece que nos muestra lo que cualquiera de nosotros puede lograr cuando perdemos el miedo a vivir como realmente queremos.

-¿Cuáles son las principales enseñanzas que se pueden sacar de un periodo tan triste y extraño como la pandemia?

-En un programa de televisión en el que participé me emocionó escuchar las respuestas de los espectadores a esta pregunta: «¿Te ha traído algo bueno esta pandemia?». Pues resulta que sí, que muchos hemos encontrado trocitos de oro en esta mina... Lo que más destacaban era la convivencia con las familias, el tiempo de calidad para estar con nuestros hijos y pareja, el sentirse arropado y cuidado, el agradecimiento por estar vivos, y que el propio parón profesional -que tantos problemas económicos acarrea- también haya supuesto para muchos la posibilidad de parar y de reflexionar acerca del mundo en el que queremos vivir y que queremos legar a nuestros hijos…

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